Madre dando un jarabe a su hijo©AdobeStock

Salud

¿Qué riesgos tienen para el niño los medicamentos para la tos y los mocos?

Cuando el niño está enfermo y tiene tos y mocos, la primera reacción de muchos padres es querer cortar estos síntomas cuanto antes. Por eso se emplean de forma innecesaria fármacos para ello. ¿Por qué pueden resultar peligrosos?

Mucolíticos, antitusivos, antihistamínicos, jarabes ‘naturales’.... Todos ellos pueden tener efectos secundarios de importancia en niños cuando se utilizan de forma inadecuada. Aunque la tos y los mocos sean síntomas molestos cumplen una importante función que hay que conocer.

La Dra. Desirée Ambrosino, pediatra de Atención Primaria y divulgadora (@doctora.desi, en Instagram), nos cuenta todo lo que hay que saber y las precauciones a tener en cuenta con estos medicamentos.

¿Qué papel juegan los mocos y la tos?

Los mocos y la tos son un mecanismo de defensa. “Son necesarios para eliminar cualquier agente extraño que entre en nuestro cuerpo”, indica la experta. “Por tanto, eliminarlos del todo puede ser contraproducente y ocasionar otro tipo de patologías más graves”, subraya.

Por tanto, aunque sean molestos y aunque el bebé o el niño estén incómodos, esos síntomas juegan un papel importante a la hora de superar el proceso. Si se cortan artificialmente a través de fármacos, el organismo se queda más desprotegido frente a los agentes que han provocado el cuadro.

¿Son realmente eficaces estos medicamentos?

A la hora de dar a un niño fármacos contra la tos, la mucosidad o la congestión nasal hay que tener en cuenta varias consideraciones importantes. En primer lugar, estos medicamentos “no han demostrado suficiente eficacia en los estudios clínicos que se han hecho hasta la actualidad”.

Pero, por el contrario, sí que hay datos en el otro sentido: “Se ha documentado que, en niños pequeños, pueden causar efectos adversos, que van desde el aumento de la frecuencia cardiaca, el adormecimiento, convulsiones e incluso la muerte”, advierte la Dra. Desirée Ambrosino.

Por este motivo, la Asociación Española de Pediatría subraya que no deben darse a menores de seis años, “pero, sobre todo, nunca a menores de dos años”. El motivo es que sus riesgos superan sus posibles beneficios.

¿Cómo actúan los fármacos para la tos y los mocos?

Los antitusígenos o antitusivos, que se usan para tratar la tos seca irritativa (la que es no productiva), “por lo general, son derivados opioides que actúan sobre el sistema nervioso central o periférico para suprimir el reflejo de la tos”, indica la especialista.

En cuanto a los mucolíticos, se trata de fármacos que disminuyen la viscosidad de las secreciones bronquiales e incrementan su volumen para favorecer la expulsión del moco.

Algunos padres utilizan también antihistamínicos, que bloquean los receptores de histamina y disminuyen la producción de moco. Pero ¿cuál es el problema? “El moco es necesario para expulsar los gérmenes”, insiste. Además, estos fármacos “pueden producir efectos anticolinérgicos (confusión, visión borrosa, estreñimiento, sequedad de mucosas, mareo, etc.) y ser sedantes en determinados individuos”.

Pediatra explorando a niño©AdobeStock

Nunca sin la indicación de un médico

La Dra. Ambrosino recalca que, en el caso de usar este tipo de fármacos, “debe ser siempre bajo prescripción médica”, y nunca bajo decisión de los padres.

Así lo explica: “Si el niño no ha sido valorado por un médico y se lo das por tu cuenta, corres el riesgo de que si le das un antitusivo, el niño deje de toser y se empiecen a acumular secreciones en las vías respiratorias inferiores y, al final, como efecto secundario del antitusivo, termine el proceso en una neumonía, por ejemplo”.

También puede haber peligro al administrar sin consejo médico un mucolítico: “Que no le aporte ningún beneficio y tenga como consecuencia el síndrome de Stevens-Johnson, una convulsión, una urticaria....”, alerta.

Por eso, destaca que “tenemos que tener en cuenta que todos, hasta los jarabes ‘naturales’ son medicamentos y pueden tener efectos secundarios”. “Los médicos podemos pautar algún medicamento en concreto en situaciones específicas, previa exploración del paciente y valorando el riesgo-beneficio para el mismo... Pero lo que no se recomienda es prescribirlo por regla general a toda la población. Y, por supuesto, nunca la automedicación”, indica la responsable de www.doctoradesi.com.

¿Qué se debe hacer entonces si hay mocos y tos?

Muchas de las recomendaciones que se pautan cuando el niño tiene tos y mocos están destinadas a conseguir un mayor confort. Así, en el caso de la tos, hay que tener en cuenta que puede ser un síntoma que persista en el tiempo y ante el que hay que hidratar bien al niño, procurando que beba mucha agua.

Para los mocos, lo más eficaz son los lavados nasales frecuentes, con los que se consigue eliminar esas secreciones y, a la vez, que entre mejor el aire y que lo haga con más fuerza. De este modo, “el aire moviliza mejor el moco en todo el sistema respiratorio. Además, eliminamos ese goteo nasal posterior que, a veces, activa también la tos”, recalca la pediatra. Cuando la cantidad de moco es elevada y está en las vías inferiores, se puede recurrir también a la fisioterapia respiratoria.

También es importante garantizar la humedad ambiental en el domicilio, evitar la exposición al humo del tabaco y a las chimeneas y ventilar bien la casa.

Los padres deben conocer cuándo están ante una evolución normal del proceso y cuándo ante un empeoramiento. “No es realmente la mucosidad (ni por la cantidad ni por el color) lo que nos dice que el cuadro ha empeorado, sino los síntomas de alarma”, insiste la Dra. Ambrosino. Estos serían:

  • Fiebre persistente que no baja con antitérmicos
  • Dificultad para respirar con utilización de músculos accesorios o aleteo nasal.
  • Autoescucha de ruidos tipo silbido en el pecho.
  • Pérdida de apetito total (todos lo pierden un poco en cada infección, pero hablamos aquí de que no come nada).
  • Decaimiento.