Se abraza a las piernas de su padre©GettyImages

Niños

Mutismo selectivo o cuando la ansiedad se disfraza de timidez

No es fácil de detectar porque se asocia a niños extremadamente introvertidos, pero la causa real nada tiene que ver con eso, sino con un trastorno de ansiedad muy grave

Niños que no hablan absolutamente nada en determinados contextos. ¿Timidez? No, la realidad es que no siempre se trata de una timidez extrema. En muchos casos se trata de mutismo selectivo (SM, siglas en inglés de ‘selective mutism’), un trastorno grave de ansiedad que no es fácil de identificar, precisamente por el hecho de confundirse con timidez o introversión. Suelen ser niños con muy buen comportamiento cuya característica más llamativa es su silencio, pero “es importante mencionar que los niños con mutismo selectivo tienen un lenguaje y lo desarrollan de manera esperada y, por lo general, entre los 3 o 4 años los padres ya pueden ver algunos síntomas”, nos explica la psicóloga infantil Virginia Toledo de @soypsicomom.

Normalmente, es cuando se escolarizan cuando se hacen más patentes los problemas y, en muchos casos, son los educadores quienes alertan a los padres. El motivo es que el colegio es uno de los contextos sociales en los que más habitualmente los niños con mutismo selectivo dejan de hablar, mientras que en otros, como en casa, sí hablan perfectamente.

¿Cuáles son los síntomas del mutismo selectivo?

Parece obvio que el primer síntoma del niño sea su falta de expresión verbal en según qué ocasiones. Puede darse que el peque hable mucho en casa, pero en el colegio no pronuncie palabra ni con profesores o compañeros. Pero pasar poder asociar más señales a este trastorno, la psicóloga infantil nos explica: “Cuando el niño tiene un lenguaje expresivo acorde a lo esperado para su edad, pero vemos que, en otros contextos, como en el colegio, por ejemplo”, y otras actitudes como

  • No dice nada, no responde con palabras a las demandas de otro.
  • Se paralizan o muestran miedo cuando no pueden hablar.
  • Algunos pueden usar gestos, o expresiones faciales, dicen sí con la cabeza, por ejemplo, pero otros casos no pueden ni usar el lenguaje no verbal.

Pero, ¿por qué les ocurre esto? ¿Cuál es el origen? “Las causas del mutismo selectivo son psicológicas, principalmente. Son niños con un perfil ansioso que podrían desarrollar una fobia social o estar en desarrollo una fobia de este tipo; también pueden estar presentes los problemas de autoestima. En resumen, son niños extremadamente tímidos y con debilidades sociales”, indica la experta.

Observa a otros niños que están jugando©GettyImages

El abordaje psicológico es primordial

El mutismo selectivo es un trastorno de ansiedad complejo que se presenta en la niñez y que, para diagnosticarse, debe estar presente al menos durante 6 meses y en un contexto determinado y que cause malestar evidente en el niño. Asismimo, se debe tener en cuenta en estos casos es que los peques no lo hacen a propósito ni para poner al límite a sus padres ni para reírse de sus profesores o compañeros. Al contrario, se trata de un comportamiento que ellos mismos no pueden controlar, por ello, es importante que su entorno sepa detectarlo y tratarlo a tiempo.

“El abordaje es principalmente psicológico, porque hablamos de niños con perfiles ansiosos, o problemas de autoestima, todo esto apunta al estado de ánimo. Por lo que la terapia psicológica cognitivo conductual puede brindar respuestas al cuadro, ya que esta busca gradualmente adecuar al niño a nivel conductual, además de abordar y entrenar a los padres sobre el manejo de la situación, ya que, por lo general, los papás presionan u obligan a que hablen, usan castigos o recompensas, que no resultan positivas en el cuadro, ya que generan presión y si estamos hablando de un problema ansioso, las presiones generan un efecto adverso”, asegura la experta.

La evolución de cada niño es siempre muy particular y distinta pero su mejora va a depender de cada pequeño, “llegando a alargarse hasta un año”. “Por lo general, si no se trata, evoluciona hacia una fobia social o un trastorno de personalidad por evitación”, advierte.

La experta además nos explica que este trastorno se recomienda tratarlo desde la inteligencia emocional, un factor clave hoy en día para todos en especial para nuestros niños y jóvenes. “Trabajar inteligencia emocional les brinda herramientas para resolver problemas, manejo de emociones, habilidades sociales y autoestima. En algunos casos, el tratamiento podría acompañarse de algún fármaco, pero esto es un mínimo porcentaje, y va a depender de cada caso”, señala.

¿Cómo podemos ayudarles en casa?

Primero, como padres, insistimos en que se debe entender que es una alteración y no una manía, ni solo timidez, por este motivo, “debemos hacer sentir a nuestro hijo que lo comprendemos y respetamos, sin presionarle ni mostrarnos ansiosos o preocupados delante de ellos”, recomienda la psicóloga y nos da una serie de consejos:

  • Evitar la sobreprotección, quizás si vemos que lo está pasando mal en determinado momento, naturalmente queramos aliviar su malestar, pero a largo plazo no estamos ayudando ni favoreciendo su desarrollo.
  • Evitar ser autoritarios rígidos o sobre exigentes, forzando al niño a afrontar situaciones ansiosas para él.
  • No fomentar el perfeccionismo extremo, las tareas y responsabilidades que otorguen, deben ser las adecuadas a su edad y evitar que causen frustración.
  • Trabajar en instaurar hábitos de autonomía y rutinas en las que el niño/a se vea capaz de alcanzar lo asignado y así sentirse seguro de sí mismo.
  • Reconocer y validar todos sus logros.
  • Evitar ridiculizar o hablar sobre lo que le sucede con todo el mundo y menos delante de él/ella.
  • Facilitar las visitas a lugares que le causen el malestar o la ansiedad, para evitar mecanismos de evitación al problema. Es importante no abandonar este tipo de actividades para que el “no sufra” ya que estaríamos agravando el problema.
  • Realizar o incluir en su rutina actividades o juegos físicos que le ayuden a descargar tensiones acumulados durante el día o después de haber estado expuesto a algún evento que genere el cuadro.
  • Buscar ayuda psicológica y coordinar siempre con el colegio el abordaje para planificar una misma línea de actuación.