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Salud

Los antibióticos: ¿por qué es importante seguir a rajatabla la pauta del pediatra?

Son una poderosa herramienta, pero si no seguimos correctamente lo recomendado por el médico de nuestro hijo, podemos provocar, entre otras cuestiones, la reactivación de la infección

Todas las generaciones nacidas a partir de los años cuarenta han tenido el privilegio de disfrutar de un medio terapéutico que fue una revolución en sus inicios y que no ha dejado de perfeccionarse y de progresar hasta nuestros días. Vamos a hablar de los antibióticos, medicamentos que han transformado la sociedad en la que vivimos y han generado y siguen generando un beneficio incalculable a toda la humanidad.

Desde el descubrimiento de la penicilina, se transformó la práctica de la medicina. Los antibióticos dieron origen a una revolución médico-sanitaria sin precedentes. Aumentaron la esperanza de vida una media de 25 años, facilitaron tratamientos quirúrgicos complejos, disminuyeron la morbilidad general de la población, hicieron descender la mortalidad perinatal, evitaron discapacidades, controlaron el dolor, aliviaro0n el sufrimiento y salvaron millares de vidas.

¿Qué son los antibióticos?

Son substancias químicas de origen biológico o sintético que actúan sobre determinados microorganismos conocidos como bacterias, los cuales son los que dan origen a las infecciones y a las enfermedades infecciosas. Tienen sobre ellas una acción bacteriostática y/o bacteriolítica impidiendo su crecimiento o eliminándolas, y pueden administrarse por vía endovenosa, parenteral y oral, en forma de viales, comprimidos, cápsulas o jarabes y son también utilizados en forma de colirios y pomadas. Los antibióticos no son efectivos frente a los virus, y por lo tanto, no se recomienda su uso en las enfermedades de origen vírico.

Consumo de antibióticos

Afortunadamente, en los últimos años el consumo de antibióticos en España ha descendido levemente. Aunque seguimos estando todavía en los primeros lugares de los países de la Unión Europea, con un consumo estimado en 32 dosis diarias por cada mil habitantes.

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Uso de los antibióticos en los niños

Es conveniente recordar que la indicación, la recetación, las pautas de administración y el tiempo de consumo de cualquier antibiótico en el tratamiento de un niño enfermo, debe ser realizado por un pediatra u otro profesional de la salud cualificado para ello y debe ser cumplido lo más rigurosamente posible por los padres del niño al que va dirigido el tratamiento.

Una de las condiciones más relevantes es que la dosificación se debe realizar en razón a la edad y, sobre todo, en relación al peso del niño, y cuantificarla en miligramos, por kilogramo de peso y día. Igualmente, las pautas de administración tienen gran importancia. En depencia de sus niveles en sangre, los antibióticos pueden administrarse cada seis, cada ocho, cada doce o cada 24 horas y es muy importante seguir ese ritmo recomendado y, cuando esto no es posible, se deben realizar las tomas de la forma más equidistante posible.

La selección del antibiótico adecuado al proceso infeccioso la debe realizar el pediatra en base a la bacteria causante sospechada, bien por su experiencia clínica, o a ser posible, a través de una análisis previo y tras el resultado de un exudado o un cultivo bacteriológico con antibiograma.

La duración del tratamiento debe cumplirse hasta el final, pues su interrupción temprana, generalmente inducida por la desaparición de los síntomas, puede dar lugar a la reactivación temprana del proceso, a la curación incompleta y a las resistencias bacterianas.

Antibióticos y virus

Las enfermedades víricas en los niños, resfriados, catarros, gripes, etc, cursan a veces de forma prolongada y con fiebres elevadas y mantenidas, pero no precisan de tratamiento con antibióticos. Igualmente la intensidad y la duración de la fiebre en el niño no suele tener relación con la gravedad de la enfermedad y no es un factor que condicione el uso o no de antibióticos. Ahora bien, en el curso de una enfermedad vírica de pronóstico leve, sí puede presentarse una sobreinfección bacteriana. Un resfriado común puede complicarse con una otitis o una sinusitis bacteriana y cuando el pediatra la sospecha o lo evidencia, sí estará indicado el uso de los antibióticos.

Errores más frecuentes

Piensan muchos progenitores que los antibióticos tienen muchos efectos secundarios, que disminuyen las defensas y en algunos casos afirman que pueden perjudicar la salud de sus hijos.

Cuando un niño enferma de una infección tiene síntomas de su enfermedad: fiebre, malestar, dolor, inapetencia, llanto y muchos otros síntomas. Al ser medicado con antibióticos, muchos padres atribuyen a estos gran parte de los síntomas de la enfermedad que originó su administración y, en cuanto se inicia la mejoría y los síntomas declinan, dejan de darle al niño el fármaco o disminuyen su dosis, pues piensan que el tratamiento, ya sin síntomas, le está perjudicando. En el extremo opuesto, hay quienes, ante el menor síntoma de enfermedad, medican a sus hijos con antibióticos, sin indicación ni control médico. Estos son los errores más comunes:

  • Automedicación
  • Tratar enfermedades infecciosas producidas por virus con antibióticos o usar antibióticos ante infecciones bacterianas, que no son sensible a ellos.
  • Ausencia de antibiograma previo al tratamiento de algunas enfermedades infecciosas.
  • Dosis bajas e insuficientes.
  • Ritmo de administración inadecuado e incumplido.
  • Supresión del tratamiento antes de finalizar el tiempo recomendado.

Todos estos errores, juntos o por separado, son la principal causa de la resistencia de las bacterias a los antibióticos. El uso indiscriminado de antibióticos y el abuso en su utilización, está dando lugar a la aparición de algunas bacterias multiresistentes que se han hecho inmunes a la mayoría de los antibióticos. Estas superbacterias infectan con frecuencia a pacientes hospitalizados que padecen baja inmunidad, o en enfermedades oncológicas o a pacientes trasplantados y dan lugar a graves complicaciones con importantes repercusiones para su salud.

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