Por qué debes cuidar tu suelo pélvico después de una cesárea©Istock

Postparto

Por qué debes cuidar tu suelo pélvico después de una cesárea

Si has tenido un parto por cesárea, no te olvides de que esta zona del cuerpo también ha sufrido y ha de ser tratada

Embarazo, parto y suelo pélvico. Su relación es directa y son muchos los mitos asociados a ella como, por ejemplo, que después de una cesárea no hace falta realizar ningún tipo de recuperación postparto para recuperar esta zona de nuestra musculatura. El argumento que se aplica es que no hay daño porque el bebé no ha pasado por el canal vaginal, sino que lo ha hecho de manera quirúrgica por el abdomen. Y esto es un gran error. Así nos lo confirma Nuria Liébana Olivera, fisioterapeuta de la Clínica Ohana Fisioterapia y Pilates, “al no existir una posibilidad de desgarro, episiotomía y no sufrir lo que conocemos como pujos, las mujeres tienen la sensación, incluso, de que no han dado a luz de forma natural y de que su suelo pélvico no va a sufrir, pero lo hace durante todo el embarazo, no solo en el parto vaginal”.

Durante la gestación el cuerpo tiene una transformación importante, el útero va creciendo a medida que el feto se desarrolla y aumenta de tamaño, lo que produce un aumento del volumen en la cavidad abdominal de la mujer y de su peso. Un peso que recae en el suelo pélvico que “se sobrecarga”, nos explica nuestra experta. Además, existe un componente hormonal importante durante estos nueve meses de embarazo y, “aunque tu bebé nazca por cesárea, se ha liberado la relaxina igual que en todas las mujeres y se aumenta el nivel de progesterona, lo que hace que los ligamentos estén más laxos y, a nivel visceral, se sufre igual”. Por tanto, el cuidado y recuperación del suelo pélvico es para todas.

El suelo pélvico durante el embarazo, ¿puede indicarme una posible cesárea?

Lo cierto es que, como nos dice nuestra experta, “no podemos saber si un bebé va a nacer por cesárea o parto vaginal”. Si lo supiésemos, el trabajo a nivel de suelo pélvico sería exactamente el mismo para ambos casos, exceptuando el masaje perineal, “no tendría ningún sentido”.

Sin embargo, nos cuenta, “sí que se puede intuir la posibilidad de una cesárea, pues hay indicios en algunas mujeres que así nos lo demuestran, sobre todo, en aquellas mujeres con patrones hipertónicos”. Entre ellos están:

  • Las mujeres que sufren de Síndrome de Ovario Poliquístico (SOP).
  • En los casos de endometriosis.
  • O aquellas mujeres que padecen bruxismo, cefaleas o migrañas.

Este tipo de mujeres suele tener, por ejemplo, muchas contracturas a nivel cervical y un “patrón hipertónico marcado, por lo que su suelo pélvico va a estar también con un tono elevado”. Cuando esto ocurre, nos explica, “la fascia que recubre tanto los órganos perineales como los órganos de la cavidad abdominal crean mucha tensión, que deriva en una barriga muy tensionada y puede provocar una cesárea”. Por dos motivos: o bien el bebé no acaba de colocarse o encajarse por esa tensión o no tiene el espacio suficiente como para darse la vuelta y hacerlo. En estos casos en los que vemos unos indicios claros, “podemos empezar a tratar a la paciente relajando los tejidos de la zona para que el bebé pueda moverse e intentar que se encaje bien”.

Después de una cesárea, ¿qué le ocurre a mi suelo pélvico?

Como hemos comentado, el suelo pélvico no ha sufrido los pujos del parto vaginal, pero eso no quiere decir que no exista un daño en la zona. Nos explica nuestra experta que, cuando existe una cesárea, “se realizan siete cortes en todas las capas que recubren el útero y en el propio útero, pero luego se cosen de tres en tres”. Esto hace que el tejido que te encuentras después siempre está unido en capas de tres (lo que, posteriormente, se llamarán adherencias y que deberán ser tratadas).

Sabiendo esto, nos dice, “lo que suele pasar es que la fascia que recubre el útero, la que recubre los órganos de la zona y la que recubre la vejiga quedan enganchadas entre sí”. De esta forma, “el útero no va a poder moverse bien, pero la vejiga tampoco; tenemos lo que llamamos un útero hipomóvil. El problema aparece con las primeras penetraciones, en las que el dolor no aparece de entrada -como en los casos de una episiotomía y un desgarro-, pero sí que se localiza más profundamente. Esto es porque “el problema se localiza en el cuello del útero, que no es capaz de moverse por las adherencias que está sufriendo en su parte superior”.

Tratamiento de una cesárea para recuperar el suelo pélvico

Los tratamientos de toda cesárea, a nivel de fisioterapia y por lo general, “se deben empezar a tratar a las ocho semanas del nacimiento del bebé”. Aunque es muy importante, nos recalca, que exista una primera valoración de la cicatriz por parte de un especialista, porque no todas las cicatrices son iguales. “Se suele recomendar siempre utilizar tiras cicatrizantes durante un mes completo para después tratar”, para llegar con una mejor cicatrización.

El tratamiento del suelo pélvico tras una cesárea se suele abordar, nos explica, con tres procesos diferentes pero complementarios:

  1. Radiofrecuencia Indiba: que produce un aumento de la síntesis de colágeno y de riego sanguíneo en la zona tratada, lo que ayuda a que lleguen más nutrientes y oxígeno al tejido, mejorando la cicatrización.
  2. Onda de choque: que ayuda a quitar las adherencias de las capas de tejido que se han cosido juntas.
  3. LPG: que produce un 80% de ácido hialurónico en el tejido tratado y se puede llegar con el tratamiento hasta una profundidad de 2 cm.

Dependiendo de la cicatriz -si tiene o no queloides, por ejemplo-, se priorizará uno de los tres mecanismos, pero lo que es muy importante recalcar, nos dice, es que “no solo se trabajará la cicatriz de por la parte externa, sino que también debe ser abordada de forma intracavitaria, es decir, por dentro de la vagina, porque la hipomovilidad del útero, si no, seguirá existiendo”. Por último, la paciente debe saber (y hay que enseñarle) a tratar de manera manual esa cicatriz, “porque la constancia en casa ayuda mucho”.

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