La situación actual de los niños con dificultades de atención y aprendizaje en nuestro país podría definirse como dramática o, incluso, epidémica. Así lo confirman, al menos, las cifras: cerca de un 20% de los niños tienen problemas para mantener la atención en actividades o presenta dificultades con la adquisición de la lectoescritura , consecuencia de lo primero. Además, se sabe que en nuestro país los niños tienen una tasa de fracaso escolar muy cercana al 30% , el doble que en la media de los países europeos. Así que, tenemos un problema que quizás no es tanto de los niños como de la sociedad en la que ahora viven.
El tratamiento para ello no es otro que la medicación. Así lo apuntan Iñaki Pastor, fisioterapeuta experto en pediatría y desarrollo infantil, y Jara Acín, psicoterapeuta infantil, que han publicado su libro ¡Ayúdale a despegar! (Vergara), en el que aseguran que “muchos niños están siendo medicados por trastornos de atención con principios activos realmente pesados y con posibles efectos secundarios preocupantes y aún desconocidos a largo plazo”. Es verdad que algunos niños son beneficiados por ello, ¿pero no hay nada más que se pueda hacer? Sí, ellos nos lo cuentan.
Los trastornos de atención, un problema de salud general en aumento
Los trastornos de atención en los más pequeños son cada vez más frecuentes, ¿por qué?
Los trastornos de la atención han estado presentes desde siempre, pero antes no había tanto conocimiento ni herramientas para poder identificarlos. Lo que sí es cierto es que algunos hábitos de vida fomentan las dificultades en la atención como es:
- El uso indiscriminado de pantallas, por ejemplo, que hiperestimula el cerebro y compromete su funcionamiento en otras tareas .
- El estrés o los problemas en el neurodesarrollo.
- También es verdad que está aumentando el número de bebés prematuros y con bajo peso , u otras condiciones prenatales ligadas a un mayor riesgo de problemas de desarrollo.
Todo esto también influye.
¿Cuáles son los trastornos de atención que más se diagnostican actualmente?
Los trastornos de atención se diagnostican en psicología como un síndrome. Esto significa que es una combinación de síntomas que también encontramos en otros trastornos. Así, debemos tratar primero inatención en sí, y luego hablar de trastorno asociado, como el más conocido TDA y TDAH (Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad). La inatención, por tanto, aparece frecuentemente junto a síntomas como:
- La impulsividad (conductual y cognitiva).
- Las dificultades en las relaciones sociales (no interpretan bien las dinámicas sociales).
- Dificultad para seguir las normas, por ejemplo.
¿Qué culpa tienen los niños, los padres o la sociedad en este aumento de los trastornos de atención?
La responsabilidad nunca es de los hijos, siempre de los adultos. Algunos hábitos de vida fomentan las dificultades en la atención, como es el uso indiscriminado de pantallas que hemos mencionado al principio . Además, se necesitan programas de detección temprana con valoraciones completas de desarrollo y formación más precisa tanto para profesionales como información de calidad para las familias
Entonces, ¿es un problema de salud general?
Sí, porque genera muchas dificultades en ámbitos muy importantes, y porque los efectos son a muy largo plazo. Una persona con dificultades atencionales en la escuela deberá poner un esfuerzo extra en el desempeño escolar, obtendrá peor rendimiento, afectará a su autoconcepto y autoestima, y con mayor probabilidad abandonará la escuela en cuanto le sea posible, porque para él/ella será una fuente de malestar constante.
Detección temprana de los trastornos de atención
¿Cómo podemos detectarlos? ¿Existe alguna manera de prevenirlos?
La evaluación debe ser llevada a cabo por un equipo de profesionales cualificados, pero en casa puede saltar la voz de alarma:
- Si se observa que el niño se despista mucho.
- No retiene las instrucciones que le hemos dado (para una tarea escolar o incluso para un juego).
- Le cuesta hacer cálculo mental, por ejemplo, pueden ser indicadores de inatención.
Y, ¿cómo podemos actuar en el momento en el que a nuestro hijo le diagnostican a nuestro hijo un trastorno de atención?
Se debe actuar en tres frentes:
- Lo primero, es necesario hablar con el profesorado, y con el equipo de orientación del centro escolar. Desde ahí, se valorará si es necesaria una adaptación curricular para acompañar el avance del niño. Las adaptaciones pueden consistir en adaptar los contenidos o la forma en la que se trabajan esos contenidos.
- Por otra parte, desde la fisioterapia hay que evaluar las habilidades sensoriales y motoras del niño , como el equilibrio o la coordinación, que tienen una gran influencia en su desarrollo atencional y cognitivo. En caso de apreciar dificultades en estas áreas, se recomendaría una intervención precisa.
- Y desde la consulta de psicología, el trabajo es personal con el paciente, y también familiar, ayudando a entender el funcionamiento particular de ese cerebro, para poder acompañarles bien. Generalmente, es necesario una intervención para reparar la autoestima, que se ha visto dañada después de mucho tiempo de esfuerzo y pobres resultados, e incluso críticas cuando no se conocía la existencia del trastorno.
Tratamientos de los trastornos de atención
¿La medicación es siempre recomendable?
En absoluto. Lo primordial es averiguar cuál es el origen del déficit atencional: puede tener origen en fallas del neurodesarrollo en la etapa prenatal o perinatal, puede ser producto de un elevado estrés emocional (la inatención es un síntoma muy frecuente en niños deprimidos o muy angustiados), puede ser un síntoma de disociación (síntoma de Trastorno por Estrés postraumático), etc.
Sólo en algunos casos es necesaria la medicación. Lo que sí es necesario siempre es una evaluación y un tratamiento multidisciplinar, y una aproximación bio-psico-social que tenga en cuenta la realidad global del niño, la familia y el entorno.
Desde casa, ¿cuáles son las claves para minimizarlos, trabajarlos, etc?
Lo primero es la prevención, la información de calidad a los padres de las necesidades físicas y emocionales de bebés y niños es el primer paso. La buena estimulación del movimiento, el tacto o la visión ya desde bebés puede prevenir muchos problemas posteriores.
Desde casa es importante entender el origen de la inatención:
- Si es de origen traumático o emocional, el compromiso con la psicoterapia será esencial, incluyendo trabajo familiar.
- Si la inatención tiene origen en las fallas de neurodesarrollo que se hayan podido dar, habrán de trabajar de forma consistente con los ejercicios propuestos para ir optimizando el funcionamiento general.
En todo caso, los progenitores tendrán que entender que, o de forma temporal, o de forma permanente, en función del origen, ese cerebro funcionará así, y que no hay que culpabilizar sino premiar el esfuerzo, facilitar las tareas organizando protocolos de paso a paso sencillos que puedan seguir, manteniéndose cerca para poder ayudar a organizar y planificar las tareas a corto, medio y largo plazo, tener muchísima empatía para entender que están haciendo todo lo que pueden, y que eso ya es mucho, y saber que el acompañamiento de estos niños respecto a tareas escolares, organización y planificación será más largo que en otros casos, pero que pueden llegar donde se propongan con el apoyo adecuado.