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¿Te cuesta poner límites? Hablamos con un experto sobre la importancia de marcar 'líneas rojas'

El psicólogo Tomás Navarro nos explica la importancia de marcar prioridades claras y del concepto de autodefensa emocional


Actualizado 7 de marzo de 2023 - 9:49 CET

¿Cómo puedo marcar límites? ¿Cómo atender a mis necesidades sin sentirme culpable? ¿Soy egoísta si marco límites a otras personas? Si te has planteado alguna de estas preguntas en algún momento, es que te cuesta marcar esas líneas rojas, como las define el psicólogo Tomás Navarro. Tanto es así, que ha bautizado su nuevo libro con este título Tus líneas rojas (Zenith), en el que no duda en guiarnos en un paso a paso esencial para desaprender todo lo que nos impide establecer prioridades claras y nos muestra, además los pilares imprescindibles para poner límites. Sobre todo ello hemos tenido la ocasión de hablar con él.

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¿Por qué hay personas a las que les cuesta especialmente poner límites?

Hay diferentes motivos, pero el más habitual suele ser por aspectos educativos. Les han educado de tal manera que no se sienten cómodas a la hora de poner límites y esto condiciona su vida de muchas maneras. Hay otros factores, como el de personalidad. Hay personas que tienen menos habilidades sociales, que son más introvertidas, que tienen un perfil más sumiso. De tal manera que esas habilidades básicas para marcar límites, o bien a nivel actitudinal o bien a nivel de recursos necesarios para poner límites, tienen ciertas carencias que no les permite tener una vida más adaptativa y más rica y marcando límites a perfiles abusivos, maltratadores, etcétera.

De todos estos casos lo más trabajable para un psicólogo es la gente que no tiene los recursos pero que los puede aprender. A las personas que tienen una personalidad más sumisa, cuesta más de cambiar y de gestionar, y las personas que han aprendido algunos dogmas que no son utilidad, pues estarían en el punto medio. Se pueden trabajar, pero requieren de una intervención más profunda.

Muchas veces decimos a todo que sí, desatendiendo incluso nuestras propias necesidades, ¿no es así?

Cierto. De hecho, la base para poder marcar líneas rojas y poner límites es tener unas prioridades claras. Por eso en el libro incido mucho en las prioridades. Las prioridades son muy importantes, porque cuando las tienes puedes tomar mejores decisiones. Si tu prioridad, por ejemplo, es acabar un trabajo antes de llegar a casa y te piden ir a tomar unas copas y dejar el trabajo a medias, pues le dirás que no, te será más fácil decir que no. Si tu prioridad es estudiar algo que te gusta y en casa te presionan para que no sea así, te será más fácil decir que no. Si no tienes una prioridad clara, vives y organizas tu vida según las prioridades de otras personas, sean padres, parejas, hermanos, jefes, compañeros, etc. Así que tienes que parar, sentarte y analizar esa prioridad. Muchas veces no las tenemos porque no nos creemos dignos de tener prioridades o porque no nos contemplamos a nosotros y nuestras necesidades. Así que es prioritario, valga la redundancia, definir tus propias prioridades.

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¿Por qué piensa que es beneficioso marcar determinados límites?

La vida es hostil y bonita. Entonces tenemos gente preciosa y también gente que es abusadora, maltratadora, narcisista, manipuladora, etcétera. Y a veces tenemos que relacionarnos con estos perfiles, con todo tipo de perfiles. Entonces, si no marcas límites, van a acabar contigo. Es algo muy sencillo, imaginemos por ejemplo en el reino animal: compartimos planeta con cachorros de perritos que son monísimos y que no te van a hacer nada, con gatitos con los que podrías pasarte horas jugando, con avispas, con serpientes venenosas, con tigres, con depredadores. Y no podemos tratar a todo el mundo igual. Con las personas pasa un poco lo mismo. Hay personas encantadoras que nunca van a sobrepasar ningún límite, la relación es muy fácil y fluida. Pero hay personas que van por la vida sangrando a todo lo que pueden, con relaciones parasitarias, abusando, maltratando, etcétera. Y necesitas poder marcar esos límites, ¿por qué? No para fastidiar. Si marcamos límites no es para fastidiar a las personas, es para protegernos a nosotros mismos. No podemos ir a corazón descubierto con todo el mundo.

Habla incluso de autodefensa emocional, ¿por qué deberíamos ponerla en práctica?

Esto es un concepto muy sencillo de entender cuando se explica a nivel físico. No podemos dejar que venga alguien y nos agreda a nivel físico y nos dé un puñetazo o una patada. Y nos tenemos que defender. Pero hay agresiones que son a nivel psicológico y tenemos que defendernos de esas agresiones. Si tienes que defenderte, ya vamos mal, porque significa que ya han pasado esos límites o están tan cerca que podrían hacernos daño. Hay gente que nos puede provocar daño y, como no hemos venido aquí a sufrir, pues es importante que podamos poner esas atalayas, esas vallas o esos sistemas de alarma para que no tengamos que llegar a autodefendernos. Piensa que cuando nos han atacado y no nos hemos defendido, nos puede provocar muchos problemas.

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¿Influye el sentido excesivo de la culpabilidad en que no marquemos los límites?

Sí, de hecho esto es muy cultural. En nuestra cultura latina católica, la culpa y el sacrificio y la sumisión están muy integrados. Además, cuando te ha educado una persona con tintes narcisistas, parasitarios, psicopáticos, manipuladores, abusivos, la culpa es el mejor chantaje. Y tanto es así que dedico un capítulo entero a cómo gestionar la culpa. La culpa es la creencia de que tú eres el responsable del sufrimiento de otra persona. Y esa persona puede sufrir de verdad, pero tú no ser el causante, o puede simular ese sufrimiento. Si alguien te hace sentir culpable, es un indicador muy claro de que esa persona no tiene una relación sana contigo y que tienes que marcar unos límites o incluso plantearte si cortar esa relación. La culpa, fuera. De hecho, se utiliza mucho el reproche.

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¿Para marcar límites hay que tener muy claras esas prioridades?

Sí, es la base. Porque cuando no tienes prioridades, vives por las prioridades de otras personas. Entonces al final no puedes marcar límites y no sabes qué es lo que quieres. Entonces hay que sentarse, coger una libreta o un boli y replantearte tus prioridades. Libre de culpa y con total tranquilidad y analizando qué es lo que quieres, lo que necesitas. Y sería como una brújula que te marca tu Norte. Definir tus prioridades es como hacer el mapa y luego te permite saber hacia dónde vas. Algunos métodos para poner límites fallan porque no se empieza por el principio, que es tener claras las prioridades.

¿Podemos llegar incluso a pensar que nos pueden considerar egoístas por marcar los límites en determinadas ocasiones?

Claro que sí. Pero tú imagínate: una madre que quiere que su hijo, con su pareja y sus nietos, vayan cada domingo a comer a casa. Y resulta que al final esto condiciona mucho la vida de la familia, de los hijos. Y le dice mira, mamá, voy a venir cada 15 días, porque mi hijo juega a basket y lo quiero acompañar, porque queremos ir a la casa de mi mujer con sus padres, porque queremos ir a la playa y pasar el fin de semana fuera... Lo primero que te diría tu madre es ¡qué egoísta eres, hijo! Pero hay que míralo con perspectiva. El egoísta hace sentir egoísta a la persona que no lo es cuando no se cumplen sus deseos. Además, a nivel psicológico, el factor de personalidad egoísta, sabemos que si es muy poco, es poco adaptativo, y si es mucho, es poco adaptativo. Es decir, imaginemos que de 0 a 100 tienes que tener un nivel de egoísmo de entre 30 y 60. Si tienes menos de 30 te van a tomar el pelo, eres excesivamente afable y vas a tener muchos problemas. Si tienes más de 60, eres excesivamente egoísta y vas a tener todo tipo de problemas. Así que un puntito de egoísmo sano es más que necesario. ¿En qué sentido? Por ejemplo, a tu jefe le puede venir muy bien que tú te quedes con él reunido hasta las 20 o las 21 de la tarde para no ir a casa, porque odia ir a casa. Pero ahí tienes que ser un poquito egoísta y decirle mira, como no es urgente, mañana lo hacemos, porque a mí hoy pues me viene bien estar con mi pareja, bañar a mis hijos, irme a tomar unas cervezas o irme a hacer deporte. Eso que es egoísmo, que es tener en cuenta tus prioridades, no es un egoísmo malo ni mucho menos. El problema es que cuando una persona es cero egoísta porque te han educado que no tienes que ser egoísta. Entonces, en el momento en el que tomas alguna decisión, por pequeña que sea, te sientes muy egoísta.

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Y no podemos olvidar la figura del chantajista emocional o incluso del manipulador que trata de aumentar ese sentimiento de culpa del que hablamos antes. ¿Qué consejos para lidiar con estas situaciones?

Alejarte completamente. Primero identificarlo y aceptarlo. Porque a veces cuesta aceptar que tu madre, que tu pareja, que tu hijo, que tu amigo de toda la vida, tu amienemigo, te esté manipulando. Suele haber síndrome de Estocolmo y sueles pensar, bueno, seré yo que soy quisquilloso, porque también te lo provocan. Entonces lo primero es alejarte, para no volver a veces, o para ganar perspectiva y redefinir la situación. Pero piensa que no necesitamos ni tenemos que ser amigos de todo el mundo.

Habla en el libro de los pilares imprescindibles para poner límites. ¿Cuáles cree que son los más importantes?

Sin ningún lugar a duda, priorizarse es la base. Pero luego hay otros que son muy importantes. Por ejemplo, la autoestima. Tener una autoestima sana, sentirte merecedor de que puedes poner ese límite, autorrespetarte, igual que respetas a otras personas y las tratas bien, pensar que tú debes tratarte así de bien también. El autocuidado, que es tener en cuenta tus necesidades, tus prioridades, mimarte, dedicarte tiempo a ti, etcétera. El concepto de autoprotegerte, de no ir a pecho descubierto siempre y de aceptar e integrar que hay personas hostiles a nuestro alrededor y tóxicas. Cuando dices esta persona es simpática, ¿qué puedo esperar de ella? Simpatía. Esta persona es afable, ¿qué puedo esperar de ella? Pues afabilidad. Esta persona es buena cocinera, ¿qué puedo esperar? Que haga buenos platos. Esta persona es tóxica, ¿qué puedo esperar? Pues que provoque dolor, que manipule, etcétera. Por lo tanto, tenemos que protegernos. Y otro concepto importante también es la asertividad proporcional. Los límites se transmiten con comunicación y a veces tenemos que ser claros, contundentes, inequívocos y de manera proporcional. A veces podemos argumentar, otras veces es mejor el silencio.

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¿Piensa que solo tres pasos son suficientes para marcar lo que llama nuestras líneas rojas a la hora de marcar límites?

De hecho, más que tres, ¡uno incluso! Pero bueno, los tres son importantes. Pero sobre todo uno que es priorizarse. Lo explico en el libro: yo el 28 de mayo, con mi hija en brazos, acaba de nacer, me di cuenta de que mis prioridades habían cambiado y que había cosas que no quería que mi hija experimentara, ni viera, ni viera en mí. Y el resto vino solo. No tuve que hacer ni un ejercicio ni nada. Después, las habilidades para poner límites se pueden aprender. Puedes enviar una nota en vez de quedar cara a cara, y no pasa nada, porque precisamente la persona que abusa sabe que en el cara a cara te tiene ganado. Entonces en el cara a cara, además, no te va a escuchar, va a tener una cortina de humo, te va a hacer callar para que no se enfade, va a gritar. Pues un mensaje y tan amigos. Pero sí, con tres pasos se puede hacer. Esto viene de experiencia propia, por un lado, y de haber tratado a miles de personas, porque la mayor parte de mis pacientes tienen problemas por no saber poner límites o como consecuencias de temas familiares, de algunas máximas educativas que la han complicado. Pero la base, repito una vez más, son las prioridades y que tú te incorpores como una prioridad para ti mismo. Y si no es por ti, no pasa nada, por tus hijos, por tu perro o por lo que sea, pero esa es la base y el resto vendrá solo.

¿Esos límites deben marcarse en distintos ámbitos de nuestra vida, tanto en el amor, como el trabajo, en las relaciones sociales?

En algunos ámbitos, como tú eliges a las personas que te acompañan resulta más fácil. En algunos que no eliges, como en el trabajo, o a los vecinos, resulta algo más complicado. También tenemos que tener claro que al final siempre nos resulta más fácil identificar, por ejemplo, a un jefe tóxico, que provoca mucho dolor. Ese jefe tóxico cuando llega a casa con su mujer se comporta igual, sigue siendo tóxico o abusivo con sus hijos, sigue siendo igual, poco respetuoso. Entonces actúa similar en diferentes situaciones. Y también una cosa clara: algunas personas como ese compañero tóxico o esa madre tóxica o ese hermano tóxico lo son porque saben que se le tolera y se le permite. Y entonces cuando uno se comporta de manera tóxica es porque sabe que puede hacerlo, entonces ahí siempre lo mejor es irte. Pero hay que marcar límites en las diferentes áreas donde estamos con personas. Y hay personas de todo signo, desde encantadoras a auténticos monstruos.

Pongámonos en la situación de que hemos marcado los límites cuando nunca antes lo habíamos hecho. ¿Cómo piensa que puede reaccionar en nuestro entorno?

Pues mal, porque están acostumbrados a algo y de repente se les acaba el chollo. Entonces va a ir mal. Por eso, a menudo, hay que renovar la agenda, porque tú has hecho amistades con una autoestima baja, con un estilo más bien sumiso, etc. Y esas amistades quieren lo que siempre han tenido. Entonces es muy difícil que cuando ganes seguridad y marques límites sigas con el mismo círculo. Es muy complicado, incluso con la misma pareja. Pero esto no significa que no debas hacerlo, al revés, porque tú no sabes la paz que se siente cuando te alejas de una persona tóxica o cuando marcas un límite y eres respetado, y no tienes que estar pensando siempre ¿le sentará mal o no le sentará mal? ¿Por dónde caerá la bronca? ¿Por dónde va a caer el drama? No sabes la paz que siente uno. Por otro lado, en muy pocas ocasiones dicen 'lo siento, no me había dado cuenta' y reaccionan bien. Normalmente como reaccionan es mal, culpabilizándote, a veces haciéndose la víctima, a veces aflojan para luego tirar... Pero suelen reaccionar mal porque se les acaba el chollo y la culpa es tuya. Pero vamos, insisto, no hay que dejar de hacerlo.