Recaída en cáncer de mama: dos oncólogas nos explican cuándo hay más riesgo

Se trata de una situación que supone un impacto emocional muy brusco para las pacientes.

Por Nuria Safont

Uno de los mayores miedos de las mujeres que han superado un cáncer de mama es la recaída. Como señala la Dra. Meritxell Bellet, oncóloga médica e investigadora del Grupo de Cáncer de Mama del Hospital Vall d’ Hebrón, de Barcelona, "una recaída supone un impacto emocional inesperado y muy brusco, que cambia la perspectiva vital drásticamente y vuelve a poner la vida 'patas arriba'". Pero una recaída no es sinónimo de enfermedad fatal. 

Para hablar de cuándo hay más riesgo y cómo se enfrentan las pacientes a este acontecimiento, hablamos con la Dra. Bellet y la Dra. Josefina Cruz, oncóloga médica e investigadora del Hospital Universitario de Canarias, en Tenerife. Ambas han participado en la campaña 'Cuenta conmigo', puesta en marcha por Lilly con la colaboración de la Federación Española de Cáncer de Mama (FECMA), así como la presentadora Anne Igartiburu y la cantante Chenoa, una iniciativa que tiene el objetivo de promover el conocimiento, la formación y el autocuidado para que las personas con cáncer de mama en riesgo de sufrir una recaída afronten esta situación en la mejor condición posible.

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¿Cuándo es mayor el riesgo de recaída?

Las especialistas en oncología nos explican que depende del subtipo cáncer de mama. Por ejemplo, el subtipo triple negativo tiene más riesgo de recaída durante los primeros tres años. "Este tipo de cáncer no tiene sensibilidad a tratamientos hormonales, ni a terapias dirigidas a anti Her2", matiza la Dra. Cruz.

En segundo lugar, están los Her2 positivos y en tercer lugar, los tumores sensibles a hormonas, denominados, luminales, que son los que normalmente tienen mejor pronóstico. Aun así, recuerda la Dra. Bellet, "los tumores luminales requieren también un seguimiento de por vida, puesto que a los cinco años el riesgo también se incrementa".

Por otro lado, cuanto más grande sea el tumor, sea del tipo que sea, y si hay afectación axilar, la probabilidad de volver a sufrirlo también es mayor. 

En resumen, en los subtipos más agresivos, como es el triple negativo o el Her2, las pacientes pueden recaer con más facilidad en los primeros 2 y 3 años, mientras que las pacientes que tienen el subtipo de cáncer de mama sensible a hormonas las recaídas suelen ser más tardías. De hecho, "pueden recaer hasta 20 años después de haber tenido el tumor primario", aclaran las expertas. 

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¿Hay algún momento en que ese riesgo ya no exista?

"Es una pregunta difícil de contestar", señala la Dra. Cruz. Por un lado, en los subtipos más agresivos como el triple negativo y el Her2, si las pacientes no han experimentado una recaída en los primeros 5 a 10 años, es "raro" que la sufran más adelante. "Pero la seguridad no es del 100%".

Por otro lado, como explicaban, las pacientes que han padecido los subtipos luminales, son las que realmente pueden tener un susto y sufrir una recaída tardía. "Aunque estos casos son anecdóticos", aclara la Dra. Cruz. Sin embargo, debido a que, aunque sea poco frecuente puede ocurrir, “los oncólogos no solemos decir que una paciente está curada del todo, sino que somos precavidos a la hora de dar ese hecho por sentado", añade. 

Por esta razón, "siempre hay que tener en cuenta de que el riesgo cero no existe y que cualquier paciente que haya sufrido cáncer de mama tiene riesgo de volver a tener un tumor. Por ello, estas mujeres deben hacerse controles de por vida, es decir, cada año deberá realizarse una mamografía", subraya la especialista en oncología del Hospital Vall d’ Hebrón. 

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¿Tener una recaída empeora el pronóstico?

"Tener una recaída no es sinónimo de enfermedad fatal", asevera la Dra. Bellet. Su colega de profesión, la Dra. Cruz, puntualiza que también hay diferentes tipos de recaídas y que ello determina el pronóstico. 

Por un lado, si la recaída es local, se reopera, se estadifica y se valora si se necesita tratamiento sistémico para ayudar a que la enfermedad no vuelva.

En el caso de que la recaída sea en una zona a distancia, es decir, en pulmón, en hígado, en hueso, o en otra localización diferente a la mama, el pronóstico empeora, puesto que ya estamos frente a una metástasis y no es posible la curación. En estos casos, sí se puede lograr que la enfermedad se cronifique, ya que hoy en día la medicina cuenta con más fármacos que pueden ayudar a estas pacientes. 

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¿Cómo lo afrontan las mujeres?

Como afirman las dos doctoras, la recaída es una situación muy dura para las pacientes. "Tanto si son precoces como tardías son, emocionalmente, muy impactantes, dado que supone remover un proceso que la paciente creía haber olvidado. Las pacientes que recibieron quimioterapia en el primero proceso recuerdan toda la toxicidad de los tratamientos, se enfrentan con un diagnóstico serio que puede comprometer la supervivencia y, en ese momento, se necesita el soporte tanto de los profesionales como de la familia, amigos para afrontar este impacto", indica Bellet. 

También dependerá del tipo de recaída. "No es lo mismo decirle a una paciente que ha recaído en una lesión local y que se puede volver a intentar opera, que se puede poner tratamiento para evitar que vuelva y que se puede curar, que nos tengamos que enfrentar a una situación en la cual debamos decirle a la afectada que no se va a curar porque se trata de una metástasis, aunque sí tratarla y alargar su vida todo el tiempo que se pueda", expone la oncóloga e investigadora del Hospital Universitario de Canarias.

En estos casos, es muy importante que las pacientes comprendan que su situación no va a tener un mal pronóstico, ni que su situación va a ser insostenible a corto plazo, pero sí que van a tener que vivir con la enfermedad. Como concluyen e insisten las especialistas, hay que ser optimistas y tener esperanzas en los nuevos tratamientos, que consiguen tener la enfermedad controlada durante mucho tiempo. Y hay que transmitírselo así a las pacientes para que esto no les afecte hasta el punto de sufrir una depresión. Por ello, es muy importante que el entorno más cercano se implique en el apoyo y en el cuidado tanto físico como emocional de estas pacientes. 

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