Cuatro teorías apocalípticas sobre el medio ambiente que podrían ser ciertas, según la ciencia

No es una moda, la ecología podría salvarnos la vida si llegamos a abrir los ojos a tiempo. Los científicos están de acuerdo en que el punto de no retorno del planeta está a punto de sobrepasarse.

Por Cristina Soria

Durante mucho tiempo el cine ha sacado provecho de nuestro placer por ver en la gran pantalla cómo se desarrollaría una apocalipsis planetaria. El día del juicio, la llegada de los alienígenas, o el impacto de un meteorito gigante nos han ocupado horas de ficción y palomitas desde hace años. Sin embargo, en un tiempo más reciente parece que todos los estudios científicos alertan sobre que el fin del mundo, tal y como lo conoces, podría estar más cerca de lo que creemos.

Puede parecer difícil de creer o de asimilar, pero lo cierto es que la ciencia ve cada vez más evidencias de que si no cuidamos el planeta y tenemos en cuenta que los recursos naturales son finitos, puede que en muy poco tiempo nos veamos inmersos en un proceso que no tendrá vuelta atrás.

Crisis climática

Hasta hace poco nos referíamos a este problema como el “cambio climático”. Sin embargo, en las últimas fechas se ha promovido dejar de llamarlo “cambio” y nombrarlo como “crisis”, porque la primera opción denotaba que se trataba de un proceso que simplemente nos llevaría a otro estado del planeta. Cuando decimos que es una crisis nos estamos refiriendo a que en ese cambio se va a producir una ruptura, una situación traumática e indeseable.

El problema, simplificando mucho, es que por la contaminación que produce el ser humano a nivel global el planeta está aumentando su temperatura de forma enormemente acelerada. Esto implica que los polos se derritan, que suba el nivel del mal, y que en las zonas geográficas donde ya hacía mucho calor comience a ser insostenibles para la vida, y en donde habitualmente había temperaturas más frías, estas se tornen más cálidas.

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Esto, en suma, acabará con cientos de miles de especies animales y vegetales, porque no podrán soportar las temperaturas, ni encontrar las condiciones básicas para su supervivencia, bien sea por la climatología y ambiente o por que otras especies desaparecen.

Desde los años 60 existen informes científicos que fechaban la fecha del fin del mundo cercana a 2050, y que definían un proceso de contaminación que se ha ido cumpliendo, paso por paso. Ahora los científicos estiman que esos informes no solo estaban en lo cierto, sino que nuestro triste final está ya a la vuelta de la esquina.

Según un informe muy reciente de The Brakthrough National Center of Climate, de Australia, en el año 2050 el calor del planeta será tan letal que en verano las personas podrían fallecer por millones, especialmente en las naciones cercanas al Ecuador. Además, habrá tal crisis de alimentos, que las guerras llenarán el planeta y las naciones se enfrentarán entre sí tan solo para poder dar de comer a sus ciudadanos.

Producción de plásticos insostenible

Ya en la fecha en la que vivimos la saturación de plástico en los océanos es un problema tan alarmante que probablemente hayamos sobrepasado el punto de no retorno. Cada año llegan al mar el equivalente de basura a 1.200 veces la Torre Eiffel, y toda esta ingente cantidad de plástico tardará más de 500 años en descomponerse. Si atendemos a la teoría anterior de la crisis climática, la botella de agua que ahora estás usando es muy probable que sobreviva a tu propia estirpe familiar.

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Sin embargo, el ritmo al que el planeta está reciclando y poniendo limitaciones legales a la producción de plásticos es del todo punto insuficiente. Solo el 30% de los plásticos que se utilizan en España llegan a ser reciclados. Sumado eso a que se están formando en el océano increíbles islas de plástico, llegando a sumar 12 millones de toneladas de basura, se están poniendo sobre la mesa todos los ingredientes para un desastre natural de dimensiones planetarias: los peces ya se alimentan de plástico, de hecho es para ellos una sustancia adictiva.

Los microplásticos ya están en nuestro cuerpo, están llegando a la cadena alimentaria desde el océano. Se trata de partículas de plástico inferiores a 5 mm y que proceden de trozos mayores que por la descomposición se han ido desprendiendo de estos, sin que puedan ser retenidos por las depuradoras o por los procesos selectivos de los alimentos porque son demasiado pequeños. Un bote de 100 ml de plástico puede contener hasta 3 millones de bolitas microscópicas de plástico. Todo esto acaba con nuestros recursos naturales, los océanos, la fauna marina y nuestra salud, y estamos traspasando todos los límites.

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Crecimiento de la población humana

El crecimiento de la población mundial es un dato exponencial. Gracias a los avances en medicina, la mejora de la calidad de vida y una mejor dieta, el ser humano ha pasado de una esperanza de vida de 35 años a mediados del siglo XIX a los 72 de media en los que se mide ahora la longevidad a nivel global.

Esto produce que mientras que a mediados del siglo XIX existían poco más de 1.200.000 habitantes en el planeta tierra, en la actualidad seamos 8.000.000 de humanos. Y la triste realidad es que el planeta no tiene recursos para alimentarnos a todos, y mucho menos a los 10.000.000 de habitantes que se estiman para los próximos años.

Es necesaria una racionalización urgente de los alimentos que impliquen procesos productivos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente. La carne es uno de los alimentos que más caros le sale al planeta  y que demuestra con datos muy claros que las industrias cárnicas no tienen cabida en el futuro de la alimentación mundial, pues producir un solo kilo de carne de vaca necesita 15.500 litros de agua. En un futuro en el que el agua será un bien escaso en un planeta volcado una crisis climática, este tipo de alimentos serán un lujo inasumible.

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Los disruptores endocrinos

Las industrias químicas llevan varias décadas produciendo disruptores endocrinos, que son sustancias que alteran el sistema hormonal de los seres vivos. Por sí solo, un disruptor no provoca problemas concretos, según se ha comprobado. El problema está en cuando estos disruptores están en el ambiente y se mezclan. Las consecuencias no están medidas y pueden ser sorprendentes.

La comunidad médica, científica y ecologista advierte de que muchas de estas sustancias químicas son las causantes de una infertilidad creciente en las zonas industrializadas. Cada vez occidente tiene más problemas para concebir, nacen hombres con menos espermatozoides y se descubren alteraciones preocupantes que constituyen malformaciones en el aparato reproductor masculino, como la criptorquidia y la hipospadia.

En un planeta en el que cada vez estamos más rodeado de disruptores endocrinos, los genetistas comienza a alertar de que el daño que podríamos estar sufriendo es irreparable, pues existen estudios que apuntan a que son cancerígenos, y pueden provocar diabetes, enfermedades neurológicas y obesidad.

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