Cáncer de útero: qué es, tratamiento y pronóstico

También conocido como cáncer de endometrio es uno de los cánceres ginecológicos más frecuentes. Si se detecta en fases precoces, la supervivencia es muy alta

Por Nuria Safont

El cáncer de útero o de endometrio es aquel que afecta a la cavidad uterino, el órgano del aparato reproductor de la mujer en el que se desarrolla el feto. No debe confundirse con el de cérvix o cuello de útero, la zona más inferior y situada en el interior de la vagina. 

El útero, que tiene forma de pera invertida, está formado por dos capas. La más interior se denomina endometrio. La exterior es la capa muscular o miometrio, que es la que tiene la capacidad de contraerse durante el parto. 

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¿Qué es el cáncer?

Nuestro organismo está formado por millones de células que se dividen para formar nuevas células que reemplazan a otras que ya están viejas o mueren. De este modo, los órganos de nuestro organismo funcionan y se mantienen correctamente. El mecanismo que regula la muerte celular, necesaria para mantener un equilibrio, se denomina apoptosis.

Tanto la división celular como la muerte de las células son mecanismos estrictamente regulados pero en ocasiones, ambos pueden fallar y la  célula comienza a dividirse sin sin control dando lugar a un tumor. Si este tiene capacidad de invadir otros tejidos diferentes al órgano de origen se denomina metástasis.

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¿Qué es el cáncer de útero?

El cáncer de útero es un tumor maligno y el quinto en incidencia en mujeres, se localiza en la capa más interna del útero. "Es el cáncer ginecológico más frecuente en la mujer y también el más difícil de tratar si se diagnostica en fases avanzadas. Sin embargo, cuando el diagnóstico es precoz, tiene un alto porcentaje de supervivencia", indica la doctora Gema Moreno-Bueno, asesora jefe del Laboratorio de Investigación Traslacional de MD Anderson Madrid.

Afecta a una de cada 36 mujeres en España y se diagnostica, la mayoría de las veces, durante o tras la menopausia. Sin embargo, un 15% de los casos también afecta a mujeres jóvenes.

Entre los factores de riesgo de esta enfermedad se encuentran: 

  • La edad
  • La obesidad
  • Haberse sometido a un tratamiento estrogénico
  • Antecedentes familiares
  • Haber padecido otros tipo de cáncer también aumenta el riesgo

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Síntomas 

Una de las causas por las que este tipo de cáncer se diagnostica en fases más avanzadas es por la inespecificidad de los síntomas. Por ejemplo, "una de las señales de alarma es el sangrado anormal. Sin embargo, al tratarse de una enfermedad que suele aparecer en la menopausia o postmenopausia, esta hemorragia puede no asociarse a un proceso oncológico", advierte la especialista. En cualquier caso, cualquier sangrado que se dé en mujeres menopáusicas debe ser valorado por un especialista, al igual si aparece entre menstruaciones o si hay un sangrado más abundante de lo normal. 

Un dolor abdominal que no se relaciona con ninguna enfermedad gastrointestinal o una pérdida de peso injustificada también son síntomas que deben ser comunicados a un médico. 

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Cómo se diagnostica el cáncer de útero 

Exploración física: durante la visita anual al ginecólogo, este realizará una palpación de la vagina, cuello de útero y ovarios. 

Citología o prueba de Papanicolau: esta prueba se realiza para detectar células anormales en el cuello del útero. En ocasiones, puede poner sobre la pista de un problema en el útero. 

Marcadores tumorales: si el ginecólogo tiene alguna sospecha, sobre todo en base a antecedentes familiares, puede solicitar la realización de un análisis de sangre con marcadores tumorales. Se trata de unas sustancias que se encuentran en cantidades superiores en la sangre y que puede deberse a la presencia de un tumor. Los resultados deben ser valorados por un médico, puesto que no constituyen un método de diagnóstico definitivo. Ecografía transvaginal: se inserta un aparato de ultrasonidos en la vagina para registrar imágenes del útero. Si el endometrio se ve alterado o con un grosor anormal es posible que el médico solicite una biopsia. 

Tomografía computerizada (TAC): también llamado escáner administra rayos X a partir de diversos ángulos para formar cortes o secciones del interior del cuerpo. Permite detectar tumores y medir su tamaño. 

Resonancia magnética nuclear (RMN): se trata también de una prueba de imagen pero, a diferencia del TAC, crea un campo magnético para obtener imágenes muy precisas del interior del cuerpo. 

Biopsia: es la extirpación de una cantidad pequeña de tejido del endometrio y que se analizará en el microscopio para detectar células cancerígenas. Se realiza mediante un tubo que se inserta en el útero a través de la vagina y cuello uterino. 

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Aspirado uterino, un posible método de diagnóstico precoz

Según explica la doctora Gema Moreno-Bueno, el aspirado uterino, toma de muestra menos dolorosa que la biopsia convencional, podría constituir una forma para detectar el cáncer de útero menos invasiva. "Realizamos un estudio en el que vimos que, aunque un 30% de los aspirados son acelulares, sí se pueden detectar alteraciones moleculares en el ADN circulante presente en esta muestra que podrían ponernos bajo la pista de que hay que seguir indagando por si hay un tumor.

"Este método de diagnóstico podría evitar biopsias más agresivas, por lo que seguimos analizando y validando su utilidad clínica sobre todo para el diagnóstico precoz de este tipo de cáncer y para la detección de metástasis de forma temprana", señala la especialista.

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¿Cuál es el pronóstico?

En estadios tempranos, cuando el tumor está confinado en la cavidad uterina, el pronóstico es muy bueno (más del 80% de las pacientes sobreviven a los cinco años). De hecho, "bastaría con realizar una histerectomía (extirpación del útero) y radioterapia", explica. 

Sin embargo, si se diagnostica en estadios avanzados y el tumor ha salido de la cavidad uterina, la supervivencia se reduce significativamente, hasta un 30% a los cinco años. Además, ese trata de un tumor molecularmente muy heterogéneo, lo que dificulta el tratamiento. 

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Hacia dónde se dirige la investigación 

A pesar de ello, hay razones para el optimismo. En la actualidad, y gracias a la secuenciación del genoma, cada vez hay más conocimiento de los nombres y apellidos de los genes asociados al desarrollo del tumor e identificando nuevos tratamientos dirigidos  a combatir la alteración en estos genes. "Si somos capaces de identificar qué genes están alterados en cada paciente, seremos capaces de establecer tratamientos específicos para poder atacar cada tumor", asegura la experta en oncología molecular.

Por otro lado, la inmunoterapia también está resultando muy efectiva en algunos tipos de cáncer que tienen muchas mutaciones. Es el caso del melanoma  o en el cáncer de pulmón. En el caso del cáncer de endometrio, se estima que alrededor de un 15% podría beneficiarse de estos tratamientos y actualmente se está investigando la eficacia de la inmunoterapia para tratarlos.

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