¿Cosmética, dermocosmética o cosmecéutica? Dime cómo es tu piel y te diré qué necesitas

Saber identificar los mensajes de tu piel es clave para elegir el mejor tratamiento. Te ayudamos a encontrarlo con ayuda de nuestras expertas

Por Elisa García Faya

Cosmético: 1. adj. Dicho de un producto: Que se utiliza para la higiene o belleza del cuerpo, especialmente del rostro. 

Perfecto. Hasta aquí no tenemos dudas sobre la definición de la RAE. Pero, ¿en qué punto un cosmético se convierte en un medicamento? ¿Pueden todos los productos de belleza más novedosos considerarse cosméticos? ¿Qué tipos de cosméticos existen? Hemos querido resolver todas las dudas con el objetivo de que sea más fácil encontrar la fórmula que tu piel de verdad necesita.

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Como punto de partida, Rocío Escalante, farmacéutica y fundadora de su homónimo centro de belleza en Madrid y la farmacia Arbosana, también ubicada en la capital, “según el reglamento por el que se rigen los cosméticos, se considera como tal toda sustancia o preparado destinado a ser puesto en contacto con diversas partes superficiales del cuerpo”. Esas partes superficiales del cuerpo pueden ser: 

  • El pelo
  • El cuero cabelludo
  • Las uñas
  • Los labios
  • Los órganos genitales externos
  • La cavidad bucal

Además, para distinguirlos, hay que tener en cuenta la finalidad y la función de los cosméticos: 

  • Limpiar
  • Perfumar
  • Modificar el aspecto de cual sea de esas superficies
  • Corregir olores corporales 
  • Proteger o mantener en estas partes en buen estado

Los cosméticos, nos cuenta Escalante, nunca pueden ser ingeridos, inhalados ni inyectados. Esto hace que se puedan categorizar en cremas, emulsiones, lociones para el cuidado de la piel y todos los productos de maquillaje, perfumes, jabones, desodorantes, tintes para el cabello, productos de afeitado, productos para el sol y productos dentales, por ejemplo. 

¿Cómo identificamos un buen cosmético?

Todos los cosméticos de España (y Europa) se rigen por el mismo reglamento de manera exhaustiva y está súper garantizada su seguridad, composición y requisitos de envase. Así, sabremos si estamos ante un buen cosmético si en su envase figura datos como si se ha fabricado en España o se ha importado, la fecha de duración mínima, el contenido, las funciones del producto cosmético, etc. Pero ¡la cosa no acaba aquí!

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Cosmética, dermocosmética y cosmecéutica: ¿quién es quién en esta historia?

Marta Barrero y Elena Ramos, farmacéuticas, expertas en dermocosmética y directoras de The Secret Lab, diferencian estos tres términos, que a veces usamos (leemos) a la ligera de la siguiente manera:

  1. La función de un producto cosmético (que podemos encontrar a la venta en cualquier superficie) es la de embellecer la piel y mejorar su visibilidad de forma superficial
  2. Un dermocosmético (a la venta en farmacias, parafarmacias y centros de belleza especializados) también puede tratar una patología o solucionar un problema específico (acné, pigmentación, sequedad, grasa, flacidez...) siendo siempre mucho más respetuoso con nuestra piel que un cosmético, garantizando al máximo que no produzca problemas de alergias y reacciones…
  3. Dentro de la dermocosmética, encontraríamos la cosmecéutica, una disciplina híbrida a medio camino entre la medicina y la cosmética, que llega a la dermis (algo que no siempre logra la cosmética tradicional) la capa de la piel sobre la que se debe actuar si queremos aumentar la hidratación, estimular la síntesis de colágeno y trabajar los problemas de la piel, tanto los derivados de la edad como las patologías concretas. 

Ahora bien, ¿es la cosmecéutica el punto en el que convergen la cosmética y la medicina? ¡No! La cosmecéutica, como nos explican las farmacéuticas, suele diferenciarse de los medicamentos no solo en el porcentaje de principio activo, sino también en la galénica, que hace que sea más gustoso (en textura, olor, etc.) a la hora de aplicarlo en la piel.

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En definitiva, la dermocosmética (y dentro de ella la cosmecéutica) es cosmética aplicada a la piel con una garantía científica y dermatológica que asegura beneficios superiores a los que ofrece la cosmética. Se trabaja con productos que consiguen tratar un problema desde el origen o lograr un efecto concreto en la piel, y que están testados científicamente. Además, el control de calidad al que se someten los dermocosméticos garantiza tanto su eficacia como su seguridad, algo que no suele suceder con los productos cosméticos. 

Gracias a su cuidada composición y a los exhaustivos controles a los que se somete, la dermocosmética es apta para hidratar, nutrir y tratar todo tipo de pieles, centrándose en aquellas con necesidades especiales. Se suele recomendar sobre todo en pieles sensibles, pieles con alguna problemática o patología concreta (como las mencionadas anteriormente). Sin embargo, también está indicada para personas que buscan mayores resultados y con un efecto más prolongado y duradero que los que ofrece la cosmética tradicional.

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Por último, es fundamental remarcar que, mientras que los cosméticos (y también algunos productos de dermocosmética) contienen bajas concentraciones de principios activos, la cosmecéutica se formula con principios activos eficaces y en concentraciones lo suficientemente elevadas como para conseguir un efecto visible en la piel; son ingredientes con actividad probada, demostrada y cuya composición es segura y eficaz como la Vitamina C, el Retinol, el ácido hialurónico o los alfa y beta hidroxiácidos. Sobre ellos se realizan casi el mismo número de ensayos que sobre un medicamento, para garantizar la seguridad y eficacia.