El día a día de Benedicto XVI tras renunciar al papado

Los últimos años de su vida los ha dedicado plenamente a la oración y al estudio

Por hola.com

Benedicto XVI ha fallecido hoy, sábado 31 de diciembre a las 9.34 horas, a los 95 años en el monasterio vaticano del Mater Ecclesiae, según ha informado el Vaticano. Desde que en febrero de 2013 anunciara su renuncia como Sumo Pontífice de la Iglesia católica por "falta de fuerzas", como dijo entonces, su vida estaba dedicada plenamente a la oración. Residía en el monasterio Mater Ecclesiae, situado en el interior de los jardines vaticanos. Y allí ha vivido todo este tiempo con total tranquilidad, mientras se iba apagando "lenta y serenamente", como explicaba su secretario, el arzobispo Georg Gänswein, sobre su estado de salud.

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Su rutina, antes de empeorar gravemente, era muy sencilla: se levantaba muy temprano para asistir todos los días puntual a la misa que, a las 7:30 de la mañana, monseñor Gänswein celebraba en la capilla del monasterio. Junto a él, siempre las cuatro laicas que se dedicaban al cuidado de la vivienda. Tras la eucaristía diaria, pasaba largas horas rodeado de libros, que lo han acompañado a lo largo de toda su vida.

No ha dejado, por tanto, de leer y de estudiar todo este tiempo. También dedicaba todos los días un rato para leer las numerosas cartas que recibía y, hasta que tuvo dificultades para andar, daba un pequeño paseo a las 19:00 por la gruta de Lourdes, situada en los jardines vaticanos, como recoge Alfa y Omega. Cenaba a las 19:30, al tiempo que se informaba de la última hora de los acontecimientos internacionales viendo las noticias por televisión.

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Cuando aún tenía fuerzas para realizar pequeñas salidas de Mater Ecclesiae, almorzaba en ocasiones con el Papa Francisco en Santa Marta, la residencia oficial de los cardenales y contigua a la Basílica de San Pedro. Ya hacía tiempo que el pontífice emérito no salía de su residencia y era su sucesor el que iba a visitarlo.

También era allí, en Mater Ecclesiae, donde el Papa acudía a presentarle a los nuevos cardenales cada vez que había un consistorio en el que se nombraban nuevos purpurados. El más reciente tuvo lugar el pasado mes de agosto y Francisco fue fiel a su cita, prueba de que Benedicto XVI estuvo cumpliendo hasta el último momento con ciertas obligaciones derivadas del cargo al que había renunciado años atrás.

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Incluso el mismo mes de diciembre, en el que su estado de salud empeoró gravemente, tuvo la fortaleza de recibir a los ganadores del Premio Ratzinger 2022, que otorga cada año la fundación vaticana que lleva su nombre a quienes hayan destacado por su contribución al diálogo entre la fe y la razón. En esa ocasión, la prensa no estuvo presente, pero sí se distribuyeron una par de imágenes del encuentro, en las que Benedicto aparecía visiblemente deteriorado y aun así, en una de ellas, sin perder la sonrisa.

 

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