La infanta Cristina e Iñaki Urdangarin asisten orgullosos al debut de su hijo Pablo como jugador del Barcelona

Con 20 años, el segundo hijo del matrimonio sigue los pasos de su padre, quien jugó además en el mismo equipo

Por Belén Nava M.

Mientras doña Sofía y la infanta Elena disfrutaban en la catedral de Atenas de la boda de Philippos de Grecia y Nina Flohr, la infanta Cristina se encontraba la tarde del sábado a más de tres mil kilómetros de la capital helena siendo testigo de un momento único e inolvidable para ella: el debut de su hijo Pablo como jugador de balonmano del Barcelona, que se enfrentaba en la octava jornada de la Liga Asobal al Bada Huesca. En las gradas, tanto la hermana mediana de Felipe VI como su marido, Iñaki Urdangarin, se mostraban visiblemente orgullosos y muy atentos al partido, especialmente a los 19 minutos que el segundo de sus cuatro hijos disputó con el primer equipo. En ese tiempo, el joven deportista tomó el relevo de Blasz Janc y marcó tres de los 39 goles totales que dieron la victoria al club blaugrana frente a los 30 del contrincante.

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Al finalizar el encuentro, el sobrino de Felipe VI se acercó a las gradas del Palau blaugrana en las que estaban sentados sus padres y también otros acompañantes. Junto a ellos mantuvo una charla en la que no faltaron las sonrisas así como los gestos de cariño y admiración . Además, la Infanta, sin poder ocultar su felicidad por este importante paso en la vida profesional de su hijo Pablo, sacó su móvil y le fotografió con la equipación puesta para recordar siempre este debut que supone un punto de inflexión en una carrera que avanza a pasos agigantados. A punto de cumplir 21 años (los hará en diciembre) lleva un año formando parte del Barcelona, hace aproximadamente un mes debutaba con el segundo equipo y ahora gracias a su esfuerzo, constancia y talento ha dado el salto al primero de la mano del técnico Antonio Carlos Ortega.

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El octavo en la línea sucesoria de nuestra monarquía mide 1,94 metros, es zurdo y juega como extremo derecho con el dorsal 77, un número con el que rinde homenaje a su padre, que usó el 7. Cabe recordar que Iñaki Urdangarin se dedicó al balonmano de manera profesional entre los años 1986 y 2000. Al igual que ahora su hijo, desarrolló su carrera el Barça y también formó parte de la Selección Española, con la que ganó dos medallas de bronce en los Juegos Olímpicos de Atlanta y Sidney. Durante una entrevista con La Vanguardia previa al partido de Pablo, el marido de la infanta Cristina aseguró sentirse muy orgulloso de ver llegar tan lejos a su hijo y el hecho de que sea en el mismo club donde él estuvo lo hace más emotivo si cabe.

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Urdangarin también quiso recalcar que su hijo, que actualmente vive en la Masía del Barça, ha tenido una formación deportiva "complicada". El joven nació en Barcelona en el 2000 pero cuando era solo un niño se trasladaron a vivir a Washington (Estados Unidos), donde no había equipos de balonmano. Años más tarde se mudaron a Ginebra (Suiza), donde sí pudo practicar este deporte a pesar de que los equipos eran "flojos". Antes de regresar a España formó parte de clubes juveniles de Nantes y Hannover. Cuando estaba en este último recibió durante un partido la visita de su madre; sus abuelos, los reyes Juan Carlos y Sofía y Claire Liebaert; y su tía, la infanta Elena.

Una celebración ¡por partida doble!

Este sábado era un día intenso y lleno de emociones para Iñaki Urdangarin. El debut de su hijo se producía en el Palau blaugrana en un día clave para este recinto ya que cumplía cincuenta años. La instalación deportiva inaugurada el 23 de octubre de 1971 conmemoraba sus 'bodas de oro' con un acto en el que se descubrió una placa conmemorativa y se hizo una foto de familia en la pista. De esta imagen para el recuerdo formaban parte, además del marido de doña Cristina, jugadores como Enric Masip, Francesc López Balcells y Xavier O'Callaghan así como allegados de Agustí Montal, el presidente que lo inauguró, y de Francesc Cavaller y Josep Soteras, arquitectos que lo llevaron a cabo.

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Urdangarin se desplazó hasta la ciudad condal desde Vitoria, donde tiene fijada su residencia. Desde este verano ya solo tiene que ir un día a la semana a la cárcel de Zaballa (Álava) gracias a la modalidad de control telemático por el que cumple el tramo final de su condena en semilibertad, una decisión que se suma a la autorización judicial para poder salir de España por motivos laborales. Su día a día pasa por vivir en casa de su madre y trabaja en un bufete de abogados.