¿Cuáles son las consecuencias en la pareja?
Aunque a priori, desde una sociedad actual que busca la igualdad en todos los campos, no suene deseable tener una pareja dominante, la realidad no es así de sencilla. La dominancia no implica violencia per se y, de hecho, los estudios reflejan que hay más probabilidad de enfrentamiento en parejas en las que los niveles de dominancia están muy equiparados, ya que chocan más en un intento por dominar.
Hay quienes buscan tener parejas dominantes, ya que, como hemos visto, es un rasgo que tiene ciertas ventajas y también para la pareja. En este sentido, las investigaciones nos hablan de varios motivos por los que una persona puede buscar una pareja dominante que la compenetre y que le aporte beneficios a su vida:
- Por un lado, desde la teoría de la selección natural se explica que las mujeres puedan mostrar una mayor tendencia a buscar hombres dominantes, y más en el punto álgido de su ciclo menstrual. ¿El motivo? En la naturaleza, y nuestros antepasados no eran menos, se valora positivamente al líder, al individuo de carácter más dominante y fuerte del grupo. Un referente de protección y… con unos mejores genes.
- Por otro lado, investigaciones más recientes han encontrado hay variables individuales que afectan al margen de las posibles diferencias de género, hay dos perfiles de personas (hombres y mujeres) que pueden preferir tener una pareja dominante a su lado:
- Las personas más impulsivas, que toleran peor el aburrimiento y que quieren vivir experiencias. Como hemos dicho, la persona dominante es enérgica, activa y audaz, con lo que estaría en principio en disposición de cubrir esta necesidad de emociones que necesitarían estas personas.
- Las personas con una ansiedad elevada pero con poca necesidad de búsqueda de emociones. Para ellas, una manera de gestionar esta emoción sería contar con un regulador externo: una persona dominante, protectora y segura de sí misma.
Así pues, como vemos, las consecuencias pueden incluso ser positivas, ya que una pareja será sana siempre y cuando ambas partes se complementen en sus diferencias individuales, se aporten la una a la otra y, con ello, logren ser felices.
Como última puntualización, y para que la pareja mantenga al margen las fricciones lo máximo posible, la persona dominante debería tratar de trabajar una disposición más generosa hacia la pareja y menos individualista; que facilite la negociación de normas y el acoplamiento de los roles de la pareja. Si, por el contrario, se desmadrara la dominancia de esta persona y su egoísmo, podrían aparecer conductas abusivas y dictatoriales; ahí es cuando la dominancia deja de estar al servicio de la pareja y aparece el problema.
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