Los Alpes suizos también son para el verano

Por las ventanas de los ferrocarriles que recorren la región de Jungfrau asoman valles alpinos salpicados de vacas y chalets de madera, lagos de color azul celeste, glaciares, impresionantes cascadas, pueblos preciosos y las cumbres siempre nevadas del Oberland bernés. Un decorado de cuento que no puede ser más real.

Por ESPERANZA MORENO

Tiene sentido comenzar el viaje en la elegante Zúrich, a poco más de dos horas en avión desde España, o en Berna, la capital suiza, cuyo casco antiguo es Patrimonio de la Humanidad, porque cómodamente en tren se alcanza el Oberland bernés, corazón geográfico de Suiza. Interlaken es la puerta de entrada a la región de Jungfrau. Su nombre ya da pistas de su ubicación, pues está situada entre dos lagos, el de Thun y el de Brienz, rodeados de un paisaje montañoso espectacular.

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Interlaken es un buen campamento base para las excursiones imprescindibles por este entorno y no parar quieto. Se puede empezar subiéndose a alguno de los barcos que navegan por los lagos y contemplar en el trayecto los coquetos pueblos y ciudades que toman asiento en sus orillas, como Thun, que tiene un bonito centro histórico, con casas de colores, bares con ambiente junto a las aguas del río Aare y un castillo en lo alto. También a este mismo lago se asoma la fortaleza de Oberhofen, reconvertida en museo y rodeada de jardines, y las cuevas de San Beato, con estalactitas y estalagmitas formadas durante millones de años. Mientras que Brienz, la localidad que da nombre al lago, dicen que tiene la calle más bonita de Europa, con sus casitas de madera con floridos balcones.

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JET BOAT EN EL LAGO BRIENZ

Para liberar adrenalina, cerca de la estación de tren de Interlaken Ost se encuentra el embarcadero de Böniguen, del que salen los jet boats que surcan las aguas azul turquesa del lago Brienz a gran velocidad mientras se hacen giros y piruetas. Las salpicaduras están garantizadas, pero también las vistas de 360º de este precioso entorno en el que también encontramos las cascadas Giessbach.

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EN FUNICULAR AL MONTE HARDER KULM

Y si hablamos de vistas, no hace falta alejarse del centro de Interlaken –donde hay que hacerse también una foto en su jardín japonés con su coqueta iglesia de tejado puntiagudo de fondo– para contemplar la panorámica extraordinaria de los lagos y montañas que lo enmarcan, pues aquí mismo se alza el Harder Kulm, a 1322 metros.

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Un funicular asciende en apenas 10 minutos hasta lo alto, donde hay una plataforma suspendida y con suelo de cristal no apta para los que sufran de vértigo. Más relajante será sentarse en su restaurante y quedarse a comer o despedir el día con la mirada puesta en el macizo rocoso que forman los picos Eiger, Mönch y Jungfrau (el Ogro, el Monje y la Doncella), el perfecto skyline de los Alpes berneses, con múltiples opciones de turismo activo.

JUNGFRAUJOCH, LA ESTACIÓN DE TREN MÁS ALTA DE EUROPA

A solo media hora en tren de Interlaken, Grindelwald es un bonito y turístico pueblo que muchos toman como punto de partida para iniciar sus rutas y actividades por las montañas cercanas. La primera, la que tiene como meta la Jungfraujoch, la estación ferroviaria más alta de Europa, a 3345 metros de altura y rodeada de picos de 4000 metros.

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Ya solo el trayecto es una experiencia tan única como fascinante, primero por los paisajes que se contemplan, también por el desnivel de casi 1400 metros que se salva y porque una parte del ascenso se realiza en el Eiger Express, el telecabina más moderno del mundo. Los últimos 7 kilómetros (o todo el recorrido, si se quiere) se hacen a bordo de un tren cremallera único en Europa que discurre por un túnel bajo los colosos alpinos construido heroicamente a finales del siglo XIX. En el camino, el tren hace una parada para contemplar este mundo glaciar desde la galería la cara norte del Eiger, reto de alpinistas.

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Alcanzada la estación de Jungfraujoch, entre las cimas del Mönch y del Jungfrau, ¿qué se puede ver y hacer arriba? Pues mucho más de lo que uno esperaría. En el ascensor más rápido de Suiza se alcanza la terraza del observatorio Sphinx, que también es el edificio construido a mayor altitud del continente europeo. Desde aquí la panorámica es sobrecogedora, llegándose a ver, en días claros, la Selva Negra alemana. A un lado se observa el infinito glaciar Aletsch, una autopista de nieve y hielo de 22 kilómetros abriéndose camino entre los Alpes. Jungfrau y Aletsch, junto con el pico Bietschhorn, forman parte del Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

Después de pisar la nieve en la planicie del glaciar y hacernos la foto con la bandera suiza y otra vista del entorno, toca descubrir el mundo subterráneo que se esconde bajo el macizo rocoso, empezando por viajar en el tiempo para conocer la construcción de esta gran obra de ingeniería.

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Si sorprende caminar por la galería de hielo excavada en los años 30 del pasado siglo, donde además de esculturas (de hielo, por supuesto) hay barricas, porque, aunque parezca mentira, el whisky también se cría a temperaturas bajo cero; una experiencia única será tomarse un rösti en el restaurante Crystal con la mirada absorta en el glaciar. Y deliciosa y tentadora, la visita a la tienda de chocolate suizo en la cima más alta de Europa.

CAMINATA A KLEINE SCHEIDEGG

El descenso de las alturas se hace en el tren cremallera, pero también se puede combinar con una ruta a pie por el entorno. Desde la estación de Eigergletscher parte un amplio sendero –en invierno es una pista de trineos–, sin ninguna dificultad, que llega hasta Kleine Scheidegg (una hora). El camino, con impresionantes vistas de las masas de hielo del Eiger, el Mönch y el Junfrau, que parecen estar tan cerca que se pueden tocar, deja a un lado una fábrica de chocolate –también de récord, pues es la situada a mayor altura de Europa–, pasa por un antiguo refugio tematizado que muestra cómo eran las condiciones espartanas de los pioneros alpinos y permite admirar el cercano lago Fallbodensee.

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Al llegar a la turística Grindelwald todavía quedará tiempo para pasar por la panadería-confitería Ringgenberg y probar los premiados panes de masa madre o los ‘top of chocolate’ que salen del horno de Christian Bigler. O comprar uno de los reconocidos quesos suizos que venden en la tienda Der Laden (eigernessderladen.ch).

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VOLANDO COMO PÁJAROS EN GLINDELWALD-FIRST

Al día siguiente, esperan las atracciones de la estación de montaña Grindelwald-First, a 2168 metros de altitud, a la que, con algo de esfuerzo, se puede subir caminando o, más cómodo, en 25 minutos, en telecabina, sobrevolando prados de un verde intensísimo salpicados de casas de madera y vacas pastando. Tras dos estaciones intermedias, una vez arriba, existen infinidad de senderos para seguir, como el que lleva en dos horas a Bachalpsee, uno de los lagos más bonitos de Suiza, con las cumbres nevadas de la montaña Schreckhorn reflejándose en sus aguas azules y cristalinas.

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Si en el First Cliff Walk se pone a prueba el vértigo cruzando un puente colgante de 40 metros y una pasarela construida sobre el vacío antes de llegar a un mirador a gran altura; los más intrépidos (a partir de 10 años y una altura mínima de 130 cm) descargan adrenalina deslizándose ladera abajo en una trotbike (bici-scooter), en una especie de kart sin motor, lanzándose en paracaídas o suspendidos de un cable en el First Glyder –que simula un águila– y el First Flieger, dos tirolinas de 800 metros que descienden a 84 kilómetros por hora. Y entre atracción y atracción siempre se puede encontrar descanso en la terraza del restaurante First y deleitarse contemplando, a 2200 metros, tan magnífico entorno respirando el aire más fresco de la montaña.

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MUY PRÁCTICO

Interlaken, puerta de entrada a la región de Jungfrau, se encuentra a una hora de Berna y a 2 de Zúrich, con conexiones diarias con Iberia (iberia.com) desde Madrid y otros aeropuertos españoles. Para este vuelo de unas 2 horas de duración, como todos los de menos de 4 horas y media, la compañía aérea ofrece el nuevo servicio Pre-order, con el que podrás realizar tu pedido de comida a la carta hasta 8 horas antes de la salida desde la capital o 24 horas desde otro punto. Además, los viajeros de clase Business tienen a su disposición en la T4 del aeropuerto de Madrid, dos modernas salas VIP con 5000 metros cuadrados para el descanso y con una amplia oferta gastronómica.

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CÓMO MOVERSE

Para moverse por la región lo más recomendable es sacarse un pase con viajes ilimitados en tren. El bono de 3 días, que incluye trayectos en barco en los lagos Thun y Brienz, sale por 184 €; si incluye un viaje al Junfraujoch-Top of Europe, cuesta unos 240 €. También existe un pase de temporada que permite uso libre de todos los transportes, desde 399 €. Entre 6 y 15 años, cualquiera de los bonos tiene un precio de 30 €.

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PARA DORMIR

A solo 200 metros de la estación de tren de Interlaken Ost, en el Hotel Carlton-Europe (carltoneurope.ch), un histórico alojamiento de cuatro estrellas en una ubicación tranquila, pero céntrica. En Grindelwald, en el Eiger Selfness (eiger-grindelwald.ch), céntrico de gestión familiar y con habitaciones, apartamentos, suites y un centro de bienestar. También cuenta con restaurante y taberna.