EXPERIENCIAS ÚNICAS

El modo más sencillo de cruzar de España a Portugal es… ¡en tirolina!

Entre la localidad onubense de Sanlúcar de Guadiana y la lusa de Alcoutim discurren las aguas del Guadiana, que hace décadas dejó de ser una frontera entre ambos países. Un largo cable de hierro de poco más de 700 metros une ahora ambas orillas.

Por Manuel Mateo Pérez

Viajar por carretera entre Sanlúcar de Guadiana –a 30 kilómetros de Ayamonte y a 50 de Huelva– y Alcoutim, en Portugal, es un viaje de 2 horas largas. Pero hacerlo en tirolina es un viaje de apenas un minuto. Ambas localidades blancas están unidas por la primera tirolina transfronteriza del mundo, un largo cable de hierro que une las dos riberas del Guadiana y lleva volando de un lugar a otro.

La excitante aventura comienza en Sanlúcar de Guadiana y la ha puesto en marcha la empresa Límite Zero (limitezero.com). De su puerto fluvial parte un vehículo todoterreno que sube a los saltadores hasta una zona alta del pueblo. El camino deja a un lado el castillo blanco de San Marcos y termina en la cima de un cerro. Una pasarela de madera conduce hasta la plataforma en la que se halla uno de los dos extremos de la tirolina. Solo existe un requisito: pasarlo bien. La edad mínima para su disfrute está fijada en 14 años y no se necesita experiencia previa alguna. El trayecto cuesta 20 €, e incluye un billete de vuelta en embarcación.

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Al entrar en la plataforma, el personal especializado ofrece un casco de protección y asegura los arneses. En ese momento la excitación es máxima porque lo que se ve enfrente es un inmenso vacío, los dos pueblos a los pies y entre ellos las aguas del río Guadiana. El corazón se acelera y los ojos se clavan hacia la orilla opuesta.

Una vez armados y con las dos manos sosteniendo la polea anclada en el cable es necesario dar dos pasos atrás para tomar impulso. Los guías ayudan al lanzamiento. Uno de ellos sostiene por detrás mientras un segundo abre la pequeña puerta de madera que se abre a la inmensidad del paisaje. Los primeros segundos son los más excitantes. Una mezcla de miedo, excitación y ansiedad corre por todo el cuerpo.

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En el arranque se gana en velocidad hasta alcanzar los 80 kilómetros por hora. El trayecto es de 720 metros y el viaje dura unos 50 segundos. Pero no es un minuto cualquiera. Durante ese tiempo, mientras se siente el viento en el rostro, uno es consciente de la velocidad, de contemplar el paisaje del cerro y el caserío blanco de Sanlúcar al lado izquierdo, de sobrevolar las aguas pardas del Bajo Guadiana, cruzar los sotos de la ribera portuguesa y acabar frenando en la pasarela situada a las afueras de la localidad lusa de Alcoutim.

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Al llegar a Portugal se tiene no solo la seguridad de estar en un país distinto sino la certeza de que se ha ganado una hora al día, de que es necesario atrasar 60 minutos los relojes. En la plataforma donde se sitúa el extremo opuesto de la tirolina esperan otros guías que ayudan a situarse en tierra firme, a desmontar el arnés y desabrochar el casco. Es el momento de girar la cabeza y dirigir la mirada hacia la orilla española, allí donde se halla el punto desde donde partió este singular viaje, sobre el cerro desnudo.

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La pasarela de llegada se localiza a las afueras de Alcoutim, un pueblecito encantador, de casitas blancas de una sola planta, cubiertas de tejas árabes a dos aguas y con puertas pequeñas y ventanas pintadas con vivos colores. Alcoutim está empedrado, al igual que Sanlúcar, pero es algo más pequeño que su pueblo hermano. En el cerro de Santa Bárbara toma asiento el Velho Castelo, cuyos orígenes árabes se remontan al siglo IX. En cambio, el Castelo Novo es más reciente, del XVI, y es como una suerte de espejo del castillo sanluqueño de San Marcos, encaramado en la orilla de enfrente.

La ribeira de Cadavais acoge el puerto fluvial de Alcoutim, del que parte a cada hora el pequeño ferri que comunica ambos países. La localidad española posee otro puerto donde amarran veleros y barcas de recreo que descienden por el Guadiana abajo hasta la desembocadura de Ayamonte, situada a 18,5 millas náuticas (32 kilómetros). Al lado del puerto hay un embarcadero para piraguas y kayaks, y una playa fluvial donde, en verano, disfrutar de un baño.

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Ya de regreso a Sanlúcar de Guadiana, es momento de descubrir este pueblo blanco de calles serpenteantes y estrechas arracimadas en torno a un cerro, en cuya cima abre sus puertas la iglesia de la Virgen de las Flores, de la que destaca su bella espadaña barroca. El castillo de San Marcos (castillodesanmarcos.info) está más alto, sobre un cerro, y sus murallas guardan la memoria de las contiendas que durante siglos mantuvieron los dos países. Hoy no habitan los recelos de antaño, sino una hermandad sincera unida por un río que, en realidad, no es una frontera sino un escalón de agua entre dos vecinos bien avenidos.

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El recinto fortificado ha sido reconvertido en un centro cultural y turístico que acoge actuaciones musicales, representaciones teatrales, reuniones transfronterizas y encuentros astronómicos. Desde su camino de ronda, de forma trapezoidal, se disfruta de la vista más bella de Sanlúcar y de su pueblo hermano.

OTROS PUEBLOS DEL ENTORNO

Con más tiempo, Villanueva de los Castillejos y Puebla de Guzmán, a una treintena de kilómetros de Sanlúcar de Guadiana, merecen una visita, cuyas iglesias son la síntesis del mejor barroco onubense. En el lado luso destaca Laranjeiras, ubicada cauce abajo, junto a un yacimiento romano. Y, a 45 minutos de Alcoucim, Mértola, una de las localidades más bellas del interior de Portugal. Su caserío, de inspiración manuelina, mira al Guadiana y está protegido por un castillo fronterizo.

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GUÍA PRÁCTICA

Dónde dormir

A las afueras de Sanlúcar de Guadiana, Los Molinos (losmolinosturismorural.com) es un conjunto de encantadoras casas rurales, certificadas como starlight, debido a la calidad de los cielos que se advierten a la caída de la noche desde algunas de ellas. En Alcoutim, D’Alcoutim (tel. +351 281 54 63 24) cuenta con piscina de temporada y restaurante de cocina lusa. También buena elección, el Parador de Ayamonte (parador.es), en la desembocadura del río Guadiana, frente al Puente Internacional que une España y Portugal. Desde sus habitaciones se divisa el pueblo marinero y el océano Atlántico.

Dónde comer

Brasería El Llano (tel. 959 38 81 25) es uno de los comedores más reconocidos de Sanlúcar de Guadiana por la calidad de sus carnes ibéricas, traídas de la cercana Aracena y Jabugo. Aunque también sirven buenos pescados de Ayamonte y vinos onubenses de El Condado. En la misma localidad y a orillas del río está El chiringuito del Guadiana (tel. 959 05 50 48), que ofrece una cocina tradicional en la que destacan los asados de carne, tapas creativas y las hortalizas y verduras del Andévalo onubense. Y en Ayamonte abre sus puertas al lado del puerto deportivo, Casa Luciano (restaurantecasaluciano.com), uno de los comedores más premiados de Huelva por la calidad de sus pescados, la elaboración de sus arroces y sus guisos marineros.

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