Con permiso de la corona, del cetro, del orbe y del manto, hay otro elemento fundamental que tendrá un gran protagonismo el día de la coronación de Carlos III, que tendrá lugar el 6 de mayo. Se trata de la silla del rey Eduardo, realizada en plena Edad Media, en el año 1300 y que desde 1626 ha sido usada por todos los monarcas británicos para sus ceremonias de entronización. Una reliquia de incalculable valor histórico y simbólico que ya está siendo restaurada para que luzca en todo su esplendor.
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Hecha de roble y originalmente recubierta de pan de oro con elaboradas aplicaciones de vidrio coloreado y decorada por el maestro pintor de Eduardo I con pájaros, follaje y un Rey es uno de los muebles más preciados del Reino Unido con más de siete siglos de antigüedad.
Los restauradores de la Abadía de Westminster, donde Carlos y Camilla serán coronados, están usando esponjas y bastoncillos para limpiar la silla y devolver el dorado. Un minucioso trabajo que hace que a veces los conservadores encuentran hallazgos sorprendentes. Kristia Blessley, encargada de pinturas de la Abadía, considera que poner a punto el histórico asiento “es un verdadero privilegio”. “Es muy importante para la historia de nuestro país y en la historia de la monarquía y es realmente único como conservadora trabajar en algo que todavía se usa para la función original para la que fue hecha”, asegura Blessley en declaraciones recogidas por el Daily Mail.
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Cuando quedan poco más de dos meses para el acontecimiento royal del año, se espera que las invitaciones oficiales se envíen en abril. La lista de invitados se ha reducido de los 8.000 que fueron a la coronación de Isabel II a los 2.000 que se calcula serán testigos en la de su hijo.
Durante siglos, la tradición marcaba que ningún otro miembro de la realeza extranjera debía estar presente en la coronación de un Rey británico porque la ceremonia sagrada es un intercambio íntimo entre el soberano y su pueblo en presencia de Dios.
Sin embargo, como parte de su plan para modernizar la ceremonia de coronación, Carlos III ha decidido alejarse de la tradición milenaria e invitará a representantes de otras Casas Reales y a gobernantes de los países árabes. Esto se ha interpretado como una demostración de diplomacia y de poder blando y algunos hablan que la coronación se parecerá más a una boda real que a la entronización de la reina Isabel II que tuvo lugar hace 70 años.
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