Mamá bostezando con su bebé en brazos©AdobeStock

Bebés

Cómo evitar que tu peque sea un ‘bebé madrugador’

¿Estás atravesando una etapa en la que tu hijo madruga demasiado? ¿Suele despertarse entre las 5:30 am y las 6:30 am? Seguramente estareis agotados, ¡exhaustos! Quizás estos consejos puedan servirte para cambiar la situación o, al menos, conseguir mejorarla. ¡Apunta!

Ya no solo es que tu bebé (o niño) duerma mal por la noche, se despierte ocho, nueve o hasta diez veces… sino que, además, ¡sea madrugador! Tu paciencia tiene un límite y, sobre todo, tu cansancio también, por eso, hemos hablado con una experta en sueño infantil para que nos dé las claves de por qué le está pasando esto a tu bebé, y lo mejor de todo, ¡cómo solucionarlo!

Se pueden dar varios escenarios, desde un bebé que dormía más o menos bien y, de repente, comienza a tener más despertares por la noche y a levantarse entre las 5:30 am y las 6 am, hasta un bebé que ya tenía varios despertares por la noche y te daba algo de tregua por la mañana, y que ahora, además, ¡madruga! ¿Por qué pasa esto? “Puede ser por varias razones como son cambios externos (viajes, mudanzas, hermanitos, escuelas...), cambios en su desarrollo (normalmente con los nuevos hitos, las noches se pueden ver alteradas, es lo que llamamos regresión), pero también puede ocurrir por cambios en sus necesidades de sueño como transiciones de siestas. Esto suele ocurrir cuando dormía bien y de repente no, si son despertares desde siempre pueden ser por otras razones”, nos comenta Ana Planelles, asesora de sueño infantil y Fundadora de Ducha, cena y a dormir (@duchacenayadormir).


¿Por qué madrugan tanto?

Está claro que hay personas que tienen una mayor facilidad para madrugar y a otras que les cuesta una vida levantarse pronto. Marcelo Moi lo explica muy bien en su libro ‘Apágate Insomnio’ (Ed. Lunwerg Editores), en el que cuenta que existen dos cronotipos de personas, haciendo un símil con dos tipos de aves. Por un lado, los búhos, que son aquellas personas que ‘viven’ más de noche, y las alondras, que son aves a las que les gusta madrugar y las compara con aquellas personas que son más productivas de día. Esto es, el cronotipo (influenciado por factores genéticos y epigenéticos), o lo que es lo mismo, las preferencias que tienen unas personas y otras a la hora de tener actividad o descanso. Pero, esto ocurre en el sueño adulto, entonces, ¿qué pasa con los bebés? ¿Por qué, de repente, comienzan a madrugar tanto? La experta nos dice que puede ser por tres motivos: “Por falta de sueño diurno, falta de sueño nocturno o por tener alguna motivación para seguir despertándose como cambiar a la cama de los padres, poner la televisión en el salón, desayunar muy temprano... Todo esto siempre descartando que sea hambre o que esté incómodo, claro”, explica.

Y, además, según nos cuenta, querer que se vuelva a dormir o intentar ‘retenerlo’ en la cama “sí es posible de conseguir, pero es de las cosas que más cuestan y, además, los niños tienen épocas, a veces madrugan más que otras”.

Mamá dormida y bebé despierto en la cama©AdobeStock


 

La importancia de ajustar horarios de sueño

Lo más importante para que tu peque tenga un sueño con unos horarios establecidos y adaptados a vuestro estilo de vida, pero, sobre todo, a su descanso y bienestar. La clave según la experta es “ajustar la última ventana de sueño (el tiempo que está despierto antes de irse a dormir), ya que no debe ser ni muy corta, porque no tendrá sueño suficiente, ni muy larga, porque acostarse ‘sobre cansado’ puede hacer que la noche sea un poco complicada”.

Olvídate de frases como ‘Si se lo acuestas más tarde se levantará más tarde’ o ‘Si duerme tanta siesta por la noche no dormirá’, puesto que “es un mito total que si se acuestan tarde se levantan tarde, al menos cuando hablamos de niños durante los primeros años; luego si funciona”. Y otro de los consejos que nos da la coach de sueño infantil es: “También es importante que entienda que, a esa hora, es decir, si se levanta a las 5 o a las 6 de la mañana, hay que dormir otra vez; para ello, debemos tener las luces apagadas y persianas bajadas, que no haya mucha interacción ni motivación para que despertarse no le ‘merezca la pena’”, aconseja.


Marcar la diferencia entre la noche y el comienzo del día

Por último, es fundamental ser constantes y estrictos cuando sucedan estos madrugones, ya que “es súper importante indicarle que el día comienza de una manera diferente a esa. Por ejemplo, si se despierta a las 6 y tiene que seguir durmiendo, pero no lo hace, lo que solemos hacer es sacarle de la habitación después de dejarle un rato intentando que se duerma. Esto lo que le produce es confusión, no sabe que has estado haciendo durante ese tiempo, antes de sacarle. Sin embargo, si después de intentarlo y no se duerme, decides que ya es suficiente y vas a sacarlo de la habitación, hay que hacer una diferencia (también de la noche y el día). Para ello, deberás salir de la habitación (sin el bebé) y entrar a los 5 segundos dándole los buenos días, esto le ayudará a entender que solo empieza el día si mamá o papá entran de esa manera”, aconseja.

Una vez que hemos decidido sacarle de la habitación, si no hemos logrado que se vuelva a dormir, ¿cuál sería el siguiente paso para que duerma una siesta y no esté ‘sobre cansado’ e irascible el resto del día? “Esto es lo que llamamos ‘ventanas de sueño’ y en función de la edad y el número de siestas (y su duración, claro) se van ampliando. Por ejemplo, cuando duermen 3 siestas la ventana varía entre 1,5 y 3 horas, cuando duermen 2 siestas entre 2 y 4-5 horas y cuando duermen 1 siesta entre 4 y 6 horas”, nos dice la experta. Y concluye: “Las ‘ventanas de sueño’ no son estáticas y pueden variar, además, no suele ser la misma siempre durante todo el día, suele ir de menos a más, excepto cuando hacen solo una siesta que aguantan más por la mañana. Son orientativas, hay que tenerlas en cuenta, pero no mirar un reloj continuamente, son niños y cada niño es diferente”.