Hablamos con Merche Segarra, la diseñadora de vestidos para novias elegantes y exigentes

La directora creativa de Jesus Peiro nos explica cómo se crea una colección nupcial exitosa año tras año

Por Regina Navarro

Desde el suelo se elevan varias hileras de cajas que, colocadas unas sobre otras, alcanzan unos dos metros de altura. Son blancas y grises, más o menos estrechas, y en su interior hay vestidos de novia. Cada una tiene un nombre, una nota con los arreglos o modificaciones necesarios y una dirección. Y los destinos son de lo más variados: Londres, Nueva York, Waterdown, Hong Kong… En realidad, pensándolo en frío, no es tan raro. Los diseños de novia de Jesus Peiro se venden en más de 20 países y casi el 80% de sus producción es para el extranjero, pero todos se confeccionan en España. Concretamente en Viladecans (Barcelona), donde la firma tiene su sede, una edificación de varias plantas en la que conviven, entre otras, el área de patronaje, el taller, donde se cortan y cosen los vestidos, y el despacho de Merche Segarra, directora creativa de la firma desde hace casi veinte años.

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El suyo es un espacio luminoso, con una inmensa mesa de madera sobre la que hay bocetos, muestras de tejido y pequeños catálogos de las últimas colecciones de la firma. "Así es más fácil consultarlos", nos cuenta. Pero también están archivadas en grandes carpetas todas las que, a lo largo de los años, han ido presentando. En las paredes hay fotografías de su última propuesta, la de 2023, que está disponible ahora en tiendas, y bocetos de los diseños que presentarán durante el mes de abril en Barcelona Bridal Week, la pasarela nupcial que cada año tiene cita en nuestro país.

Merche lleva gafas de pasta, viste discreta pero elegante. Lleva casi veinte años al frente de la dirección creativa de Jesus Peiro y, aunque la experiencia le ha hecho perder los nervios que suelen nacer cada vez que presenta una nueva colección, cada año es para ella un nuevo reto. No solo porque diseñan exclusivamente vestidos de novia —no hacen fiesta— y el blanco sea el único tono que hay en sus colecciones, sino porque hay que crear algo diferente, que funcione en todos los países en los que venden sus diseños, que cumpla con unos estándares de calidad y sostenibilidad y, lo más importante, que sea capaz de enamorar a las novias desde la percha.

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Cómo se crea una colección nupcial

Merche nos explica que dedican prácticamente todo un año a pensar los 71 vestidos —aparte de los modelos que se puedan desarrollar para casos especiales— que componen cada colección. Invierten el mes de mayo a hacer un análisis exhaustivo, en el que no solo tienen en cuenta las impresiones que genera la colección entre la prensa o los expertos del sector, también en sus puntos de venta. Además, analizan toda la información que hay alrededor del sector de la moda porque, en el fondo, la novia no deja de ser una mujer que vive en un mundo cada vez más conectado y con una exposición mayor a la moda y sus tendencias. "En junio empezamos como tal la siguiente colección que, en principio, la tendríamos que tener acabada para febrero. Tenemos marzo y medio abril para hacer todos los acabados y el montaje del desfile", apunta.

Pero proyectar una colección no solo es pensar en un número más o menos alto de vestidos bonitos. Es importante que respiren la esencia de la firma y estén pensados para satisfacer las necesidades de novias de un buen número de países. Mujeres con gustos muy diferentes pero que, en el fondo, buscan lo mismo: una prenda que las emocione y con la que se sientan ellas mismas. "Las colecciones siempre se hacen con una buena selección de tejidos, con diferentes opciones económicas… Pero siempre con una calidad en base de patrones, distribución, packaging. Lo que tenemos entre manos, aunque suene muy manido, son sueños de novias", asegura Merche. Por eso, porque en este caso los sueños se materializan, ella siempre tiene una máxima: dignificar el vestido de novia y darle la importancia que en realidad tiene esta prenda creándola con todo el respeto. 

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Un respeto que, nos explica, no solo está en dar un vestido bonito, también una prenda de calidad, de esas que se pueden ver tanto del derecho como del revés porque las costuras son perfectas. Diseños que, aunque en las perchas quizá no sean los más llamativos, se adapten perfectamente al cuerpo de cada novia y la hagan sentir bella. Y para lograr este propósito la revisión (y la corrección) es muy importante. Merche asegura que tienen un sistema de trabajo bastante peculiar. Tienen un cuerpo sobre el que prueban, semanalmente, los vestidos. ¡Algunos se pueden llegar a revisar hasta cuatro o cinco veces! "Para lograr esos resultados es muy importante la opinión de todo el mundo: cómo se corta un traje, la modista que explica cómo resolver algo, el director de producción que explica que si inviertes cierto tiempo en algo no lo tendrás para otra cosa… Somos una empresa extrañamente transversal y me gusta que sea así porque el éxito está en la suma de cabezas".

El mundo nupcial (y las novias), en constante evolución 

Hablar de evolución en el mundo nupcial es hacerlo, necesariamente, de los cambios de la sociedad. Las mujeres que se casan ahora son muy diferentes a las que daban el 'sí, quiero' hace veinte años. Ha variado su edad, su situación económica (ahora la mayoría son autosuficientes) y su conocimiento sobre el mundo de la moda. Además, tal como apunta Merche, el sector ha sufrido una gran profesionalización en los últimos años. La globalización ha traído consigo una mayor competencia y la competencia casi siempre deriva en un mayor perfeccionamiento.

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"Luego está la propia evolución de la moda. Los mensajes filosóficos, culturales o reivindicativos… todo va afectando", apunta la directora creativa. Y explica que hace años era impensable que una novia más o menos clásica llevara una abertura muy pronunciada en la falda que mostrara la pierna entera y ahora es algo más que aceptado. "Esos cortocircuitos se han ido produciendo y son fruto de la evolución cultural de una sociedad mucho más compleja, con muchos más modelos de pareja y con mentalidades muy distintas, y eso el vestido lo tiene que cubrir. Es algo muy sutil, pero que poco a poco va transformando todos los sectores".

Si a eso unimos las redes sociales y la posibilidad que tienen las novias de ver, a solo un click, los vestidos de quienes se casan en la otra punta del mundo, hace que también cambie su forma de enfrentarse a la elección del vestido. Y es que cada vez más mujeres apuestan por diseños personalizados para su gran día.

Merche nos explica que un porcentaje muy elevado de sus diseños están confeccionados con corte a la cintura para que sea relativamente sencillo intercambiar los cuerpos. Lo mismo sucede con las mangas. "Hay novias para las que la exclusividad es algo prioritario y sienten que, cambiando ciertas cosas, cubren esa necesidad. Y con estas colecciones la personalización se puede suplir de esta manera", nos explica Merche. Pero añade que, para ellos, un buen asesoramiento en el punto de venta es fundamental porque, a veces, hay que decir que no a los cambios que propone una novia. "Muchas veces te lo agradecen, porque en otras partes te dicen que sí a todo".

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Lo que sí parece claro es que aunque la evolución sea constante (y necesaria) hay algo que se mantiene: la iconografía que rodea al vestido de novia. Esta prenda que es blanca y ha sido durante décadas la representación de la pureza y la virginidad, ha traspasado esa realidad para convertirse en un diseño que arropa y acompaña a la mujer. "Lo que define a una novia es que sea blanca. Pero para mí es el velo lo que más define a una novia. A una chica con un tejano y una camiseta blanca le pones un velo y es una novia; a una mujer la vistes de blanco y no necesariamente es una novia. A lo largo de los años la novia ha cambiado mucho, pero esa iconografía es el ancla para que el producto se pueda distinguir frente a otros". 

Una moda nupcial sostenible 

Hace cuatro o cinco años que en el mundo de la moda —y en el nupcial por extensión— se habla de forma más o menos seria sobre la sostenibilidad. Cada vez más firmas toman medidas para que sus diseños sean respetuosos con el medio ambiente y con las personas que trabajan para ellos. Y aunque lograr una industria cien por cien responsable es prácticamente imposible, sí se pueden llegar a unos niveles más que aceptables. Lo más llamativo es que esta es la filosofía que, desde los inicios, defiende la firma Jesus Peiro. 

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"La sostenibilidad ha sido el ADN de la casa desde el principio. El propietario ha defendido desde siempre el made in Spain y en eso ha estado muy solo. Cuando yo entré, hace casi 20 años, él apostaba incluso por la formación de profesionales en la empresa. Era complicado porque, a nivel de costes, la competencia era tremenda e injusta. Daba trabajo a gente de aquí y eso no se valoraba. Por suerte ahora tenemos gente joven que ha querido venir a trabajar a la empresa por los valores que tiene. Somos la única empresa nupcial que tiene el sello de producto nacional rotundamente auditado", explica Merche. De hecho exhiben en su página web con orgullo que sus diseños son Productos OEC (Origen Español Certificado).

Una historia con un final redondo

Pero quizá, una de las partes más bonitas es cómo encaja toda esta filosofía de empresa (y de vida), de la búsqueda de la calidad a través de la exigencia y de cuidar lo que uno tiene en casa, con la historia de la directora creativa de la firma.

Merche estudió Bellas Artes y, cuando estaba en tercero, decidió compaginar su carrera también con la de diseño. Al acabar se fue a Italia para hacer un máster técnico. Cuando volvió a España le estaba esperando un negocio propio, su familia le había comprado la empresa a la hermana mayor de Margarita Nuez -una costurera y diseñadora de moda española muy reconocida tanto a nivel nacional como internacional y que ha vestido durante décadas a Doña Sofía-. "Fue una locura, aquello era un pret a porter de mucha calidad. Fue una experiencia muy formativa y muy dura, yo era muy joven. Había una parte que era a medida. Fui haciéndolo mío hasta que tuve mi propio negocio de costura", nos explica. Pero Merche decidió dejarlo: acababa de nacer su segundo hijo (tiene tres) y compatibilizar un trabajo tan exigente y entregado con la familia no era fácil. 

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Cuando se reincorporó al mundo laboral, trabajó como asistente para un diseñador. Luego llegó la llamada que la invitaría a formar parte de Jesus Peiro. "Me gustó la propuesta porque era compatible con el mundo familiar, era una especialización, era un solo vestido… pero, sobre todo, podía aportar toda la experiencia que había tenido en el atelier y en el trabajo de asistente. Toda la necesidad vital me llevó a concluir que era un buen compañero de viaje". 

Pero quizá lo más llamativo, y lo que hace del final de esta historia un final redondo, es el texto que Jesús Díez Betriu, uno de los fundadores y actual propietario de la empresa, tiene colgado en su despacho en el que resume la filosofía de la empresa. Dice así: Son las esencias y no las estructuras lo inmutable. Y las esencias de la Empresa son: la obra bien hecha, la propia realización en el trabajo profesional, la participación de todos y la más avanzada justicia social, para conseguir una Empresa modelo que sea orgullo de todos y justifique la dedicación y el esfuerzo de una vida.

"En realidad lo escribió mi padre, era empresario, aunque él nunca lo conoció (mi padre murió muy jóven, cuando yo tenía doce años). El día que le dije que sí, me di cuenta de que en su despacho estaba el escrito de mi padre. Era como un círculo que se cerraba", concluye Merche. 

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