Hablamos con María Baraza, la diseñadora española tras el éxito de los vestidos de novia convertibles

'La moda nupcial no es solo qué vestido te pones, sino qué transmites con él', asegura la creativa

Por Regina Navarro

María es de Cartagena (Murcia), pero su acento solo se marca con fuerza cuando habla con emoción. El resto del tiempo es un sonido suave, que mece sus palabras y les imprime cierto carácter. A lo largo de nuestra conversación ese acento murciano se marcará varias veces, pero en dos ocasiones lo hace de manera bastante llamativa. La primera es cuando nos cuenta cómo empezó su andadura en el mundo de la moda y cómo ha sido su primera década al frente de María Baraza, el atelier que lleva su nombre y desde el que diseña vestidos de novia. "En realidad soy farmacéutica", dice entre risas.

Con 18 años, María se fue a Granada a estudiar farmacia. Nos explica que su padre tiene esta misma profesión y que cuando llega el momento de iniciar la carrera, salvo que uno tenga una personalidad muy marcada, es difícil saber lo que quiere. Ella empezó a planteárselo cuando había aprobado cuatro cursos completos. Fue entonces cuando se trasladó a Madrid y, mientras terminaba sus estudios, comenzó a formarse en Corte y confección los fines de semana. Cuando acabó, y mientras trabajaba en una farmacia en el Paseo de la Habana de Madrid, estudió moda. "Trabajé en Agatha Ruiz de la Prada (empecé haciendo sombreros), en una revista, en una agencia de comunicación… Hice mi primer desfile en Valencia. Zara me hizo una oferta para irme a trabajar con ellos… ¡Todo iba muy rápido! Decidí pararme y en 2013 abrí el atelier", nos cuenta.

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Diseños clásicos, pero llenos de tendencias

La agenda de María para 2023 está llena desde el pasado mes de agosto. Cada vez son más las novias que quieren llevar sus vestidos el día de su boda y eso, para la diseñadora, es la mejor recompensa a sus esfuerzos. Las chicas que acuden a ella no tienen un perfil concreto, hay un poco de todo. Por eso sus diseños son versátiles, llenos de tendencias, pero con un fuerte carácter clásico. 

Eternas, la colección que propone para esta temporada, es rompedora, moderna y muy diferente, pero si se miran los vestidos uno a uno, con ojo analista y casi crítico, se puede ver que está impregnada de detalles de antaño. No en vano está dedicada a su abuela (que falleció) y a todas las abuelas que ha tenido la suerte de conocer a lo largo de sus años en el atelier. Los vestidos llevan sus nombres y están inspirados en esas prendas que ellas habrían lucido de haberse vestido (en los tiempos que corren) de blanco. Y todos y cada uno de ellos están llenos de intención porque, como ella misma explica, "la moda nupcial no es solo qué vestido te pones, sino qué transmites con él".

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María, al igual que otros diseñadores como Jorge Redondo, es de la teoría de que el vestido de novia no debe crearse pensando en que sea una pieza que no vaya a envejecer cuando pasen los años. Y es que una mujer (y una novia) puede ser a la vez moderna y clásica. "Siempre les digo a las novias que ellas pueden ser muchas cosas, todos somos versátiles. Pero tienes que elegir qué discurso de novia quieres ser el día de tu boda".

Pero hay muchas novias que, en realidad, quieren ser varias mujeres en un mismao día. Por eso, para ellas los vestidos convertibles se han convertido en una solución: les permiten mostrar diferentes estilismos sin necesidad de comprar varios diseños (algo que la mayoría no puede permitirse). Y María Baraza ha sido una pionera en este campo. 

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Vestidos de novia convertibles, la clave de su éxito

Cuando María comenzó su andadura en el mundo nupcial, los diseños de Navascués o Helena Mareque estaban entre sus referentes. Las admiraba y, confiesa, le resultó difícil encontrar su propio espacio. Pero lo hizo. "Vi una necesidad en el mercado, que fue darles algo más a las novias para que vieran la facilidad que tengo de ser versátil. Soy la única persona que hace cien por cien todas sus colecciones convertibles. A partir de un vestido saco dos o tres de diferentes versiones", nos explica. Y es que un vestido convertible, en realidad, no es lo mismo que uno desmontable. 

Cuando hablamos de vestidos desmontables estaríamos haciendo referencia a esos diseños a los que se quitan partes. Por ejemplo, la cola, una capa o una sobrefalda. El diseño en sí sería el mismo (conservando el estilo) y su fin suele ser que la novia esté más cómoda. Un vestido convertible sería aquel que, con un número concreto de cambios, se transforma en otro totalmente diferente (aunque la base, claro está, es la misma). Lo que realmente cambia es la intención. Es decir, la novia no solo quiere estar más cómoda, sino llevar un vestido muy diferente al primero. Algo que la diseñadora logra quitando unas piezas y añadiendo otras nuevas. Un reto a nivel de diseño, ingenio y creatividad con el que se ha hecho su hueco en un sector muy competido. 

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A sus 37 años, María nos confiesa que el mundo de la moda es complicado. Y aunque ella se siente muy agradecida por todo lo que ha conseguido y por el número tan grande de novias que confían en ella, asegura que detrás hay mucho trabajo, y muchos sacrificios. "La suerte existe, pero la suerte se busca. A mí nadie me ha regalado nada y me siento muy orgullosa de llegar donde he llegado. Pero si lo tuviera que volver a hacer… me lo pensaría", nos cuenta. Aunque, en el fondo, piensa que volvería a renunciar a uno y mil viajes al extrajero con amigas para poder comprarse una plancha industrial y avanzar en pos de su sueño. 

Cuando la diseñadora se convierte en novia

La segunda vez que el acento de María se marca con una fuerza especial es cuando nos cuenta que se casa en noviembre. Y aunque ya empieza a vislumbrar cómo será su vestido de novia, nos cuenta que es el reto más grande al que se ha enfrentado en su carrera como diseñadora. "Un diseñador, persé, es una persona versátil y que se puede sentir cómoda con muchos estilos. Con lo cual… ¡estás perdido! Yo soy una parte de cada vestido que hago y son todos diferentes… Es un poco complicado. Si te soy sincera, hasta hace bien poco no lo llevaba nada bien", nos dice María entre risas. Y aunque tendremos que esperar todavía hasta casi final de año para descubrir cómo será su vestido, tenemos claro que no nos dejará indiferentes. 

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