La boda en Córdoba de Alejandra, la novia minimalista del vestido sencillo

Nuestra protagonista apostó por la naturalidad para casarse con su amor de la infancia

Por Estrella Albendea

Hay diseños de novia que siempre resultan favorecedores y apropiados para cualquier enlace. Los vestidos sencillos son ese acierto seguro, avalado por las tendencias de 2021 -y también por las del próximo año- y los looks nupciales más virales, con los que las prometidas nunca se sienten disfrazadas. Esta idea es también la de Alejandra, quien ha tenido una de las bodas más comentadas en redes de los últimos meses y que apostó por el minimalismo en su estilismo. “Nunca tuve claro cómo quería que fuera mi vestido de novia, lo único que tenia claro es que quería que me representara, quería que fuera ‘muy yo’, sencillo, pero con algún toque distinto. Cuando supe que me casaba, siempre tuve claro que quería que me lo hiciera Inés Martín Alcalde. Me parecía una diseñadora muy especial y lo confirmé cuando la conocí. Es serena, cercana, cariñosa y con una elegancia que me apasiona”, nos explica. 

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Líneas sencillas en el vestido

Los primeros pasos del proceso de creación de su vestido de novia fueron casi a ciegas, porque solo sabía aquello con lo que no quería verse, pero desconocía lo que más podría favorecerle. Basándose en el buen gusto de la diseñadora, confió totalmente en ella para dar forma al look de sus sueños. “En cada prueba íbamos decidiendo cada detalle. Yo me dejé guiar totalmente por ella y volvería a hacerlo. Lo único que supe decirle es lo que no me gustaba. No tenía nada claro lo que quería exactamente”, apunta. Sin, embargo hubo una maravillosa conexión entre ambas: “Inés me hizo unas preguntas en la primera visita y la segunda vez que la vi me probé la base del vestido que ella había diseñado para mí. Me alucina la manera en la que te conoce habiéndote visto tan poco”.

Al llegar a las tres últimas pruebas, Alejandra ya pudo imaginar cómo quedaría su diseño final, lo que hizo de esas escenas momentos emocionantes que hoy recuerda con nostalgia. Como memorable fue también ese instante en el que se probó el vestido tras meses sin acudir al taller y después de haber pospuesto la fecha de su enlace: “No cambié nada de mi traje cuando fui después de la pandemia. De hecho, tras un año, cuando me probé el vestido en abril, me puse a llorar, me emocioné al probármelo después de tanta incertidumbre”. Porque Alejandra y Bernardo son de esas parejas que tuvieron que cambiar sus planes de boda a causa de la situación sanitaria. “Celebramos la boda el domingo 13 de junio de 2021. En un principio, nuestra boda iba a ser el 26 de junio de 2020, pero por la pandemia, tuvimos que posponerla". 

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Belleza sin artificios

De la idea inicial pasaron al plan B: “La boda, en la primera fecha, iba a ser en Zaragoza, pero al estar viviendo actualmente en Córdoba, por cuestiones de la pandemia, de los desplazamientos y de la organización, era más fácil celebrarlo en Córdoba”. Es por eso que buscar proveedores fue, en ocasiones, una odisea, especialmente para su look de belleza. “No conocía a ningún peluquero ni maquillador, pero me recomendaron a Ángel de Macestilistas. Fue un descubrimiento y acierto total. Me hizo sentir muy cómoda desde el momento que lo conocí. Es una persona pausada y tranquila y eso me dio toda la confianza del mundo”, reconoce.

Su sencillo vestido iba en consonancia con un elegante maquillaje, sin excesos, con el que Ángel dio en el clavo, al igual que con su peinado: “Lo que tenía claro con respecto al pelo es que no quería nada muy elaborado, quería algo que se pareciera a cuando me recojo el pelo a diario. Ángel sabía perfectamente lo que me gustaba y lo conocí un mes antes de la boda”. 

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Un ramo con luz propia

El otro gran complemento del look, más allá de sus zapatos de Jimmy Choo y sus joyas discretas, fue un ramo vibrante, diferente y primaveral, a juego con la decoración de la boda, en tonos anaranjados y verdes. “Me encantó la luz que tenía. Iba en consonancia con todos los detalles florales de la boda. Me encantan las peonías y junto con Cristina, de Andaluflor, hicimos la combinación perfecta para el ramo”, confiesa. El diseño iba atado con un lazo de cuadros vichy en negro y blanco con la inscripción ‘ojalá siempre’: “es de una tienda online de mi prima, Marta Fidalgo, que se llama ojalá siempre. Fue un regalo de mis hermanas y primas”.

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Organizar una boda en otra provincia

En las imágenes captadas por Lorena San José se refleja la alegría de los novios después de una situación a la que no pensaron enfrentarse en ningún momento. “No puedo decir lo agradecida que estoy de que Lorena haya estado en mi boda. Antes de ese día, desde el momento que nos pusimos en contacto, fue paz. Es atenta y tan cariñosa que parece que la conoces de toda la vida y eso fue lo que más nos gustó”, revela. Pero, mucho antes de llegar a ese gran día, tuvieron que enfrentarse a diversos obstáculos; el primero: un cambio de fecha por seguridad: “En principio éramos 300 personas. Cuando pospusimos la boda, uno de los motivos era que no nos veíamos con tantísima gente en una boda estando la situación como estaba”.

No podría haber sido de otra forma, dado que Alejandra es enfermera en el Hospital Universitario Reina Sofía de Córdoba y ni ella ni su marido querían poner en riesgo a sus invitados. “Muy a nuestro pesar decidimos que la boda sería con nuestros padres, hermanos y sobrinos. Íbamos a ser solo 16 personas, entonces, fue cuando les dijimos a las Petite Mafalda, con quien habíamos contado desde el principio, que, con muchísima pena, ya no íbamos a necesitar ayuda porque iba a ser algo muy familiar”, aclara. 

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En los últimos meses, viendo que la situación mejoraba, ampliaron hasta contar con 38 invitados, sumando sus amigos más íntimos: “Nos faltó muchísima familia y muchos amigos, fue difícil tomar la decisión de celebrar nuestra boda así, pero creíamos que era lo correcto y lo que sentíamos en ese momento. Todas y cada una de las personas que no pudieron estar, las sentimos muy cerca y de alguna manera nos acompañaron”.

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Una decoración silvestre

Sus convidados se dieron cita en la hacienda Torre de Palomar de la Albaida, decorada para la ocasión con aires silvestres y alegres, pues los novios siempre tuvieron claro que querían un ambiente sencillo, rústico y agradable. “Me encantan las flores, quería que cuando estuviésemos en cualquier momento de la boda, siempre hubiese colorido de flores y con un aspecto muy natural y alegre. Gracias a Andaluflor de Córdoba, fue mucho mejor de lo que me imaginé”, explica. 

Además, contaron con una zona chill out, para que los asistentes pudieran sentarse en la zona de baile y con un puesto de cerveza muy especial, que Alejandra preparó como sorpresa para su marido: “Queríamos que en el cóctel hubiese un puesto de cerveza en el que ponía ‘El rincón de Ber’. Le hice una sorpresa y encargué unas pegatinas como si fueran las de la botella con nuestros nombres y la fecha de la boda. Las pusimos en las cervezas del cóctel y también para que los invitados pudieran llevárselas de recuerdo”.

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Amor de verano

Al igual que ese detalle, Alejandra tiene muchos otros recuerdos guardados en el corazón, por eso solo puede recomendar a los futuros novios que disfruten de principio a fin. “Yo soy una persona muy nerviosa y quería controlar todo, y recuerdo a ‘Ber’ que me decía los días previos: “disfruta, quiero que disfrutemos del antes, del durante y del después”. Y lo hicimos, no podíamos parar de sonreír, fue realmente el día mas bonito de nuestra vida”, admite. El enlace tras el confinamiento les sirvió para valorar a sus seres queridos y mandar todo su cariño a todos aquellos que no pudieron estar. 

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Alejandra y Bernardo escribieron así un nuevo capítulo en su historia de amor. Una historia que comenzó cuando tenían 13 años y se encontraban cada verano. “Mi madre es de Melilla, mi padre de Zaragoza. Yo nací en Melilla junto con mis hermanas y cuando tenía 10 años, nos fuimos a vivir a Zaragoza. Ber es de Córdoba, pero su madre también es de Melilla. Hemos veraneado juntos desde que teníamos 13 años y fuimos el amor de todos los veranos y todas las navidades”. Reconoce Alejandra que lo suyo parecía estar escrito, pues siempre habían tenido una conexión especial, algo que también veían sus amigos. “Con 20 años decidimos empezar nuestra relación a distancia durante año y medio y después nos fuimos a vivir juntos. Ya han pasado siete años y medio y sigue siendo igual de especial que el primer día”, nos cuenta. Después de tanto disfrutado, parece que aún queda toda una bonita saga por escribir.