El lujo de rescatar la tradición: cómo revivir una marca con décadas de historia

En tiempos de incertidumbre, los jóvenes talentos están impulsando firmas sostenibles e inspiradas en el folclore español

Por Mariana Torres

En los últimos años, el interés por la moda de segunda mano ha crecido notablemente. Somos más conscientes de las condiciones bajo las que se fabrica nuestra ropa, de modo que progresivamente el adjetivo 'vintage' ha perdido su connotación peyorativa para convertirse en el nuevo sinónimo de lujo. En nuestras series favoritas o sobre la alfombra roja, nos fascina observar en acción la magia de un diseño reinventado décadas más tarde de una forma radicalmente distinta, razón por la cual cada vez son más los creadores jóvenes que dirigen su mirada al pasado en busca de recursos e inspiración

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La vida, muerte y resurección de una empresa familiar

Michel Catris nació en Francia, hijo de emigrantes griegos, y durante una estancia en España, decidió que sentaría cabeza en Madrid. Tenía 26 años. Rápidamente, él y su esposa, Sonia Catris, posaron sus ojos en el puerto marítimo de Barcelona, una puerta hacia nuevas fronteras que conecta concretamente con Italia, donde se albergaba la mejor industria textil. Así vino la idea de oro que, en la década de los 50's, convertiría a Catris en 'El rey de la corbata'.  

En 1948, abrió su taller en Esplunges de Llobregat, que se mantendría abierto hasta principios del nuevo milenio. Desde allí, confeccionaba corbatas para Pierre Cardin, Balmain, Celine, Ungaro, Saint Laurent, Loewe, entre muchos otros sellos de lujo, a la vez que daba impulso a su propia firma: Richel Paris. Se había convertido en el proveedor de accesorios más deseado del momento, especializándose en el tratamiento de seda natural, cashmere, lana merino y raso. 

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Dos décadas después de su parón, en 2020, la artista Alexia Catris Amar, nieta del fundador, y la socióloga Alexandra Nusser deciden relanzar la firma bajo un nuevo nombre, Richel by A2. En pleno confinamiento, mientras ambas se encontraban estudiando un máster en Milán, se encendió la bombilla. "¡Simplemente surgió!", aseguran. Tras años de aventuras juntas, este par de amigas unió fuerzas para dar luz a la resurrección de una marca de esas 'de toda la vida'. En un mundo totalmente distinto al que vio cerrar las puertas de la fábrica 20 años atrás, dominado por la supremacía del e-commerce, las redes sociales y el marketing de influencers, lo lógico es no saber por dónde empezar. 

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Una necesidad de volver a los orígenes

Por suerte, ellas lo tenían claro. Su intención era rescatar prendas y accesorios de la marca original, así como cualquier deadstock o material sobrante, para confeccionar sus nuevas prendas. VERTIGO, la primera colección, es una homenaje en todos los sentidos: "a la familia, al legado y a la marca que nos precede, pero también a nuestro país, a nuestra cultura y a nuestras tradiciones"

Lo que incialmente fue concebido para convertirse en corbata se reinterpreta en piezas contemporáneas de pura seda, piel y cashmere. "El streetwear también puede ser elegante. Puedes llevar un traje de seda y zapatillas", afirma Alexandra. Es esto por lo que abogan desde Richel by A2, una reconceptualización de la vida moderna que rescata el hábito de arreglarse, de sentirse especial donde sea que uno va.

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Corbatas y bolsos antiguos adaptados para las nuevas generaciones

El reto era inmenso. Debían adaptar al siglo XXI una marca que llevaba más de dos décadas fuera del mercado y enamorar con su reinterpretación a las nuevas generaciones que quizá no habían escuchado jamás la historia de Richel Paris. En el proceso, descubrieron que la generación de sus abuelos y la suya no son tan distintas entre sí: "Nuestra clienta busca tener en sus manos una prenda eterna, la versatilidad y durabilidad que solo ofrecen la piel o la seda natural. Eso tienen en común". Por si fuera poco, en la estética de la colección, hallaron otro punto de encuentro. 

Más de 40 años después del inicio de la democracia española, se ha puesto sobre la mesa el debate de las lenguas autóctonas, la llamada 'España vaciada' y el abandono del folclore. Son estas voces nuevas, testigos del desvanecimiento de una identidad colectiva, las que claman el resurgir de las tradiciones locales en todas las artes. La música de raíces ha cautivado a Rosalía, Amaia o C. Tangana; incluso fueron las Tanxugueiras, con su potente gaita gallega, quienes se ganaron el amor del público en la antesala a Eurovisión. 

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La tradición española está de moda

Moschino, Balmain, John Galliano, Ralph Lauren... es interminable la lista de firmas internacionales que han cogido inspiración de la historia española, el flamenco o el mundo del toro, pero es solo en tiempos recientes que los creadores de nuestro país se han atrevido a reinterpretar sus propias raíces para un público joven que por fin consigue identificarse con este pasado. Palomo Spain, Yolancris o Dominnico (este último en la imagen posterior) han jugado a recuperar el mantón de manila y los vestidos de sevillana, con sus amplios faldones y volantes infinitos, bajo una mirada genderless e inclusiva, añadiendo a su vez tejidos inesperados y calzado futurista de plataforma. Las novias se han contagiado también de este espíritu y vuelven a casarse con vestido victoriano y mantilla, del mismo modo que hicieron sus abuelas. 

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'Made in Ubrique', el sello español de los bolsos de lujo más innovadores y eternos

Nos referimos a una nostalgia que nos transporta siglos en el tiempo, a través de esas costumbres que definen a España como nación y ofrecen cierta sensación de arraigo e identidad en el período de incertidumbre que estamos atravesando. Más allá de nuestras fronteras, poner en valor las tradiciones y los antiguos oficios, que siguen dando trabajo a tantas personas, parece ser un tarea obligatoria para las marcas de moda actualmente. 

De ahí que las recientes colecciones de Dior se realicen mano a mano con artesanos de distintas zonas de África o Asia, buscando honrar esas culturas olvidadas. Algo similar ocurre con la pequeñas localidades de Ubrique, en España, y Scandicci, en Italia, donde ha nacido un nuevo tipo de turismo para los amantes de la moda, que consiste en recorrer los talleres de las casas de lujo que confeccionan allí sus bolsos de piel. En su esencia, hablamos de una dignificación de los antiguos oficios, en línea con esa reivindicación de las costumbres. Nos importa el origen, desde la primera extracción de materia prima, incluso antes de que el bolso o la prenda sea concebida. 

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Cuando se trata de la moda, esta importancia del origen se da en fondo y forma. En el acelerado universo de consumo, cuesta sentir que lo que llevamos puesto es verdaderamente especial, pues en muchos casos la elaboración de la ropa se encuentra 100% automatizada para facilitar la fabricación en serie.

Cuando Michel Catris puso en marcha su sueño, la colorización de las telas -el paso posterior al diseño sobre el papel- estaba a cargo de sus proveedores italianos. No se sabía cómo iba a ser el resultado hasta que llegaban los tejidos a las puertas del taller en Barcelona. Emprender exigía una confianza ciega en el proceso. "Antiguamente, con las técnicas que se empleaban, una cosa era lo que tú seleccionabas y otra cosa era lo que obtenías, cómo quedaba finalmente plasmado, y trabajabas con eso. Se trataba de una sorpresa continua y por eso cada pieza era única". La producción en masa busca que cada prenda sea indistinguible de la otra, mientras que los grandes diseñadores perseguían justamente lo contrario, esa unicidad de la que ahora nos hablan las dos diseñadoras.

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Es por ello que todos los bolsos de la colección está hechos con corbatas sobrantes y retazos de cuero provenientes de bolsos antiguos. Ninguno puede ni debe ser igual a otro. A esa técnica de reciclar y mejorar materiales previamente utilizados se le llama upcycling, una de las tendencias en auge dentro de la industria de la moda. "Buscamos corbatas intactas, producto virgen que data de hace décadas, y queríamos conservar este producto" -nos comentan- "Además, al mantener la corbata, puedes llevarlo [el bolso] atado al cuello, cruzado, sobre el hombro... es mucho más versátil". La sostenibilidad no es un añadido sino el pilar que sostiene todo el concepto de Richel by A2: es gracias a esos residuos del pasado que el sello ha llegado a nacer. 

En los últimos años, las empresas de moda se han propuesto innovar con tejidos ecológicos, pero también con tejidos viejos cuya vida anterior ha pasado, a la espera de convertirse en una prenda totalmente diferente. En España, Robber Rodríguez, ganador del premio Mercedes-Benz Fashion Talent 2020, y Sami Miró, quien en más de una ocasión ha vestido a Rosalía, resaltan como representantes de esta tendencia, pero cada vez es más frecuente que otros diseñadores veteranos y jóvenes se sumen a este provechoso método para reducir la sobreproducción. 

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Amor por la artesanía

Para un propósito tan ambicioso, era necesario contar con expertas en la materia que compartieran con Alexia y Alexandra su amor por la moda y la tradición, todo ello mientras contribuyen con la ciudad que brindó a Michel Catris la oportunidad de su vida hace más de 60 años. El alma del proyecto se encuentra en el taller social Emili Papirer, ubicado en Barcelona, que pertenece a la Fundación Roure y destina sus ingresos principalmente la integración laboral de personas en riesgo de exclusión social. 

Si pensábamos que estas piezas no podían ser más especiales, imaginad nuestra sorpresa cuando nos invitaron a echar un ojo al interior de las chaquetas. Además de la etiqueta insignia original de Richel Paris, -ahora con el añadido 'by A2'- encontramos un bordado con el nombre y lugar de procedencia de la costurera a cargo de confeccionar dicha prenda. María, María del Carmen, Anta y Marie Helene... Para ellas, este homenaje a las trabajadoras del cuero y la seda, a las artesanas que con sus manos materializan y devuelven la vida a este legado familiar como si se tratase del suyo propio.

En el showroom de la marca, cuelga un gran retrato antiguo de la fábrica original, una estampa que, sin intención alguna por parte de ambas diseñadoras, se asemeja en mucho al ambiente del pequeño taller que ahora gestionan ellas mismas: infinitos rollos de tela, patrones, retazos sobrantes de bolsos, corbatas o cinturones y, lo más importante, una avasallante sensación de calor humano. Con los ojos fijos en aquella fotografía en blanco y negro, los recuerdos de infancia invaden a Alexia.

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La moda, un asunto familiar que trasciende las barreras del tiempo

El porqué de esta reinvención, más allá de las ganas de emprender un proyecto, se resume en la bonita tarea de recuperar el legado familiar, atado inevitablemente a la tradición española. Es un homenaje a sus abuelos y a su padre, que fueron y serán siempre la esencia de Richel. Esta colección de chaquetas, vestidos y accesorios de edición limitada es resultado de un cúmulo de instantes que tuvieron lugar años atrás entre telares, perchas y mesas de costura.

Al menos así lo cuenta Alexia Catris, quien de niña observaba cada detalle con esa mirada de halcón que caracteriza a los más pequeños, todavía sin saber qué le depararía el futuro: "Me escondía entre las máquinas y las telas, quería jugar con todo el mundo. Me encantaba pasar tiempo en la fábrica". Al proceso creativo también se sumó Sonia Catris, viuda y mano derecha del fundador, que con sus anécdotas desveló a estas dos emprendedoras los pequeños detalles, apenas perceptibles pero cruciales, que marcaron la excelencia del que fue el gran sueño de su marido.

Las imágenes de la campaña son toda una declaración de intenciones: tres mujeres -abuela, madre e hija- representan a las tres generaciones que unen a esta marca. El Cortijo Los Aguilares, ubicado en la localidad andaluza de Ronda, ejerce como el perfecto escenario costumbrista para contextualizar estas piezas de inspiración folklórica, hechas para desafiar los obstáculos del tiempo.