Cuando una persona se siente fiscalizada constantemente en su relación de pareja, nota que cada una de sus acciones está bajo control, que ha perdido parte (o toda) su independencia, sin duda, puede esté viviendo un problema de control coercitivo, una forma de maltrato psicológico, en el que el maltratador sigue conductas tendentes a la manipulación y al control dentro de una relación, y ejerce cierta forma de poder sobre la víctima, a veces llegando incluso a recurrir a la humillación o la intimidación. Pero ojo, en no pocas ocasiones, esas conductas son sutiles y, en consecuencia, no siempre son fáciles de detectar.
"La pauta de actuación del maltratador priva a la víctima de su libertad y de su capacidad de juzgarse positivamente. El resultado es que se siente cada vez más dependiente del maltratador, creando un círculo vicioso. El control coercitivo crea así una cadena invisible, que irá ciñéndose cada vez más a la persona, reduciendo su capacidad de reacción, como le sucede a un rehén", comenta Andrea Doreste, Psicóloga del Centro Médico MGC Mutua. Por eso, hay que estar muy atentos a ciertos signos evidentes que nos dan la clave para poder ser capaces de detectar que estamos padeciendo este problema.
Se distancia de su entorno
Poco a poco, se va alejando de las personas de su entorno, de su familia y de sus amigos. La persona que trata de controlar a su pareja trata normalmente de aislarla de cualquiera que pueda estar ahí para ayudarle. Empieza, normalmente, a poner problemas para verse con ellos y actúa como si fuera la víctima. "Es como un león cazando, cuando ya ha logrado separar a su presa del resto de la manada, para él es mucho más fácil, puesto que la víctima está sola, es vulnerable y está asustada", detalla Andrea Doreste.
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