
Chalota es su nombre más popular, pero quizás has escuchado otros con los que también nos referimos a esta pequeña cebollita como son carlota, echalote o escalonia.
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Pertenece a la misma familia que el ajo y la cebolla, conocida como liliáceas -de la que también forma parte nuestro adorado puerro-, y es fácilmente reconocible por su forma alargada y por su sabor más suave, sutil, elegante y ligeramente dulce, frente a la cebolla -también es más cara-.
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La chalota tiene gran protagonismo en la cocina francesa y mediterránea pero también en India y en otros lugares de Asia por sus propiedades saludables y sus usos medicinales.
Propiedades saludables de la chalota
Aporta vitaminas B y C así como minerales como el potasio, calcio, magnesio, hierro y zinc entre otros.
Nos ayuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico, controlar los niveles de colesterol, mejorar la circulación y reducir la tensión alta. Asimismo, la chalota es una gran aliada para prevenir enfermedades cardiovasculares, así como catarros y resfriados, mejorar la digestión y controlar el azúcar en sangre.
¿En qué se diferencia la chalota de la cebolla?
- La chalota puede llegar a tener entre tres y seis bulbos en la planta, mientras que la cebolla solo tiene uno.
- El sabor de la chalota es más suave y dulce y su textura es más fina y delicada.
- Es de menor tamaño y tiene una forma alargada.
- La piel es de color cobre y su pulpa posee tonos violetas.
- Son menos irritantes al pelarlas y cortarlas.
Usos de la chalota en la cocina
Son de lo más variados, porque la chalota se puede tomar en crudo y aporta menos picante; es apta para caramelizar, asar, confitar, rehogar, saltear... y va bien con todo tipo de platos. Nos encanta en ensaladas, salsas, guisos, estofados, sopas, carnes, aves o pescados al horno...
Y si no tienes chalota, hay un truco para reemplazarla y que sugieren algunos cocineros, que es mezclar la parte más blanca de un puerro con dientes de ajo, todo picado.
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Ahora que ya sabes más sobre este pequeño bulbo, anímate a introducirlo en tu cocina. Te mostramos un pequeño avance de cómo hacerlo a través de estas 7 recetas con chalota.

Receta de risotto de chalota y champiñones
Somos muy fans de este plato estrella de la cocina italiana, con su textura cremosa e inconfundible. Lo vamos a preparar con nuestra chalota y con champiñones, aunque puedes optar por cualquier otra seta. ¿La clave? No parar de remover mientras le ehas el caldo para que adquiera su cremosidad característica.

Receta de crema de cebolla y chalota
Una de las múltiples técnicas para aplicar a la chalota es el rehogado y es la que utilizamos en esta propuesta: una deliciosa crema que también lleva cebolla, caldo de ave y vino blanco. Le ponemos el toque final con unos daditos de pan frito.

Tosta de rebozuelos con chalota y queso de cabra
Los matices dulces y suaves de nuestra protagonista le van de miedo a esta tosta de setas, concretamente rebozuelos, y queso de cabra. Y para potenciar aún más el sabor de campo le ponemos unas hierbas aromáticas.

Estofado de ternera con patatas y chalotas
Las chalotas le transfieren un dulzor natural a este estofado de carne que hace que se caramelice durante la cocción, aportando un sabor único. Vamos a echarle menos caldo de lo habitual porque buscamos que sea menos caldoso, pero ¡está igual de rico!

Chalotas caramelizadas al balsámico con queso azul
Para amantes de los sabores un poco más fuertes. Estas chalotas caramelizadas al balsámico con queso azul nos parecen una guarnición explosiva con la que acompañar numerosos platos pero si te va este tipo de sabores, también te encantarán como entrante.

Salsa de chalotas y champiñones
Para hacer salsas es otra de las elaboraciones a las que mejor le van las chalotas. Y esta es un clásico, con champiñones, mantequilla, vino blanco, caldo y zumo de limón. Sírvela con pollo o ternera ¡y tendrás un plato de 10!

Tofu marinado con jengibre, sésamo y chalota, tomate, chalota y aguacate
Marinar el tofu es imprescindible si quieres que tenga sabor porque es bastante neutro. Así lo hacemos en este caso con jengibre, sésamo y chalota, que va a ser parte de una ensalada en tarro con tomate, albahaca y aguacate.