'Qi Gong': los 3 ejercicios orientales antiedad que mejoran tu vida

Los movimientos conocidos como 'fuente de la juventud' que trabajan cuerpo y mente al mismo tiempo

Por Mariana Chacón

Practicar deporte con un objetivo más allá del de ponerse en forma es la finalidad de las nuevas tendencias. Desde las 'asanas' de yoga con las que se estimula el riego sanguíneo en el cuero cabelludo para potenciar el crecimiento del pelo mientras se tonifica la musculatura hasta las disciplinas con las que también se cuida del medio ambiente, la moda cuando hablamos de fitness evoluciona con el objetivo de ofrecer beneficios extra con cada sesión. Esta es precisamente la filosofía de los 3 ejercicios que vamos a presentarte, la técnica se llama 'Qi Gong', tiene su origen en la medicina tradicional china y los que la practican se refieren a ella como "la fuente de la juventud". Descubre cómo poner en práctica este trío de movimientos aptos para principiantes con los que estimular el cuerpo y la mente de manera simultánea. 

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¿Qué es el 'Qi Gong'?

El "Qi Gong" es una terapia con origen en China con la que no solo se trabaja en el equilibrio y se mantiene el organismo activo a diario, también ayuda a aportar calma y sensación de quietud a la mente y reducir la presión arterial. Sus beneficios se han recogido en estudios publicados por revistas especializadas como Medicine o el Evidence-Based Complementary and Alternative Medicine y Joaquín Almería, pionero en la práctica del "Qi Gong" terapéutico y experto en medicina tradicional china, la describe como "una terapia basada en el control de la respiración. Ayuda a eliminar las tensiones y el estrés, siendo un auténtico caudal de paz que aporta salud y vitalidad". 

La clave de sus efectos sobre la salud derivan de su capacidad para encontrar un equilibrio entre mente y cuerpo a través de una serie de movimientos y visualizaciones que se conectan con la respiración. El objetivo del "Qi Gong" consiste en llenar al organismo de energía vital, denominada "Chi" o "Qi", que se reparte por cada zona del cuerpo en sentido circular, sin que se detenga o estanque, para mantener una buena salud: "La finalidad de esto es que, al hacerlo, se abran los canales o meridianos por los que circula nuestra energía vital permitiendo que ésta fluya de forma correcta, y consiguiendo una sensación de calma, paz y equilibrio que beneficiará tu bienestar emocional así como tu salud en general", apunta Almería. Como último motivo para practicar a diario los 3 ejercicios que propone el especialista, aquellos que lo hacen se refieren a ellos como la "fuente de la juventud".

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Los 3 ejercicios que conectan cuerpo y mente

1. Despertar de energía interior: Para empezar con este primer ejercicio se frotan las palmas de las manos hasta calentarlas y, después, se separan entre sí como si sujetaran una bola de energía. "La palma de la mano derecha estará arriba y la de la izquierda abajo, sosteniendo la bola. Acariciamos la bola hasta poner la palma de la mano izquierda arriba mirando a la palma de la mano derecha, abajo", explica el especialista. A continuación, se posa la palma de la mano derecha sobre el pecho y la de la izquierda sobre el abdomen y se realizan diez respiraciones primero, para terminar, se intercambian ambas manos y se realizan otras diez más. 

2. Espiral para no flaquear: El segundo ejercicio comienza de pie con los brazos en abiertos en cruz y las palmas de las manos orientadas hacia abajo: "Pasa el peso al pie izquierdo a la vez que realizas una espiral con el tronco, el brazo izquierdo y el brazo derecho. Para ello, lleva el pulgar y el brazo izquierdos hacia arriba y hacia fuera (el omoplato izquierdo bajará), y el brazo y pulgar de la mano derecha hacia abajo y hacia atrás", apunta Almería. De esta forma se dibuja una forma espiral con cada brazo: "Sigue con el tronco la espiral del brazo izquierdo, mirando con atención la mano izquierda. Respira tres veces. Vuelve al centro y realiza exactamente el mismo movimiento hacia la derecha". 

3. Acopio energético y de serenidad: Por último, se colocan ambas manos (la una sobre la otra) a unos cuatro centímetros del ombligo y se mantienen ahí para sentir el calor que emana de la zona. "Escucha la respiración sin intentar manipularla. Al espirar intenta visualizar una bola de luz en el interior del centro de gravedad, una luz que se expande ocupando el espacio que deja el aire que se va. Al inspirar visualiza cómo entra el aire y la luz mengua sin desaparecer, para volver a expandirse al espirar", detalla el experto. El ejercicio se termina al visualizar la secuencia a lo largo de diez respiraciones.