Fallece Álex, hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio, a los 27 años

LLevaba dos años enfrentándose a un cáncer que le diagnosticaron a principios de 2018

Por hola.com

Dio un ejemplo excepcional de valor que quedará siempre en el recuerdo, pero tristemente no fue suficiente para superar la enfermedad. Álex Lequio, hijo de Ana Obregón y Alessandro Lequio, ha fallecido este miércoles a los 27 años a causa del cáncer que padecía y que afrontó de manera admirable durante los últimos dos años. El hijo de la actriz Ana Obregón estaba ingresado desde hace algo más de un mes en una clínica de Barcelona, donde recibía un nuevo tratamiento. Unas semanas en las que sus padres no se separaron de su lado, pues tanto la intérprete como el italiano se trasladaron a la Ciudad Condal con él. El joven empresario recibió también durante este tiempo las visitas de su novia, Carolina, con la que mantenía una discreta relación desde hacía un año. Es un durísimo golpe para la familia, que nunca perdió el optimismo, una actitud que Álex convirtió en la mejor arma para afrontar la enfermedad.

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Inquieto, bromista, emprendedor…Álex tenía, como él mismo dijo, dos pilares fundamentales en su vida a los que se entregó con pasión: familia, con sus padres y su hermano Clemente a la cabeza, y trabajo. Sus padres fueron más que eso, fueron sus mejores amigos, a los que le unía un vínculo inquebrantable de amor con mayúsculas. “El nivel de relación, la cercanía que tenemos mi madre y yo, y yo y mi padre y los tres juntos es tan fuerte que somos los mejores amigos” aseguraba. Los tres afrontaron una enfermedad a la que, según Álex, no había que tenerle miedo, pues había que “vulgarizar la palabra cáncer, para que la gente lo viera como un simple diagnóstico médico más”. Las muestras de cariño que tenía hacia ambos eran constantes, teñidas siempre de esa simpatía que marcó una personalidad única. Por ejemplo, el pasado noviembre, se refirió a Ana Obregón como “mamá biónica”, por su enorme energía y sentido del humor. A sus hermanos, los adoraba. Aunque siempre fue discreto con respecto a su vida personal, Álex, que salía desde hace un año con Carolina, reconoció a finales de 2019 que era feliz. "Mi vida sentimental está muy bien, quiero mucho a mi pareja".

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Trabajador constante y sobre todo con ganas de probar cosas nuevas, una de sus metas era materializar todas esas ideas que bullían en su cabeza y crear. “La ilusión más grande que tengo es parecerme empresarialmente lo más posible a mi abuelo. Si consigo ser una décima parte de lo que ha sido él, esa sería la mayor locura" dijo en las páginas de ¡HOLA! en diciembre de 2018. Comenzó a perseguir su sueño con 17 años, cuando se fue a estudiar a Estados Unidos, a la universidad de Duke (Carolina del Norte), donde cursó dos licenciaturas, en Políticas y Filosofía. Sin embargo, el éxito profesional, labrado con esfuerzo y mucha entrega, le llegó en el terreno del marketing digital. A finales de 2015, con 23 años, fundó su propia agencia Polar Marketing, con la que quería reinventar el sector en España. “Soy una persona muy activa y muy creativa, que me gusta seguir creando nuevas ideas” aseguró. Demostró que iniciativas no le faltaban lanzando en 2016 Celebrize, una plataforma privada de Polar Marketing para celebrities e influencers en la que podían encontrar locales y marcas muy reconocidas, que ponían a su disposición servicios y productos de forma gratuita a cambio de publicidad. Proyectos que no hicieron más que consolidarse ante la orgullosa mirada de este original empresario que el pasado Halloween organizó incluso una divertida fiesta de disfraces para mascotas en España, PETrificante.

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En marzo de 2018, recibió un diagnóstico difícil, al que no iba a dejar no obstante que cambiara su manera de ver la vida. “Yo no voy a cambiar de camino, voy a seguir mi camino, pero voy a tener que esforzarme un poco más o andar con un poco más de esfuerzo para poder seguir a la misma velocidad”, comentó en ¡HOLA! Empezó a tratar su enfermedad en Estados Unidos, primero en Nueva York y luego en Nueva Jersey, donde permaneció seis meses. Continuó después el proceso en Madrid. Durante estos dos años, ni su padre ni su madre se separaron de él un momento, acompañándole en cada etapa de una enfermedad que, ya advertían, era “larga y dura”. A lo largo de este complicado proceso, tuvo que ser ingresado en varias ocasiones (él lo decía, que tenía altos y bajos), pero ni entonces perdía un ápice de fuerza, siempre con sus ganas de hacer bromas y ser feliz. Así se le recordará siempre, por esa entereza, ese envidiable sentido del humor, y la gran generosidad que demostró enviando todo su apoyo a quienes, como él, atravesaban la misma situación. Siempre con una sonrisa, ese era Álex.