Bárcena Mayor, una maravilla rural en Cantabria

Calles empedradas, casonas montañesas con balconadas de madera, amplios zaguanes y el rumor del río Argoza. Así es el que presume de ser uno de pueblos más bonitos del país. Te contamos todo lo que ver en Bárcena Mayor, y por si fuera poco ahí está el valle de Saja, envolviéndolo con su permanente verdor, por el que trazamos unas cuantas rutas.

Por hola.com

La historia de este pueblo declarado conjunto histórico artístico, entre los pueblos más bonitos de España, parece que se empeñó en darle a sus piedras una pátina de gloria, pues por ella transitaron desde legiones romanas a emperadores de la talla de Carlos V.  Sus casas de una soberbia arquitectura montañesa, levantadas con piedra de sillería y amplios arcos de entrada, son las de unas gentes habituadas a vivir al ritmo del cultivo de sus campos y al cuidado del ganado. Sus albarcas o las cebillas –arnés tradicional de madera para sujetar al ganado– o reproducciones de yugos que hoy se venden como recuerdo a todos los que gustan en deambular por el bellísimo casco urbano son elaboradas por manos artesanas que han dado fama al pueblo. 

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Del artesano de la madera a la plazuela, donde asoman las balconadas de madera siempre mirando al sur y este y adornadas de flores; o al bar, en el que socializan propios y recién llegados. De la amplia portalada donde se recogen los aperos por las callejas a las que se abren ventanucos y en las que resuena la fuente. Todo en Bárcena parece rodear al paseante de un bucólico ambiente rural de montaña ya desaparecido en la mayor parte de nuestra geografía.

SENDAS DEL PARQUE NATURAL DEL SAJA-BESAYA

Además de conservar el aire medieval de cuando se fundó, allá por el siglo IX, Bárcena es el único pueblo situado dentro del Parque Natural del Saja-Besaya. Está en su corazón, por ello parece de rigor caminar por sus sendas antes de dejarse llevar por el tentador aroma del cocido montañés, rey de los fogones del valle, que surge por las puertas de sus restaurantes.

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Entre pastos de montaña esperan hayedos y robledales, así como sorpresivos encuentros con ciervos, corzos o jabalíes, sus más destacados moradores. A pie o por carretera, conviene ascender valle arriba para disfrutar de la cascada del Pozo del Amo, en la que se despeña un energético río Saja después de abandonar la Canal del Infierno. Pero, sobre todo, para asomarse al Balcón de la Cardosa, un mirador natural sobre el valle que ofrece una panorámica extraordinaria, ya que incluye la enorme masa boscosa de la Reserva Nacional de Caza de Saja, la más extensa del país, que abarca gran parte del occidente cántabro.

OTROS PUEBLOS DEL VALLE DE CABUÉRNIGA

Siguiendo el curso del Saja el valle de Cabuérniga se abre a medida que se desciende en su curso. Al pie del camino, surgen pueblos como Los Tojos, con sus casas alineadas junto a la senda que subiera al puerto Palombera, hoy carretera, y entre las que sobresale alguna blasonada. Porque los escudos nobiliarios abundan en las fachadas de todos los pueblos tanto como los pastos en los que las vacas pacen al diente. Así ocurre en Terán, donde al atractivo campanario cúbico de su iglesia de Santa Eulalia se suman unos viejos castaños de enormes troncos que ostentan nombres propios gracias a sus singulares perímetros. Selores y Renedo también reúnen una buena muestra de arquitectura rural donde hasta los aleros de los tejados muestran primorosos trabajos de madera tallada, al que se suma Valle, la capital de Cabuérniga.

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El rumor del agua que surge de un manantial en la misma roca caliza conocido como La Fuentona invita a detenerse en Ruente. Dicen que está vigilado por las hadas cántabras o anjanas. Unos metros más allá de la surgencia un bajo puente medieval de nueve ojos salva su discurrir hoy como en el medievo, cuando formó parte de la calzada que atravesaba el valle enlazando con tierras castellanas. Un alto en Carrejo invita a deambular por su Museo de la Naturaleza y así descubrir toda la vida natural que esconde este valle considerado entre los de mayor identidad de Cantabria.

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Cabezón de la Sal debe su denominación a ser localidad asentada sobre yacimientos de sal explotados desde tiempos romanos hasta los años 70 del siglo pasado. En esta encrucijada de caminos entre la costa y la montaña del occidente cántabro el ambiente comercial marca su quehacer desde antiguo, siendo el sábado el día más animado, pues es el del mercado semanal, donde se dan cita artesanos, agricultores y ganaderos junto a una variada muestra de antigüedades. Aunque si se quiere ver esta localidad con jolgorio popular nada mejor que visitarla el segundo domingo de agosto, ya que acoge las celebraciones del Día de Cantabria con una rica muestra del folclore y las tradiciones vivas como el deporte rural o la ‘pasa’ de vacas tudancas, raza autóctona orgullo de esta tierra montañesa. A pocos minutos, unos 3 km de la localidad, encontramos el bosque de secuoyas gigantes de Cabezón de la sal, con árboles como catedrales que no hay que dejar de admirar.

MUY PRÁCTICO

¿Cuándo ir?

La suavidad estival de la montaña cántabra lo hace un destino muy apetecible tanto como la primavera, con su verdor recién brotado, o durante el otoño, cuando los ciervos con su berrea inundan el bosque de Saja de sonidos salvajes que se escuchan desde el mismo Bárcena Mayor. En invierno, la escapada hará aún más reconfortante la buena mesa de platos calientes del valle.

¿Dónde dormir en Bárcena Mayor?

Posada La Colodra (posadalacolodra.com). Casona tradicional montañesa del siglo XVI con confortables habitaciones. O en la Posada Reserva Verde (reservaverde.com), un alojamiento familiar con una gradable terraza.

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¿Dónde comer en Bárcena Mayor?

Mesón Río Argoza con maravillosas vistas del valle. Uno de los muchos restaurantes de la localidad donde dar cuenta de un buen cocido montañés. La Jontana, con platos cántabros como guisos de caza en su variado menú.