BARCELONA

Sitges, en 10 imprescindibles (incluido el hotel de Messi)

Era un pueblo de pescadores a 40 kilómetros de Barcelona, cuando llegó Rusiñol y lo puso en el mapa. Desde entonces se ha convertido en un poderoso imán de artistas y de viajeros de todas las banderas, también la arcoíris.

Por Andrés Campos

EL HOTEL DE MESSI

En Sitges hay un montón de hoteles, cerca de 40, algunos tan encantadores como El Xalet (elxalet.com), instalado en un precioso palacete novecentista, con vidrieras florales y suelos de mosaico, o como el Medium Romàntic (mediumhoteles.com), dos villas modernistas adornadas con 300 obras de arte y un jardín lleno de palmeras, hiedra y madreselva. Pero el hotel número uno, al que todo el mundo quiere ir, es el MiM (hotelmimsitges.com). Las emes del MiM vienen de la cadena Majestic, que lo gestiona, y de Messi, que es su propietario y huésped habitual de sus suites. Todos, hasta los que no les gusta el fútbol, se fotografían con el balón de oro de Lionel que se exhibe en la recepción. Y todos se enfundan el albornoz para bajar a probar el excelente spa.

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LOS GRECOS DE RUSIÑOL

El Cau Ferrat (museusdesitges.cat) es la casa de pescadores que el pintor modernista Santiago Rusiñol convirtió en 1893 en su vivienda y taller. Sus paredes están abarrotadas de picassos, zuloagas y mil curiosas piezas de hierro forjado que el artista iba trayendo de sus viajes. También hay dos cuadros del Greco que Rusiñol compró en París, Las lágrimas de San Pedro y María Magdalena penitente con la cruz, los mismos lienzos con los que procesionó el 4 de noviembre de 1894 por las blancas calles de Sitges, con banda de música, comparsa a caballo, marineros y amigos. Rusiñol puso de moda al Greco, que llevaba olvidado tres siglos, y a Sitges, que pasó de ser un pueblecito de pescadores a una bulliciosa villa de artistas y turistas.

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MUSEO Y PALAU MARICEL

Otro museo que hay que ver es el de Maricel (museusdesitges.cat), aunque solo sea para asomarse al magnífico mirador encarado al mar, con tres grandes esculturas de estilo novecentista de Joan Rebull. Enfrente está el Palau de Maricel (solo visitable los domingos, con guía), palacio modernista construido por el industrial y coleccionista estadounidense Charles Deering, amigo del pintor Ramón Casas, que a su vez lo era de Rusiñol. Maravillados nos dejarán el claustro (¡con vistas al mar!) y los divertidos capiteles labrados por Pere Jou, en uno de los cuales aparece incluso un joven Picasso.

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FUNDACIÓN STÄMPFLI

Para variar, visitaremos un museo de arte contemporáneo, la Fundación Stämpfli (fundacio-stampfli.org), que reúne 90 obras de 60 artistas de 22 nacionalidades, cedidas por el matrimonio suizo Peter y Anna Maria Stämpfli, viejo conocido de Sitges, que ya en los años 70 organizaba llamativas fiestas culturales en su casa del Carrer d‘en Bosc, a semejanza de las modernistas que había celebrado Rusiñol. En una de ellas, Peter lanzó 12.000 claveles sobre la población desde una avioneta. Erró, Miguel Chevalier, Gérard Fromanger, Peter Klansen, el propio Peter Stämpfli y los españoles Eduardo Arroyo y Rafael Canogar son algunos de los artistas presentes en este museo.

SENDERISMO Y BUDISMO EN EL GARRAF

Pegado a Sitges se encuentra el Parque Natural del Garraf (parcs.diba.cat/web/garraf), un macizo calcáreo costero tapizado de palmitos, lentiscos, carrascas y pinos blancos, en el cual podemos perdernos, sin extraviarnos, siguiendo a pie las marcas blancas y rojas del sendero GR 92. Desde el mirador Levantina, a las afueras de Sitges, hasta la ermita de la Trinitat, tardaremos una hora.

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En coche (a 22 kilómetros, tierra adentro), nos acercaremos al monasterio budista del Garraf (monjesbudistas.org), o Sakya Tashi Ling, que ocupa un antiguo palacio modernista, el Palau Novella. Los monjes lo adquirieron en 1996 y han conservado incluso la vieja capilla cristiana, dando un ejemplo de tolerancia.

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EL PRIMER CHIRINGUITO DE ESPAÑA

En la céntrica playa de la Ribera está el Chiringuito, con C mayúscula. Se inauguró en 1913, antes que ningún otro, y dio nombre a todos lo que abrirían después. Tiene mucha historia y recuerdos (de Chesterton, de Eugenio D’Ors, de Noel Clarasó, de González-Ruano…). Otro lugar para comer es La Nansa (restaurantlanansa.com), en el casco antiguo, donde probar las alcachofas rebozadas y los calamares encebollados con malvasía (vino típico del Garraf). En La Taberna del Puerto (latabernadelpuerto.net), en el puerto deportivo d’Aiguadolç, probaremos cualquier pescado a la brasa de encina.

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En El Cable (elcable.cat), tapas clásicas y modernas con vino y vermú que reposan en barriles de 1940, el año en que abrió este bar. ¿Y una cena romántica? En el restaurante Fragata (restaurantefragata.com), que está pegado a La Punta, el lugar más bonito y fotografiado de Sitges, el promontorio que sirve de pedestal a la iglesia de Sant Bartomeu i Santa Tecla.

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CEMENTERIO DE SAN SEBASTIÀ

Para bajar la comida o la cena, nada como andar por el paseo marítimo de Sitges. Mide 2,5 kilómetros y está bordado de casas de «americanos», como aquí llaman a los indianos. Otro lugar llano, monumental y relajado, perfecto para dar un paseo digestivo, es el cementerio de Sant Sebastià (cementirisdesitges.com), que está salpicado de esculturas modernistas, alguna de Josep Llimona. Abre después de comer, a las 15.00.

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LA CALLE DEL PECADO

De noche, en el  carrer   Primer de Maig, el arcoiris brilla más que las estrellas, más que el sol a mediodía. Más conocido como calle del Pecado, está llena de garitos y turistas con ganas de fiesta. Sitges no celebra una semana gay, sino dos: la Gay Pride Sitges (gaysitgespride.com), en junio; y la International Bears Sitges Week (bearssitges.org), que reúne a los más velludos, en septiembre.

CALÇATS CUBILLOS

Callejeando por el casco antiguo, entre comercios de lo más moderno, choca ver una tienda de toda la vida, Calçats Cubillos (Major, 10), con sus espardenyas (alpargatas) colgando y su escaparatillo enmarcado en azul. Atravesar su puerta es volver a la primera mitad del siglo XX, cuando tres cuartas partes de la población de Sitges vivían del calzado.

EN BARCO A CALA MORISCA

Estando a media hora en coche de Barcelona, las playas de Sitges no pueden ser solitarias. Salvo que se alquile una motora de Eric Boats (ericboats.com) para acceder a la agreste cala Morisca o para explorar las cuevas que se esconden al pie de los acantilados del Garraf. Otra opción es acercarse navegando a la playa de postal del pueblo de Garraf, con sus típicas casetas de pescadores verdes y blancas alineadas junto a la arena. La lancha para cuatro personas sale por 70 €. Y no se necesita título de patrón.

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