Parco-Bomarzo

El sobrecogedor jardín de monstruos de Bomarzo, una locura de amor y miedo

Han resistido 500 años porque son monstruos de piedra. Hay esfinges, sirenas, monstruos, tortugas, elefantes, sátiros, dragones, ogros… todos de tamaño colosal. Nos adentramos en el renacentista Parco dei Mostri de la localidad italiana de Bomarzo, a 90 kilómetros de Roma, el que mandó construir un aristócrata loco de amor y que hoy es una experiencia de miedo. En el mejor de los sentidos.

by PILAR ORTEGA

El Jardín de Bomarzo es producto de una mente perturbada por el amor. La del conde italiano Pier Francesco Orsini, Vicino Orsini para los allegados. Un personaje singular del Renacimiento que no pudo soportar la muerte de su esposa, Giulia Farnese. Desde entonces, su cabeza se llenó de monstruos. La pareja acababa de abandonar el ruido de la ciudad y soñaba con disfrutar de la magnífica propiedad que la familia tenía en la región del Lacio. Pero el aristócrata, que durante 35 años se había dedicado al arte militar, no contaba con que su plan iba a irse pronto al traste y que la soledad se convertiría en su compañera de viaje hasta el final de sus días.

FANTASÍA DE PIEDRA
De las pesadillas de Orsini salieron todos los monstruos que hoy habitan este jardín renacentista. Para materializar y diseñar sus alucinaciones, mandó llamar, en plena depresión mental, a uno de los mejores artistas y arquitectos del momento, Pirro Ligorio, quien después habría de suceder al mismísimo Miguel Ángel Buonarroti en la basílica de San Pedro, en el Vaticano. No se conformó con cualquiera para diseñar este parque legendario.

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Durante casi 30 años, un equipo de artistas tejió en este 'parque temático' una red de esculturas talladas sobre la roca que se fue adueñando del tono verde de este bosque solitario. Cada monstruo lleva una inscripción, un mensaje que condensa el pensamiento de este Orsini que consiguió hacer realidad, con sus particulares demonios, esta fantasía pétrea.

MUSGOS Y HUMEDAD
¿Nos adentramos en su territorio? No es necesario ser muy valiente para traspasar el umbral de este jardín. Hasta los niños lo pasan en grande, porque los monstruos no se han movido ni un ápice durante casi cinco siglos y no lo van a hacer repentinamente. Lo primero que nos encontramos son dos esfinges de mirada siniestra que permiten acceder después a animales fantásticos, héroes mitológicos de tamaño colosal, una estrambótica bella durmiente, todo ello salpicado por fuentes a las que los musgos y la humedad dotan de un carácter lúgubre y tenebroso. Todas las esculturas sorprenden, porque salen al paso asomadas entre los árboles, entre los parterres o junto a los arroyos.

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AMOR Y ALUCINACIONES
En el deambular por el parque, nos topamos con la Casa Inclinada, a la que se accede por un puente, cuyo pavimento no es paralelo al suelo, por lo que quien entra pierde automáticamente el equilibrio… Toda una experiencia sensorial. Y después se llega a la construcción más romántica del jardín: el templete en homenaje a la mujer que provocó estas alucinaciones de piedra: Giulia Farnese. 

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Dicen que Salvador Dalí, cuanto tuvo noticias de la existencia de este escenario en Bomarzo, quiso adquirir las esculturas renacentistas, porque, según él, aquí había nacido el Surrealismo 500 años antes. No consiguió su propósito el artista catalán, pero sí contribuyó a difundir las maravillas de este lugar en el lienzo La tentación de San Antonio (1946). El escritor argentino Manuel Mujica Lainez (1910-1984) hizo lo propio con una novela, Bomarzo, inspirada en la historia de Pier Francesco Orsini, a la que siguió el libreto de una ópera que pudo verse recientemente en el Teatro Real. Y el cineasta Michelangelo Antonioni, en 1950, divulgó sus encantos en un documental titulado La villa dei mostri.

SANGRE DE CUATRO PAPAS
Para hacernos una idea de la personalidad y el poder del conde italiano que levantó este jardín, basta decir que por sus venas corría sangre de cuatro papas, de 18 santos y beatos, de importantes señores de la guerra y distinguidos cortesanos. Las malas lenguas aseguran que era contrahecho, cínico e intrigante y los textos literarios fantasean con la idea de que se refugió aquí buscando la belleza que no le otorgó la vida. Pero lo cierto es que la Historia con mayúsculas no lo ha confirmado. 

A la muerte de Vicino Orsini en 1585, el bosque de Bomarzo quedó abandonado a su suerte durante cuatro siglos. Hasta que en 1954 la propiedad fue adquirida por Giovanni Bettini, quien decidió resucitar este escenario, hoy considerado inmortal y sagrado.

GUÍA PRÁCTICA

Cómo llegar
Bomarzo está a 90 kilómetros de Roma, en la provincia de Viterbo, dentro de la región del Lacio. La mejor manera de llegar es en automóvil a través de la autopista del Sole A1 y tomar la salida de Orte da Sud o la de Atigliano, para después seguir en dirección a Bomarzo. No hay buena conexión en el transporte público, pero, desde Roma, se puede llegar en tren hasta Orte Scalo o Viterbo y, en estas estaciones, tomar un autobús hacia Bomarzo. Aquí, semioculto por la densidad del bosque, está el Parco dei Mostri o, en palabras de Alberto Moravia, “un Luna Park en piedra”.

La visita
El Parque de los Monstruos (bomarzo.net) está abierto todos los días de 8.30 a 19 horas. La entrada cuesta 10 euros y 8 los niños menores de 13 años. El visitante recibe un mapa en el que están señalados 36 puntos de interés. No es necesario reservar.

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