Toda una forofa en el Stade de France de París

Charlene de Mónaco sin filtros: del sufrimiento al abrazo con el príncipe Alberto en la final del Mundial de rugby

La Princesa se mostraba primero tensa y después exultante junto a su marido, tras la conquista del título por parte de Sudáfrica en un vibrante partido

Por Martín Gálvez Piqueras

Charlene de Mónaco forma parte de la realeza europea y su lugar está en la cúspide de una monarquía tan arraigada como es la del Principado. La seriedad y el compromiso que implica un rol institucional como el suyo no le permite, en muchas ocasiones, mostrarse tal y como es de cara al público. Todo ese hieratismo habitual en ella cambia radicalmente cuando se mueve en ambientes deportivos, donde desata su pasión sin complejos y muestra ese gen competitivo tan intrínseco a ella.

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Su condición de exnadadora olímpica resulta evidente en situaciones como esta, donde se alinea con los suyos como nadie para transmitirles toda su energía a la hora de levantar una copa, colgarse una medalla o llegar primero a la línea de meta. Así quedó patente este sábado por la noche cuando la esposa del príncipe Alberto y madre de sus mellizos acudía junto al soberano monegasco a la gran final del Mundial de rugby 2023, un partido a vida o muerte.

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El duelo, que comenzó a las nueve de la noche, enfrentaba a dos selecciones memorables que son la sudafricana y la neozelandesa. Charlene, como no podía ser de otra, empujaba con todas sus fuerzas a los 'springboks' puesto que representan al país que la vio crecer y convertirse en mujer. Entusiasmada desde un principio y con los nervios a flor de piel, era una de esas noches mágicas que guardará seguro para siempre en la memoria.

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La cuñada de Carolina y Estefanía de Mónaco pasó por todos los estados de ánimo posibles durante el trepidante choque, mientras su esposo se mostraba mucho más comedido sobre su asiento de la zona de autoridades que ocupaban ambos en el Stade de France de París. Nada más llegar allí, lo primero que hizo la Princesa fue saludar con una sonrisa y dar dos besos a otras personalidades que los acompañarían en esa grada VIP.

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Comenzado el encuentro y a lo largo del mismo, se la vio especialmente tensa y con gesto de preocupación por momentos, para después estallar de alegría, aplaudir a rabiar, ponerse de pie con los puños en alto y finalmente fundirse en un cariñoso abrazo con su marido. Del sufrimiento a la euforia más absoluta, su cara reflejaba la felicidad inmensa que sentía después del triunfo épico de su equipo por un ajustado 12-11 frente a los temidos All Blacks.

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Sudáfrica conquistaba su cuarto Mundial de rugby, el segundo consecutivo, y ahí en Saint-Denis tenían a Charlene convertida en su mejor y más poderoso talismán. Vestida de negro con jersey de cuello largo y un abrigo gris oscuro para resguardarse del frío, cabe recordar que la 'royal' está muy vinculada a este deporte ya que su Fundación -en colaboración con la Federación de Mónaco- es la encargada de organizar el tradicional torneo de Santa Devota.

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