Los duques de Sussex y el 'sí quiero' que rompió moldes en la Monarquía británica

El enlace entre el príncipe Harry y Meghan Markle contribuyó a dar un barniz de modernidad a la institución

Por Lucía Fernández

El príncipe Harry representa parte del relevo generacional de los Windsor -o al menos lo representaba antes de renunciar a ser miembro senior de la Casa Real- y parecía empeñado en modernizar ciertos dogmas imperantes en Palacio. Poco le importaron los recelos de aquellos que no veían con buenos ojos que contrajera matrimonio con una mujer estadounidense que procedía del mundo del cine y la televisión, la pareja parecía más que dispuesta a abanderar el espíritu de renovación antes, durante y después de su enlace. Así, el hijo menor de Carlos de Inglaterra y Meghan Markle acabaron celebrando una ceremonia de ensueño, con toda la liturgia y la fastuosidad de las bodas reales y también varias novedades, algunas intencionadas y otras fruto de las circunstancias, pero que han definido una boda para la historia.

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El perfil de Meghan no era el que esperaban los más acérrimos defensores de la tradición y el protocolo. La Monarquía británica ya tenía experiencia con consortes norteamericanas y no salió bien. Sin embargo, los duques de Sussex confiaron en conquistar a una ciudadanía, en su mayoría, más abierta y flexible. La pareja siempre se prodigó en actos públicos, acciones solidarias y mantenían un perfil muy cercano con la ayuda de una excelente gestión de la comunicación digital. La que fuera protagonista de Suits demostró que, pese a proceder de un ámbito tan diferente y no haber vivido nunca en Reino Unido, podía cumplir con un honroso papel como duquesa. Otra cuestión es que finalmente ambos decidiesen desligarse de ese modo de vida, pero entonces aún quedaba mucho para este cisma familiar. 

Desfile de estrellas 

Windsor se había despertado el 19 de mayo de 2018 engalanado para la ocasión. La gente se agolpaba en las calles aledañas, muchos de ellos bien equipados con banderas nacionales y los más atrevidos, incluso con disfraces y merchandising para la ocasión. El desfile de invitados nos regaló la primera estampa atípica de la jornada. Además, de un buen surtido de royals, como es habitual, la presencia de numerosas 'celebrities' hacía que la escena recordara más a una alfombra roja de Hollywood que a una boda real. George y Amal Clooney, la presentadora Oprah Winfrey, David y Victoria Beckham o los cantantes James Blunt y Elton John eran algunos de los amigos de la pareja que les acompañaban en su gran día. Tampoco faltaron algunas exnovias de Harry, como Chelsy Davy y Cressida Bonas.

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Fiel a la tradición, Meghan Markle llegó en coche a la capilla de San Jorge junto a su madre, Doria Ragland, pero al enfilar su camino al altar no estaba su padre para recogerla. La ausencia de Thomas Markle llegó tras una amarga polémica que dejó al descubierto la complicada relación de la duquesa de Sussex con su familia paterna. Cuatro días antes de la boda, la novia no tenía quien la acompañara, por lo que el príncipe Harry le pidió a su padre que ejerciese ese papel con su futura nuera, a lo que accedió encantado. De esta forma, Meghan caminó sola parte del recorrido hasta que el príncipe de Gales la tomó del brazo para encaminarse al lugar en el que la esperaba el duque de Sussex junto a su hermano el príncipe Guillermo, que ejercía de 'bestman', una figura muy similar a la del padrino en España. 

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Los discursos de la boda

Los contrayentes no fueron los únicos que rompieron con lo establecido, el reverendo Michael Curry, conocido por su activismo en favor de los derechos civiles, fue una de las sorpresas del día. Lejos de pronunciar el tradicional sermón eclesiástico, optó por un carismático discurso en el que reivindicó el poder del amor, citó a Martin Luther King e incluso introdujo algún guiño humorístico que hizo reir a los presentes. Su alocución no solo se convirtió en viral, sino que también logró arrancar alguna lágrima a un emocionado Harry. 

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Una vez declarados marido y mujer y tras el clásico recorrido en carroza por  las calles de un Windsor abarrrotado, llegaba el momento de la recepción en Frogmore House para agasajar a los invitados. Allí, Meghan Markle volvió a saltarse el protocolo para pronunciar unas románticas palabras a su marido y también para agradecer a la Familia Real la buena acogida. Un gesto amable pero insólito, porque hasta entones esta tarea recaía en el novio o en su defecto en el padre de alguno de los contrayentes. Sin embargo, en el día de su boda, los duques de Sussex volvían a demostrar que, cuando la ocasión lo merece, bien vale la pena saltarse el protocolo.

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