Desde el Salón de Audiencias de la Zarzuela

Mensaje de Navidad del Rey: 'Los españoles tenemos que seguir decidiendo todos juntos nuestro destino'

Don Felipe se ha dirigido a la nación en su tradicional discurso de Nochebuena, este año acompañado por una foto de la cumbre de la OTAN celebrada el pasado junio en Madrid

Por Martín Gálvez Piqueras

El Rey ha cumplido con la tradición de cada 24 de diciembre y pronunciaba su Mensaje de Navidad para dirigirse a todos los españoles, en el que era su noveno discurso de Nochebuena desde que fuera proclamado monarca. Palabras donde el soberano hacía balance de este 2022 que está a punto de terminar, con la mirada puesta en el 2023. 

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La aparición de don Felipe, retransmitida a las nueve en punto para el conjunto de la nación, ha tenido lugar desde el Salón de Audiencias del  Palacio de la Zarzuela. El soberano iba vestido con traje azul marino, camisa celeste y corbata granate con rayas cruzadas. En cuanto a los objetos visibles durante su intervención, en el eje central estaban las banderas de España y de la Unión Europea.

La princesa Leonor y la infanta Sofía protagonizan la felicitación de Navidad de los Reyes

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A la derecha del monarca, se ha colocado una simbólica fotografía enmarcada que recuerda la cena ofrecida por don Felipe y doña Letizia en el comedor de gala del Palacio Real a las delegaciones de jefes de Estado y de Gobierno asistentes a la 32ª Cumbre de la OTAN, celebrada a finales del pasado junio en Madrid. Se trata del posado en grupo que don Felipe y doña Letizia se hicieron el día 28 de aquel mes junto a los 35 mandatarios en el Salón de Alabarderos.

Tammbién detrás del soberano hemos visto el árbol de Navidad y a su izquierda el Misterio con el nacimiento del Niño Jesús, la Virgen María y San José, pertenecientes a su colección privada. Por último, en las paredes, colgaban dos cuadros habituales en la Sala de Audiencias de la Colección de Patrimonio Nacional de temática mitológica. 

Los reyes Felipe y Letizia ofrecen una cena histórica con motivo de la cumbre de la OTAN

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El discurso, de 12 minutos y 25 segundos de duración, tenía como broche final una sucesión de imágenes con el himno nacional de fondo. Las fotografías mostraban a la Familia Real en distintas actividades a lo largo del 2022, como fue su encuentro con refugiados ucranianos en el centro de Pozuelo de Alarcón (Madrid); o el Rey con vecinos de Valldemossa (Mallorca) durante el pasado verano. 

Igualmente veíamos a la Reina en su viaje de cooperación a Mauritania; al monarca y su primogénita en la gala de los Premios Princesa de Asturias 2022 en Oviedo; a la heredera al trono y su hermana, la Infanta Sofía, en Figueres; a las hijas de los Reyes en el partido de las selecciones femeninas de fútbol de España y Dinamarca de la Eurocopa de Londres; así como a Familia Real en los galardones que otorga la Fundación Princesa de Girona en Barcelona.

A continuación, puedes leer íntegro el Mensaje de Navidad del Rey:

Buenas noches, 

Me alegra mucho poder estar en vuestros hogares y seguir cumpliendo con esta tradición de transmitiros mis mejores deseos, sobre todo de paz, en esta Nochebuena; y también de compartir con vosotros algunas reflexiones sobre los acontecimientos más relevantes del año que ahora termina. 

El 2022 ha sido −está siendo todavía− complicado y difícil. Como no han sido nada fáciles los últimos años. Cuando creíamos haber superado lo peor de la pandemia —sin duda, la mejor noticia— en el mes de febrero Rusia invadió Ucrania y, desde entonces, hemos sido testigos de 10 meses de una guerra que ya ha causado un nivel de destrucción y ruina difíciles de imaginar en nuestra realidad cotidiana. Hemos vivido el sufrimiento del pueblo ucraniano y seguimos sintiendo, con una profunda tristeza, la pérdida de miles de vidas humanas. 

A los ucranianos refugiados en nuestro país y a todos sus compatriotas les enviamos, especialmente hoy, nuestro recuerdo y afecto.

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Estamos así, ante una nueva guerra en Europa, en las fronteras de algunos de nuestros socios europeos y aliados, y, por tanto, cerca de nosotros; y que no solo afecta a Ucrania, sino que tiene una trascendencia global. 

Por ello, nuestra seguridad también se ha visto afectada. España, además de reforzar con nuestros aliados la capacidad de defensa colectiva, se ha unido a la inmensa mayoría de la comunidad internacional para apoyar a Ucrania; y para reafirmar su compromiso de que la soberanía, la integridad territorial y la independencia de los Estados son principios irrenunciables de un Orden Internacional basado en reglas y que siempre debe buscar la paz. 

En ese sentido, la cumbre de la OTAN que se celebró en España, en Madrid, sirvió para reforzar la unidad de todos los miembros de la Alianza, y también de la Unión Europea.

Esta guerra, junto a los efectos también de la pandemia, está teniendo, además −como es evidente−, un profundo impacto sobre la economía; ha provocado una crisis energética con consecuencias graves en la industria, el comercio, el transporte y particularmente en las economías familiares.

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La subida de los precios, especialmente de los alimentos, provoca inseguridad en los hogares. Tener que hacer frente a gestos cotidianos, como encender la calefacción o la luz o llenar el depósito de gasolina, acaba siendo una fuente de preocupación e implica –en muchos casos– importantes sacrificios personales y familiares. Porque, en efecto, hay familias que no pueden afrontar esta situación de una manera prolongada y necesitan el apoyo continuo de los poderes públicos para paliar sus efectos económicos y sociales.

Todo el nuevo escenario que vivimos –la guerra, la situación económica y social, la inestabilidad y las tensiones en las relaciones internacionales– está causando en nuestra sociedad, lógicamente, una gran preocupación e incertidumbre. No podemos ignorar la seriedad de estos problemas, pero tampoco podemos renunciar a que las cosas puedan cambiar y mejorar. 

Lo primero –y una vez más–, debemos tener confianza en nosotros mismos, como Nación. La transformación y modernización de España de las últimas 4 décadas, gracias al éxito de nuestra transición a la democracia y la aprobación de nuestra Constitución, avala esa confianza. Como también la justifica la superación de otras crisis económicas, sociales o institucionales que hemos vivido; la más reciente, la del Covid. Somos un país que, como ahora, siempre ha sabido responder –no sin dificultades ni sacrificios– a todas las adversidades, que no han sido pocas a lo largo de estos años.

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 Además de creer en nosotros mismos, en nuestra capacidad, necesitamos –siempre, pero más aún en tiempos difíciles– el mayor compromiso de todos con nuestra democracia y con Europa, con la Unión Europea, que son las dos columnas vertebrales sobre las que se asientan nuestro presente y nuestro futuro.

Las democracias en el mundo están expuestas a muchos riesgos que no son nuevos; pero cuando hoy en día los sufren, adquieren una particular intensidad. Y España no es una excepción. Mensaje de Navidad de Su Majestad el Rey Palacio de La Zarzuela, 24 de diciembre de 2022 -3- Pero hay tres sobre los que quiero detenerme porque me parecen muy importantes: la división es uno de ellos. El deterioro de la convivencia es otro; la erosión de las instituciones es el tercero.

Un país o una sociedad dividida o enfrentada no avanza, no progresa ni resuelve bien sus problemas, no genera confianza. La división hace más frágiles a las democracias; la unión, todo lo contrario, las fortalece.

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En España lo sabemos por experiencia propia. Nuestra Constitución, fruto del diálogo y del entendimiento, representa la unión lograda entre los españoles, como apuesta de futuro, de diversidad y de concordia, para una joven democracia. Hoy, con el paso de todos estos años, nuestros valores constitucionales están enraizados en nuestra sociedad; y son por ello la referencia donde los españoles debemos seguir encontrando la unión que nos asegura estabilidad, cohesión y progreso. Y que nos garantiza una convivencia que, como he destacado a menudo, es nuestro mayor patrimonio. 

Una convivencia que requiere en nuestra vida colectiva el reconocimiento en plenitud de nuestras libertades, junto al respeto y la consideración a las personas, a sus convicciones, y a su dignidad. Que necesita guiarse por la razón; que demanda anteponer la voluntad de integrar frente al deseo de excluir.

En esa tarea, necesitamos fortalecer nuestras Instituciones. Unas Instituciones sólidas que protejan a los ciudadanos, atiendan a sus preocupaciones, garanticen sus derechos, y apoyen a las familias y a los jóvenes en la superación de muchos de sus problemas cotidianos. Instituciones que respondan al interés general y ejerciten sus funciones con colaboración leal, con respeto a la Constitución y a las leyes, y sean un ejemplo de integridad y rectitud. Y este es un propósito diario con el que las Instituciones debemos estar siempre comprometidas. 

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Creo que, en estos momentos, todos deberíamos realizar un ejercicio de responsabilidad y reflexionar de manera constructiva sobre las consecuencias que ignorar esos riesgos puede tener para nuestra unión, para nuestra convivencia y nuestras instituciones.

No podemos dar por hecho todo lo que hemos construido. Han pasado ya casi 45 años desde la aprobación de la Constitución y claro que han cambiado, y seguirán cambiando, muchas cosas. Pero el espíritu que la vio nacer, sus principios y sus fundamentos, que son obra de todos, no pueden debilitarse ni deben caer en el olvido. Son un valor único en nuestra historia constitucional y política que debemos proteger, porque son el lugar donde los españoles nos reconocemos y donde nos aceptamos los unos a los otros, a pesar de nuestras diferencias; el lugar donde hemos convivido y donde convivimos en libertad.

Europa es el segundo compromiso al que antes me refería. Europa representó y representa para España también la libertad. Contribuyó a consolidar nuestra democracia, a potenciar nuestro crecimiento económico y nuestro desarrollo social.

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Hoy, compartimos muchos de sus problemas y contribuimos a sus decisiones con nuestra propia personalidad y nuestros intereses. Los desafíos comunes a los que nos enfrentamos, desde los sanitarios a los financieros o los relacionados con nuestro modelo energético o medioambiental reciben soluciones integradas en el marco común de la Unión Europea. Por ello, lo que se decide cada día en la Unión afecta –y mucho– a la vida cotidiana de todos los españoles. Esa es la realidad. 

Somos Europa, pero también necesitamos a Europa, que es nuestro gran marco de referencia político, económico y social y que, por ello, nos ofrece certeza y seguridad. Estoy seguro de que el compromiso de España quedará reforzado con la Presidencia rotatoria de la Unión que asumirá el año que viene. 

Decía al comienzo que vivimos tiempos, sin duda, de incertidumbre. Pero si el éxito de una nación depende del carácter de sus ciudadanos, y de la personalidad y el espíritu que mueve a su sociedad, debemos tener razones para mirar al futuro con esperanza.

Somos una de las grandes naciones del mundo, con muchos siglos de historia, y los españoles tenemos que seguir decidiendo todos juntos nuestro destino, nuestro futuro. Cuidando nuestra democracia; protegiendo la convivencia; fortaleciendo nuestras instituciones. 

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Debemos seguir compartiendo objetivos con un permanente espíritu de renovación y adaptación a los tiempos. Con confianza en nuestro país, en una España que conozco bien, valiente y abierta al mundo: la España que busca la serenidad, la paz, la tranquilidad; la España responsable, creativa, vital y solidaria. Esa España es la que veo, la que escucho, la que siento en muchos de vosotros; y la que, una vez más, saldrá adelante. En manos de todos nosotros está. 

Y ya finalmente, en esta noche tan especial, os agradezco mucho vuestra atención y junto a la Reina y nuestras hijas la Princesa Leonor y la Infanta Sofía, os deseo que tengáis una muy feliz Navidad y Año Nuevo. 

Eguberri On, Bon Nadal, Boas Festas.