Qué vamos a necesitar: Dos cajas de cartón (una más grande que la otra), dos cajas de zapatos del mismo tamaño, dos tubos de papel higiénico o de cocina, pintura de color plata o metalizado y materiales de ferretería que hagan las veces de ojos y cara
Cómo hacer el disfraz: este es uno de los disfraces más ‘resultones’ y es mucho más sencillo de hacer de lo que cabría imaginar. El grueso del disfraz serán las dos cajas de cartón, cada una de las cuales pintaremos con pintura de color plata; la primera de ellas se colocará en el cuerpo del niño, para lo que será necesario hacer las aperturas pertinentes. Así, habrá que hacer, en uno de los lados, un agujero grande para que le quepa la cabeza, y en el opuesto, otro más grande aún para que pueda tener movildad; a los lados, dos agujeros más pequeños para que introduzca por ellos los brazos.
En la caja que hará las veces de cabeza, solo será necesario un agujero en la parte inferior, por el que el niño introducirá la cabeza. Además, claro está, de otro a la altura de la boca para que el pequeño pueda respirar; después se podrá tapar con alguna especie de rejilla como la de la imagen para que quede más chulo el robot. Lo mismo habrá que hacer con los ojos para que el niño pueda respirar. Para la nariz del robot bastará un botón rojo de cajón, por ejemplo. A cada lado, a modo de orejas, podemos poner un tubo de cartón del interior del papel de cocina o del papel higiénico: le cortamos pequeñas tiras en uno de los extremos para después plegarlas y poderlas pegar a la caja y, antes de pegar, los pintamos del mismo color plata.
Si además añadimos al disfraz dos cajas de zapatos que también pintemos, quedará de lo más original (aunque, para que nuestro hijo camine más cómodo, podemos eliminar este paso y ponerle unas botas).