El momento del baño es, en los primeros meses de vida, uno de los momentos más placenteros para todo bebé y, en consecuencia, uno de los que más disfrutan sus papás. Pero en ocasiones, todo cambia casi de la noche a la mañana cuando se acercan al año de vida y surge en algunos niños un miedo atroz a meterse en la bañera. Lloran, se ponen completamente rígidos, patalean… convirtiendo de este modo algo que era de lo más agradable en un auténtico sufrimiento tanto para el pequeño como para los adultos que están con él. En la mayoría de los casos, está asociado a las rabietas o la ‘etapa del no’, que suele aparecer en torno a los 18 meses.
“Hasta ese momento tu bebé no sabía separar dónde empieza su cuerpo y dónde acaba el de su mamá”, explica Noelia Esteban de la Casa, psicopedagoga y experta en terapia a través del juego. A partir de entonces, comienza “a entender que es una persona diferente a ella y que puede querer cosas diferentes”. Como apunta la experta, “se trata de un momento evolutivo” que necesitan transitar, pero ¿cómo pueden los papás afrontar la situación y ayudar a su hijo a que entre en la bañera cuando ven que este lo está pasando realmente mal?