Madre e hija adolescente charlando animadas©AdobeStock

Adolescentes

Todo lo que necesitas saber para disfrutar de la adolescencia de tus hijos

Tiene una mala fama muy generalizada, pero la adolescencia puede vivirse de otro modo a como la pintan. ¿Cómo educar con empatía y optimismo en esta época crucial de la vida? ¿Qué hacer para que padres e hijos sean aliados y no vivan en un permanente enfrentamiento?

Sonia López Iglesias es psicopedagoga y formadora de familias, además de maestra y madre de dos adolescentes. Acaba de publicar El privilegio de vivir con un adolescente (Ed. Destino) donde pone patas arriba todos los prejuicios que se mantienen hoy día sobre esta etapa.

En su obra mantiene que puede no ser un periodo fácil en determinados momentos, pero que se puede vivir de otro modo para que prevalezca la serenidad y la comprensión. Hemos hablado con ella.

La adolescencia está demonizada socialmente, pero desde tu libro nos animas a ver el privilegio que es vivir con un adolescente. ¿Cómo debemos cambiar la mirada sobre esta etapa de nuestros hijos?

Para poder cambiar la mirada es imprescindible que lleguemos a la etapa habiéndonos preparado lo suficiente. Si somos conscientes de todos los cambios físicos, psicológicos, cognitivos, sociales y emocionales que experimenta el adolescente resultará mucho más fácil entender las conductas desajustadas que en ocasiones tiene. Este conocimiento nos permitirá educar desde la comprensión, la empatía y el respeto.

Además, no debemos entrar a la adolescencia condicionados por la gran cantidad de prejuicios negativos que existen en nuestra sociedad sobre esta etapa educativa.

¿Cómo les afecta a ellos saber que son considerados como problemáticos, difíciles, conflictivos...?

Nuestra actitud negativa hacia ellos les hace sentir que los adultos que les acompañan no les entienden ni saben dar respuesta a sus nuevas necesidades. Adultos que se pasan el día etiquetándoles, criticando sus elecciones y que no muestran interés por saber todo aquello que sienten, les pasa o necesitan. Un sentimiento que les llena de impotencia, frustración y tristeza.

Los padres se suelen sentir desorientados y agotados ante los conflictos con sus hijos adolescentes, ¿cuál es el secreto para entender bien esta etapa de la crianza?

Como hemos dicho anteriormente: conociendo las características propias de este período de desarrollo tan importante y el funcionamiento del cerebro del adolescente. Un cerebro que está reorganizándose y aún no está preparado para controlar adecuadamente los impulsos. Si yo entiendo por qué en ocasiones mi adolescente se comporta de forma tan rebelde y provocativa, me será mucho más fácil desarrollar estrategias que me ayuden a poder comunicarme con él desde la serenidad, haciéndole sentir que le entiendo y le ofrezco mi apoyo de forma incondicional.

Libro El privilegio de vivir con una adolescente©Destino

En el libro hablas de lo difícil que es conseguir una adecuada “firmeza amorosa”. ¿Dónde está el equilibrio entre la sobreprotección y la permisividad?

El equilibrio lo vamos a conseguir si consensuamos con nuestro adolescente unos límites que nos ayuden a convivir con respeto y grandes dosis de afecto. La firmeza amorosa se consigue estando presentes y disponibles, ofreciendo nuestra ayuda siempre que lo necesite y ayudándole a mostrarse responsable, dejándole que tome sus propias decisiones.

Aunque parezca que en esta etapa no nos necesitan, en realidad están más perdidos que nunca, pero suele haber un alejamiento entre progenitores y adolescentes, ¿de qué manera acercarse a ellos?

Sin duda es la etapa educativa en la que nuestros hijos más necesitan nuestra mejor versión. Deben sentir que les regalamos la libertad y el espacio que necesitan para empezar a volar del nido. Tenemos que respetar su intimidad y encontrar espacios donde poder hablar con ellos de sus intereses, retos o miedos sin que se sientan juzgados.

Parte de la rebeldía adolescente tiene una explicación biológica por su maduración cerebral, pero es algo que los padres solemos desconocer. ¿Por qué nos preparamos tanto para otras etapas y no para la adolescencia?

Yo creo que no nos preparamos lo suficiente porque no somos conscientes de que va a ser una etapa muy compleja y convulsa. Que vamos a necesitar conocer muy bien sus características si queremos conseguir educar desde la calma y el optimismo. Creemos que, como han crecido tanto, su conducta tiene que ser ya como la de un adulto.

Podría parecer que todos los adolescentes son conflictivos, pero en tu libro afirmas que el 85% de ellos pasa por esta fase sin grandes contratiempos, ¿qué es lo normal y qué no?

Lo normal es que el adolescente muestre muchas dificultades para modular correctamente sus emociones, controlar sus impulsos o hacer frente a la frustración de forma correcta. Que muestre dificultades para conversar desde la calma o sepa tomar decisiones desde la reflexión.

Lo que no sería normal es que se muestre excesivamente agresivo, consuma algún tipo de sustancias o presente problemas con su alimentación.

Sonia López Iglesias©Sonia López Iglesias

Si hablamos de límites en la adolescencia, ¿a cuáles nos tenemos que ceñir?

Cada familia debe establecer los suyos en función de sus necesidades. Los límites deben establecerse siempre de forma consensuada entre padres e hijos y deben ser pocos y muy claros. Unos límites que ofrezcan al adolescente protección y seguridad y den respuesta sus necesidades.

¿Qué es lo mejor que podemos encontrar en nuestros hijos adolescentes?

En mi libro remarco la importancia que tiene que el adulto siga siendo el pilar donde el adolescente pueda apoyarse cuando su mundo se tambalea, cuando las cosas no le salen como él espera, cuando se siente perdido y muerto de miedo. Ese refugio al cual siempre pueda ir para sentir el afecto y la aprobación que tanto necesita sin sentirse cuestionado o etiquetado.

Durante esta etapa es un privilegio poder acompañar a alguien que está viviendo un nuevo despertar a la vida. Que empieza a dibujar su propio camino y tiene ganas de decidir qué vida quiere vivir.

Para mí, sin duda, es la etapa que más estoy disfrutando de mis dos hijos porque dejo que me contagien su energía, sus ganas de probar cosas nuevas, de ver la vida desde un prisma muy diferente al mío.

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