Ruptura prematura de membranas durante el embarazo.©Istock

Embarazo

Una rotura prematura de membranas, ¿qué implicaciones tiene?

Cuando esto sucede, siempre antes de que la mujer haya entrado en lo que se conoce como ‘trabajo de parto’, no tardará más de 24 horas en dar a luz. Sin embargo, es importante saber en qué semana de la gestación sucede.

Cuando nos quedamos embarazadas, nos surgen miles de dudas, pero el momento del parto y de cómo se desencadenará, además, nos llena de incertidumbre. Nos preguntamos acerca de todas las complicaciones que pueden surgir y en nuestra cabeza aparecen miles de imágenes. Una de ellas es vernos, de repente, rompiendo aguas antes de tiempo. Esta salida de líquido amniótico (nunca con tanta fuerza como vemos en las películas) tiene un nombre si ocurre antes del inicio del trabajo de parto por parte de la mujer: rotura prematura de membranas (RPM).

Las membranas de las que hablamos “tienen la función de aislar al bebé de gérmenes que pueda haber en la vagina o en el cuello del útero, permitirle crecer en un entorno estéril y evitar, además, la infección secundaria de la placenta, el órgano que alimenta al bebé y lo comunica con su madre”, nos explica Abigail Núñez de Arenas Baeza, matrona y directora de Bmum Madrid.

La gran mayoría de las RPM son a término, es decir, ocurren a partir de la semana 37 de gestación (en torno a un 10% de los casos). En estos casos, “el parto se desencadenará, incluso en condiciones desfavorables del cuello uterino, de forma espontánea en las próximas 24 horas”, nos explica la matrona. Sin embargo, en el caso de no haber llegado a esa semana, sí podemos preocuparnos. Algo que, nos dice la experta, “aparece en un 2-5% de todas las gestaciones únicas, un 7-20% de las gestaciones gemelares y un 30% de los partos pretérmino”. En estos casos, entonces, ¿por qué sí debo preocuparme y qué tengo que hacer?

Cuándo debemos hablar de una complicación del embarazo

La rotura prematura de membranas, conocida como RPM, “es la rotura de las membranas ovulares (bolsa amniótica) antes del inicio del parto, y siempre al menos una hora antes de que el trabajo de parto se inicie, con la consiguiente salida de líquido amniótico”, nos explica la matrona. La gran mayoría de las RPM son a término, es decir, en la semana 37 de gestación o a partir de ella, desencadenando el parto de forma espontánea en las siguientes 24 horas. Sin embargo, nos explica, “existe también la posibilidad, menos frecuente, de que la RPM sea pretérmino, es decir, antes de la citada semana 37”. Por tanto, para hablar de una complicación, tenemos que tener en cuenta esta distinción:

  • En el primer caso, no podemos entender la ruptura prematura de membranas como una complicación de la gestación.
  • Sin embargo, en el segundo caso, sí.

Así, el pronóstico para el bebé dependerá, sobre todo, “de las semanas de embarazo en la que se produzca esta ruptura”, nos explica. Que ocurra en la semana 35, por ejemplo, “no implica una situación de riesgo para el feto y, de hecho, en estas situaciones en las que además se inicia el trabajo de parto, no lo frenamos con medicación”, apunta la matrona. El límite se sitúa en la semana 28 o 30, donde un RPM “puede estar desencadenada por una infección de la bolsa amniótica con el consiguiente riesgo para el bebé, de prematuridad e infección fetal, e incluso, para la madre”. Aquí sí debemos y podemos hablar de una complicación.

Consecuencias y riesgos que conlleva una RMP

La principal complicación a nivel materno, nos explica la matrona, siempre que sea pretérmino, “es la complicación infecciosa, representando la causa conocida más frecuente asociada a una ruptura prematura de membranas en estas mujeres”. Y esto, nos dice, lleva un componente asociado, “y es la posibilidad de infección fetal”. Por ello, ante un diagnóstico de sospecha o confirmación de que se hayan roto las membranas en una gestación pretérmino, “se deben poner antibióticos para evitar esta complicaciones con importantes connotaciones negativas para madre y bebé”.

De hecho, nos cuenta, “la infección fetal puede ser grave en algunos casos en los que, además, se asocie a la condición de prematuridad del recién nacido y, en la madre, aparezca un cuadro de infección generalizada, fallo orgánico, hemorragia, entre otras consecuencias”. Afortunadamente, gracias a las medidas preventivas que suelen tomarse, esto ocurre en muy pocos casos.

‘Estoy embarazada, ¿cómo me doy cuenta de que esto ha sucedido?’

El diagnóstico, en realidad, es bastante sencillo. “Se basa en la presencia de pérdida de líquido claro a través de la vagina”, nos explica la matrona. En ocasiones, cuando la pérdida es escasa e intermitente, se puede confundir con una pérdida de orina, pero en una ruptura prematura de membranas, “la pérdida es continuada y, generalmente, va de menos a más”. Además, en los casos en los que su causa es una infección de las membranas, se puede acompañar de:

  • Fiebre.
  • Dolor abdominal.
  • Contracciones uterinas.

Para el diagnóstico clínico, una vez la mujer embarazada llega al centro de atención médica, nos explica la matrona, “utilizamos una ecografía y valoramos la disminución de la cantidad de líquido amniótico, con una simple tira reactiva para medición del pH vaginal (el líquido amniótico lo cambia a alcalino, en vez de ser ácido en condiciones normales) o realizamos un test de diagnóstico con una muestra vaginal con una torunda y detectamos las sustancias presentes”.

Por ello, nos dice, en estos casos en los que se intuya una RPM, “hay que acudir siempre a la consulta de tu médico, matrona o a un servicio de Urgencias para un correcto diagnóstico, un manejo adecuado y la consecuente disminución del riesgo o complicación que pueda surgir tanto para la madre como para el bebé”. En la gran mayoría de los casos, todo irá bien, “pero siempre se debe contar con la opinión de un profesional que garantice la seguridad de ambos”.

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