¿Por qué posamos en las fotografías como si un 'paparazzi' nos estuviera siguiendo 24/7?

Analizamos los motivos de este fenómeno y cómo ha podido repercutir en los que se encuentran al otro lado de la cámara: los fotógrafos del 'street style'

Por Paula Martíns

Hubo una época donde el número de blogueras invitadas a las fashion weeks era contabilizable. De hecho, fue en esa misma temporada, antes de la primera década de los años 2000, cuando tan solo algunas de las imágenes de fotógrafos como Bill Cunningham trascendían a las editoriales de moda, que se rifaban las instantáneas del afamado fotógrafo entre sus páginas. Si él retrataba escenas cotidianas y personas elegantes que inspiraban con sus conjuntos, algunos de los nombres destacados que vinieron después, como The Sartorialist o The Peeper, nos introdujeron looks más extravagantes y variados tras el objetivo.

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Puede que recuerdes aquellos años en los que el nicho de la moda era mucho más reducido que ahora, y tan solo algunos privilegiados -diseñadores, modelos y personalidades de la cultura de renombre- podían acceder a los mejores espectáculos del textil. Puede también que, por el contrario, si eres de la 'gen Z' este hecho se escape de tu imaginación. Tranquila, no hay que culparte por ello, porque en el mundo hiperglobalizado en el que nos encontramos resulta difícil imaginar una Semana de la Moda sin apenas influencers, o un inicio de sesión en Instagram sin imágenes de chicas posando frente a la cámara con sus mejores atuendos. 

El estilo callejero, más conocido como street style, es un fenómeno que comenzó a alcanzar auge con la democratización de Internet. Si plataformas como Lookbook proliferaron online para abrir una nueva ventana al mundo en la que consultar y premiar con likes los estilismos de calle y gracias a ellas conocimos a algunos de los primeros nombres de it-girls como Andy Torres (@stylescrapbook), Rumi Neely (@rumineely) o Josefine H.J (@josefinehj), ahora somos casi todas las amantes de la moda -e incluso las que no- las que posamos frente a la cámara en cada una de las nuevas imágenes que subimos como si tuviéramos un fotógrafo fotografiándonos siempre con nosotras o un paparazzi que nos retratara en poses -intencionadamente- casuales. En este caso, nuestro fotógrafo aliado suele ser nuestro novio, nuestra mejor amiga y, aunque no siempre con el mejor resultado, el autotemporizador o algún miembro de nuestra familia.

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¿Copiamos para gustar más?

El proceso de todas las que lo hacemos suele ser parecido. Pulsamos el botón de 'guardar' de la imagen de la influencer que más nos gusta, nos inspiramos en el estilismo que hemos visto, e intentamos copiarlo, sino es con la ropa que ya tenemos, con la nueva que compramos para ese día o con la que guardamos en el armario y nunca nos ponemos. Tras seleccionar una de las cien fotografías que nos hemos hecho, finalmente, hacemos click en publicar. Cuando los 'me gustas' comienzan a ascender, la satisfacción de recibir esa aceptación validada por los demás ayuda a que nuestra autoestima aumente y a que, si la ropa no era nuestra, probablemente nos la quedemos. Sobre ello, nos habla la psicóloga Núria Juanola:  "Reproduciendo una imagen de un famoso y subiéndola a redes sociales, estás asumiendo como propios parte de sus valores como influencer/marca. Es un patrón de conducta que puede indicarnos la falta de seguridad en uno mismo e incluso la poca personalidad de un individuo. Si imito comportamientos y roles de otra persona, cada vez me pareceré más a ella y dejaré de ser yo".

Una aparente ayuda a nuestro ego que, paradójicamente, en muchas ocasiones no nos representa, sino que encarna más bien el estilo de otra persona que hemos tomado como referencia, como también detalla la experta: "Es lo que podríamos denominar popularmente como 'efecto espejo'. No sé trata de imitar solamente un vestido en concreto, una pose o una chaqueta, sino de reproducir las aptitudes positivas que ves en una persona y/o marca e intentar proyectarlas en uno mismo mediante la imitación".

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No obstante y, teniendo en cuenta que tanto las influencers que posan frente a las cámaras en sus perfiles de Instagram, como aquellas consultoras de moda y expertas de la industria que han sido retratadas de manera casual por las calles, debemos tener siempre en cuenta y apreciar el trabajo tanto de quién está delante como detrás de cámaras y se gana la vida con ello. Las primeras piensan al detalle cada uno de los elementos que compondrán sus imágenes, mientras que, las segundas, cuentan con la virtud natural de llamar la atención de los fotógrafos por su estilo.

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Uno de los fotógrafos de moda más recurridos por las editoriales de moda es Edward Berthelot, quien nos explica exactamente el trabajo que desempeña durante las Semanas de la Moda: "Durante las fashion weeks mi trabajo como fotógrafo de street style consiste en hacer fotografías y videos de los mejores looks que se ven fuera de los desfiles, y correr lo más rápido que puedo para capturar a todos estos increíbles individuos". 

A pesar del auge del fenómeno de las influencers en Instagram y del intrusismo que existe en su sector, cuenta que, afortunadamente continúa existiendo un valor añadido en su profesión: "Siento que capturo la belleza genuina, porque lo hago cuando están en su forma más natural, como al cruzar la calle mientras se apresuran para ir a otro de los shows. Creo que la verdadera perfección es la imperfección, porque es cuando son más inconscientes", concluye. Entonces sí, nos queda claro: por mucho que posemos como su tuviéramos fotógrafos persiguiéndonos con nuestros mejores looks, no hay nada que cautive más que la elegancia u originalidad innata. O lo que es lo mismo: nuestra verdadera personalidad.