Malena Costa: el encanto salvaje de una amazona de moda

De sus comienzos en las pasarelas, a su maternidad y su sólido matrimonio

JESÚS CORDERO

Por Luis Nemolato

08/08/2023 9:28 CEST

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“El ambicioso e inesperado negocio que une a Malena Costa con Ansu Fati o Marc Gasol”. “Trío de ases: el nuevo proyecto de Malena Costa, café y estrellas del deporte”... “Malena, pero ¿y esto?”, le preguntamos asombrados mientras hojeamos la prensa nacional. Y la joven modelo sonríe. Porque es un ejemplo más de su capacidad para la reinvención. O una muestra de que es incapaz de estarse quieta, de que tiene mil motivaciones y de que, pese a su carrera, sus niños y la complicada vida de su chico, el futbolista Mario Suárez, disputado por clubes de todo el mundo, ella siempre encuentra un hueco para liarse, aún más, la manta a la cabeza. Eran los titulares del día. Malena Costa estaba posando para ¡HOLA! en ese instante. “Me encanta el café de toda la vida. Incluso cuando era pequeña, que no tomaba café, pero sí que hacía muchos para los clientes de mis padres. Recuerdo abrir los paquetes y quedarme un rato disfrutando del aroma del café”.

“A mí también me han cerrado puertas, pero nunca me he rendido. No he dejado de luchar por mi sueño. Hay que estar preparada porque este mundo es así: unas veces eres “la modelo”; otras pareces “estancada”

—Cuéntamelo todo. ¿Hasta qué punto participas? ¿Qué es lo que te enamoró del proyecto? ¿También ‘metes mano’ en las mezclas? Estamos hablando de Café con aroma de mujer...

—Soy una de las inversoras. No participo —por ahora— en las mezclas (risas), porque para eso hay un gran equipo especializado, pero adoro esta oportunidad porque, como buena enamorada del café, la primera vez que me lo dieron a probar me encantó.

Pero que no cunda el pánico. Café de Finca, que así se llama el brand, no va a ‘retirar’ a Malena Costa de la moda. Eso sería imposible. Forma parte de su ADN. Nos cuenta que, de niña, siempre se quedaba embobada mirando los desfiles que veía en televisión, en Corazón Corazón con Cristina García Ramos, ¿se acuerdan? Y con once años ya hizo su primer desfile. Para la boutique de la madre de una amiga del cole. Ser modelo era una idea recurrente, pero ¿en qué consistía? Una vez, delante del restaurante que regentaba su familia en el Puerto de Alcudia, habían dispuesto la meta y el pódium de una vuelta ciclista y, sobre un escenario, dos guapísimas azafatas condecoraban a los ganadores. Su padre le señaló la escena, quizás con la intención de que a su hija se le desvanecieran los pájaros de la cabeza, pero a ella, en cambio, le chifló la idea. Se inscribió en varias agencias y, sí, también hizo de bella azafata.

“Para mí, la moda es mi pasión. Mi trabajo es uno de mis hobbies. Poder seguir trabajando en algo que me apasiona es un sueño hecho realidad”

Después llegaría a la final española del concurso Elite Model Look y el programa de televisión que marcaría un antes y un después: Supermodelo. Era 2006 y “aquel talent cambió mi vida y mi carrera”, nos cuenta. “Para mí, la moda es mi pasión. Mi trabajo es uno de mis hobbies. Poder seguir trabajando en algo que me apasiona es un sueño hecho realidad”. Pero… la moda, a bote pronto, parece un mundo complicado. ¿Cómo se logra sobrevivir en un mundo repleto de zancadillas tanto tiempo? ¿O eso forma parte del mito? “En general, todo es complicado y destacar, aún más, pero es importante creer en una misma e intentar superarse día a día. A mí también me han cerrado puertas, pero nunca me he rendido. Nunca he dejado de luchar por mi sueño. Lo importante es tener la cabeza preparada, porque este mundo es así: unas veces eres “la modelo” que todas las marcas quieren y otras, estás más “estancada””.

“En el momento que nos fuimos a vivir fuera, yo puse mis prioridades en una balanza y quise acompañar a Mario allí donde él fuese. Después, ya vería la forma de trabajar”

Porque ahora más que nunca, en el mundo de la moda, no basta solo con ser guapa. De hecho, hoy se reivindican otras formas de belleza. “Que se reivindique todo tipo de belleza y formas me parece fantástico. Nadie es igual a nadie y, al final, a todos nos gusta sentirnos identificados a la hora de comprar, o querer un producto que pueda llevar o lucir una modelo que es más como tú”, asegura Malena, quien no se autocalificaría tampoco como “una guapa de manual”, pero sí como una mujer que sabe transmitir confianza, seguridad. Tanto como para, en su vida diaria, dejar las bases de maquillaje y los lápices: “solo cuando tengo alguna cena o algún evento… Y lo llevo bien, porque me gusta eso de arreglarme a mi gusto y peinarme y maquillarme a mi manera”.

La familia soñada

Con su hermana Emily, Malena escribió un libro sobre nutrición y recetas saludables, No comas menos, come mejor y viendo su espléndida figura, después de haber tenido dos niños y metidos de lleno en el verano, es ineludible preguntarle por la dieta milagro. “Nosotras no creemos en las dietas, creemos en seguir un estilo de vida y una forma de comer saludable para siempre. Al final, las dietas se hacen en momentos puntuales para conseguir ciertos objetivos, pero si consigues empezar un estilo de vida saludable, seguramente sea más fácil mantenerlo en el tiempo”, nos explica la modelo, cuya receta favorita son los “muffins de boniato y chips de chocolate” que, aunque a primera vista, no parece tan sana como un manojito de acelgas... Pero ella nos perjura que sí, que lo es, que las apariencias a veces engañan. La creemos porque sabemos que la sinceridad y el respeto son la base de su relación, una relación que, más de una década después —cumplieron seis años de casados en junio y once de novios en febrero—, va viento en popa.

“Mis hijos son muy cariñosos, sociables, simpáticos… Qué te voy a decir yo... Mariete es más terremoto. No para ni un segundo y Matilda se entretiene más. Es más tranquila”

“Mario y yo nos queremos mucho. Hemos creado una familia de la que nos sentimos muy orgullosos y tenemos muchos planes juntos”. En una relación tan firme, ¿hasta qué punto uno puede mantener su identidad?, le preguntamos. “Cuando tienes pareja, hay que intentar adaptarse el uno al otro, pero eso no quiere decir dejar de ser quien eres, sino intentar que el otro también se sienta cómodo contigo”, nos responde Malena, quien apunta que, pese a que a ella y su chico les encanta pasar tiempo juntos, mantienen sus espacios, sus aficiones, sus amigos… Sus parcelas.

—¿Soñaste con tu vida tal y como es, o la vida te ha sorprendido?

—Es aún mejor de lo que podría haber soñado, me siento muy afortunada de tener la vida que tengo, de la familia que tengo, mis hijos, mi marido, mi trabajo, mis amigos...

“Cuando tienes pareja, hay que intentar adaptarse el uno al otro. Eso no significa dejar de ser quien eres, sino conseguir que se sienta cómodo contigo”

Y eso que, a ojos de un foráneo podría parecer que Malena “sacrificó sus” prioridades, para compatibilizarlas con el trabajo diletante de Mario como futbolista. ¿Hubo pacto, acuerdo, cesión, ten con ten? “En el momento que nos fuimos a vivir fuera, yo puse mis prioridades en una balanza y quise acompañar a Mario a donde fuese y, una vez allí, ver la forma en la que yo podía seguir trabajando”. Y la experiencia, asegura, les enriqueció y les unió aún más si cabe.

Fruto de ese amor son sus hijos, Matilda y Mario. Dos niños ‘de anuncio’, pero preguntamos a su madre. “Son muy cariñosos, sociables, simpáticos…. ¡Qué te voy a decir yo! (risas). Mariete es más terremoto. No para ni un segundo y Matilda se entretiene más. Es más tranquila”. Y ¿cómo es y cómo ha sido ser madre? “Te cambia totalmente la vida. Al final, pasas de ser tú con tus cosas, a ser ellos con las suyas primero y luego tú… El amor que se siente por un hijo es incondicional. Algo que no se puede explicar con palabras. Hay que sentirlo”.