ESPACIO INTERIOR
María del Prado: ‘A veces escribo, a veces canto’
En tiempos de fugacidad e inmediatez, María del Prado aboga por el huerto como pasión, como terapia y como reflejo de la vida misma. Un lugar donde conectar con la tierra, cultivar el esfuerzo y aprender a esperar
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Si quieres ser feliz un día, emborráchate; si quieres ser feliz tres días, cásate; si quieres ser feliz toda la vida, cultiva un huerto (proverbio chino). En este mundo de inmediatez, ansío cultivar un huerto -mi huerto-. Prisionera de la dictadura de la prisa, de lo efímero, donde a veces las cosas caducan en el mismo momento que han nacido, añoro la paciencia para elaborar un discurso grande. Aquel donde la cosecha de patatas no estará lista hasta al menos cien días después de la siembra.
Inmenso regalo el de entender y respetar los tiempos, plantar según la temporada -coles en invierno, tomates en primavera-, recuperar el descanso y aceptar que la tierra -como nosotros- no siempre es fértil.Deseo rendirme despacio, tolerar y convivir con la frustración, con el miedo que obviamos y escondemos tras la puerta sin entender que la cosecha a veces es tardía, o puede incluso echarse a perder. Cuan necesario es entonces conocer el abono apropiado para el suelo -para mi suelo-. Y qué bonito verbo el de cultivar.
“Qué bonito verbo el de cultivar. Alimentar la consciencia regalando cuidados, atención y espera. Generar un vínculo sagrado con esa madre que llamamos Naturaleza”
Alimentar la consciencia regalando cuidados, atención y espera. Generar un vínculo sagrado con esa madre que llamamos Naturaleza y comprender la experiencia de que casi nada es inmediato.Y así, poco a poco, recrearme en las pequeñas cosas. En el olor de la menta y hierbabuena, los colores vivos del fruto, el murmullo del riego, el tacto de mis pies sobre la tierra mojada. Bendecir la lluvia cuando llega aumentando el vigor del crecimiento y sonreír a la luz que alimenta la fotosíntesis. En este -mi huerto- respetaré el momento de la poda, dejaré ir las ramas muertas, secas o dañadas, arrancaré las malas hierbas de la vida sintiendo cómo la ansiedad del día a día deja paso a un torrente de endorfinas que recorre el cuerpo al trabajar con manos, cabeza y corazón.
Divina relación entre el movimiento de los dedos y los pensamientos flexibles como fertilizante de ideas y creatividad.Quizás en esta vida de estímulos rápidos, de inmediatez y prisa, no tengamos tiempo para el huerto. Quizás el huerto aguarde aún el regalo de nuestra pausa pero quizás, en el instante que hagamos presente la vida tranquila que crece bajo los pies, entendamos el milagro -Autocultivo: Autocuidado-. No todas las preguntas necesitan respuesta inmediata, no todos los problemas han de ser resueltos ahora.
Fotografía: Lucía Jiménez Muguiro
Texto: María del Prado Muguiro
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