¿Por qué nos enganchan series como 'Stranger Things'?

La ficción estrena tercera temporada y nos preguntamos qué hay detrás de su gran éxito, además de una buena producción

Por Gtresonline

El 15 de julio de 2016, Netflix estrenaba el que es uno de sus mayores éxitos hasta la fecha: Stranger Things. Coproducida por la plataforma, escrita y dirigida por los hermanos Matt y Ross Duffer, la serie conquistó rápidamente las pantallas de todo el mundo y la maquinaria se ponía en marcha para mantener viva la trama. Llegó una segunda entrega en noviembre de 2017 y la fiebre por el fenómeno no cesó. Ahora, recién estrenada la tercera temporada, el 4 de julio de 2019, nos preguntamos qué hay detrás del fanatismo por esta ficción.

La nostalgia, la clave de un éxito rotundo

Stranger Things habla de las aventuras de Will, Mike, Dustin y Lucas en el condado ficticio de Hawkins. Cuatro niños en un escenario que se desenvuelve en los años 80, mezclando ciencia ficción, suspense y miedo, cuyas vidas cambian cuando Will desaparece y Eleven, una niña con poderes telequinéticos, se cruza en sus vidas.

Nada desde ese momento es igual para ninguno de los personajes principales del argumento, que contempla diferentes generaciones. ¿Te suena? Seguro que sí. Esta serie es pura nostalgia, una vuelta a la infancia, a las películas de nuestros recuerdos más inocentes, de aquellos sueños por encontrar el barco pirata de los Goonies o cuando nos tapábamos los ojos ante un susto en cualquier filme de Stephen King.

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Es precisamente ahí, en la nostalgia de los años vividos, donde reside la clave del éxito de esta serie. En un estudio de los años 90, Nostalgia: a Neuropsychiatric Understanding, Alan R. Hirsch define las nostalgia como el "anhelo de una impresión saneada del pasado, lo que en psicoanálisis se conoce como una memoria de pantalla, que no es una verdadera recreación del pasado, sino más bien una combinación de muchos recuerdos diferentes, todos juntos, y en el proceso todas las emociones negativas han sido filtradas". En él trata de explicar cómo nuestra mente selecciona los momento felices para ponderarlos, casi deformarlos, para recordar el pasado como mejor. Esto genera ese anhelo que nos conecta directamente con la felicidad y que en esta serie está constantemente presente.

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La ropa, la estética, la música, las tramas, los personajes… todo en Stranger Things está dispuesto y estudiado para generar nostalgia, para hacernos volver a la inocente infancia, donde las preocupaciones, el estrés del día a día o los duros envistes de la vida aún no estaban presentes. Actúa casi como un refugio para nuestra mente y nuestras emociones, aflorando un entusiasmo que nos engancha a la pantalla.

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Este proyecto de Netflix es el Hollywood de los 80, cultura pop y colores ácidos. Pero además, ha supuesto la vuelta de una actriz que fue icono de aquella época, Winona Ryder, lo que multiplica la sensación de ser trasladados a otro lugar, donde las bicicletas eran alas que permitían volar, no existían prejuicios por tener un amigo extraterrestre y los mostruos visitaban el jardín de nuestra casa. Aquellos tiempos donde todo era posible y la imaginación no tenía límites.