¿Debe un diabético comer fruta?

Hablamos con un experto sobre la relación entre fruta y diabetes, un binomio que, a priori, puede generar dudas debido a la cantidad de azúcar que contiene esta familia alimenticia

Por Gtresonline

La diabetes es una enfermedad provocada por el mal funcionamiento del páncreas y sus hormonas. Cuando este órgano -encargado de producir la insulina del cuerpo humano- falla, se produce una alteración que hace que el cuerpo no gestione correctamente lo que consume y, en consecuencia, que el metabolismo no pueda regular el nivel de azúcar en sangre. Considerada como una de las grandes epidemias del S.XXI la diabetes, afecta a una de cada 11 personas en el mundo, según datos de la OMS. Dada su importancia, conviene conocer cómo se origina y qué provoca, para comprender su influencia en la alimentación. 

Entre las causas principales por las que una persona puede padecer diabetes destacan la obesidad, el sedentarismo o los antecedentes familiares de esta u otra enfermedad, como pueden ser, por ejemplo, las cardiovasculares. Por otro lado, entre las consecuencias de esta dolencia se encuentran el aumento del riesgo de padecer un infarto de miocardio, un infarto renal, úlceras en los pies o incluso ceguera. Por ese motivo, y dado lo grave que puede ser el efecto de problema sobre nuestra salud, no son pocos los pacientes que se preguntan si tendrán que decir adiós a la fruta en su día a día, al tratarse de una familia de alimentos que, de forma natural, contienen azúcar en su composición.

Desde la redacción de Hola.com hemos consultado a Luis Ávila Lachica (Vocal de la Junta Directiva de la Sociedad Española de Diabetes y PDI en la Facultad de Medicina de Málaga) para responder a las dudas que surgen del binomio entre fructosa y esta patología.

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La importancia del índice glucémico

El problema de un diabético es que su cuerpo no gestiona eficazmente la insulina o que su páncreas no genera la suficiente cantidad de esta, en consecuencia, su metabolismo no puede regular el nivel de azúcar en sangre. El hecho de que la diabetes tenga que ver con las dificultades del cuerpo para regular el nivel de azúcar en la sangre podría llevar a pensar que quienes la padecen no están preparados para ingerir alimentos azucarados (de forma natural o artificialmente), entre ellos, ninguna fruta. Sin embargo, nuestro experto avisa que todos debemos y podemos comerlas, incluidos aquellos que sufren esta enfermedad, aunque estos últimos deben tener especialmente en cuenta un factor llamado 'índice glucémico'. "Se trata de la capacidad de los alimentos para absorberse más o menos rápido y producir mayores o menores picos de glucemia tras la ingesta y la cantidad de calorías aportadas", explica Ávila. Además, especifica que es aplicable tanto en casos de diabetes tipo 1 como de tipo 2. 

Fuente de fibra y vitaminas

No solo no es un alimento prohibido para los diabéticos, sino que es totalmente recomendable el consumo de fruta, pues funciona, además, como una excelente fuente de nutrientes. Entre sus propiedades sobresalen su gran aporte vitamínico y un alto contenido en fibra, especialmente favorable en la dieta de un paciente de diabetes: "La fibra interfiere en la absorción de alimentos, haciendo que los azúcares se absorban más despacio y dando un pico de glucemia menor". 

Más dulce no significa más peligroso

En contra de lo que podría pensarse, no existe ninguna fruta prohibida para el diabético, solo se debe tener en cuenta la cantidad que se ingiera de cada una de ellas. Con este sencillo ejemplo sobre un fruto de verano, el especialista explica por qué por ser más dulce no tiene por qué ser un alimento prohibido para quienes padecen esta enfermedad crónica: "Aunque el melón está muy dulce, una ración aporta solo 36 Kcal, por lo que es perfectamente asumible tomarlo. Además, su índice glucémico es inferior al de la sandía, que todo el mundo acepta como una fruta que no afecta a la glucemia". La clave reside en vigilar la cantidad de azúcar que posea la fruta que se vaya a disfrutar, atender a nuestro índice glucémico y controlar la dosis diaria que nos haya recomendado nuestro especialista.