A media hora del centro de Madrid, emplazada en una zona residencial de viviendas unifamiliares (La Berzosa) y lindando al norte con el Parque Regional de la Cuenca Alta del Manzanares, se encuentra Casa EÑE, una casa industrializada y pasiva, de madera, corcho y pavimentos de cal, creada por Irene García y Daniel Lozano, de Estudio Albar.
Los propietarios tienen trabajos muy ajetreados. Por eso querían un hogar cómodo para disfrutar con sus tres hijas, que también fuera funcional y respirará tranquilidad. Valoraban por encima de todo la eficiencia energética, ya que venían de una casa muy vieja imposible de calentar, con facturas enormes. De ahí que se decidiera certificar la vivienda bajo el estándar Passivhaus.
Una alternativa a la construcción tradicional
Entre encinares, jaras y lavandas, Casa Eñe se erige como un gran paralepípedo de 40 metros de largo y 6 metros de ancho, que se mimetiza con su entorno.
“La construcción parte de la premisa de los clientes de lograr una vivienda de Consumo Energético Casi Nulo y mínimo impacto medioambiental. Por ello, se tomó la decisión de certificar la casa bajo el estándar Passivhaus, garantizando que alcance los más altos estándares de sostenibilidad y eficiencia energética”, nos cuenta Daniel.
Todas las estancias cuentan con ventanas. A lo largo de las dos fachadas principales de la vivienda, al norte y al sur, se abrieron grandes huecos cuadrados. Los del norte, ligeramente más pequeños para minimizar las pérdidas energéticas, enmarcan el paisaje y lo integran en el interior, y los del sur, introducen el sol.
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