Cari Lapique en su nueva casa, reúne a tres generaciones de mujeres de su familia para celebrar la Navidad

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Las memorias de Cari Lapique

—Cari, ¿cómo ha sido este dos mil veintiuno para ti? 

—Ha sido raro. Estuve viviendo en Marbella hasta junio. Decidimos instalarnos allí para cuidarnos todo lo posible. Mi marido, Carlos, no tiene ningún problema serio de salud, pero nos daba mucho miedo esta situación. Después de vacunarnos, ya volvimos a Madrid. Lo más pesado ha sido no poder ver a los nietos.

—¿Has pasado el coronavirus?

—No lo he pasado, porque tengo mucho cuidado. Mi hija Cari y mi yerno Antonio, sí. ¡Antonio, tres veces! Sus hijos, Pedro y Mini Cari, también, pero asintomáticos. Mi hermana, Myriam, lo ha tenido ahora y mi hija Carla y sus hijos, hace un mes. Las balas nos han pasado rozando sin parar.

—Dos mil veintidós es especial, porque cumples setenta años. ¿Cómo lo vas a celebrar?

—¡Espero hacer un viaje con mi familia! Me encantaría ir a África, pero ahora no se pueden hacer muchos planes.

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—Sigues trabajando a tope, ¿piensas en jubilarte?

—¡Ni la más mínima intención! Este año, por la pandemia, he estado medio jubilada y se me ha hecho muy cuesta arriba. A mí me encanta la actividad y tengo la suerte de trabajar en lo que me gusta. Estoy en Suarez, Aristocrazy, la agencia de viajes Nuba y en la empresa inmobiliaria de la familia. ¡Y abierta a más proyectos!

—¿Te has planteado escribir tus Memorias?

—No, no tengo ningún interés, porque no creo que mi vida sea tan fascinante.

—Pero habrás conocido a gente interesante…

—Sí, por ejemplo, a Fidel Castro o a los duques de Windsor. El primer desfile de alta costura al que asistí en mi vida fue el de Chanel y me llevó la propia Wallis Simpson. ¡Era gente estupenda! O Lola Flores. En Nochebuena, después de la cena, íbamos siempre a su casa a escuchar cómo cantaban los villancicos.

“En 2022 cumplo setenta años, pero no tengo la más mínima intención de jubilarme. Tampoco tengo interés en escribir mis Memorias”, dice Cari

—¿Cuál fue el día más especial de tu vida?

—Cuando nacieron mis hijas y cuando me casé con Carlos. Él estaba separado, imagínate en esa época, yo era lo peor de lo peor, pero no me importó porque sabía que lo que quería era estar con él. También cuando nació mi primer nieto, cuando Carla tuvo su primer hijo…

—¿Y el peor?

—De eso ni hablar. Los ha habido. ¡Y horrorosos! Pero procuro olvidarme de ellos y seguir adelante.

—La muerte de tu cuñado, Alfonso Cortina, estará entre uno de ellos. ¿Estabas muy unida a él?

—Ha sido horrible. Era una persona estupenda. Lo echamos muchísimo de menos.

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—¿Cómo se encuentra tu hermana?

—Gracias a Dios, y poco a poco, lo está superando, no olvidando, porque no va a olvidar a su marido jamás. Siempre hemos estado muy unidas. Y, cuando pasó todo esto, ella se convirtió en mi prioridad.

—Cari, parece que tienes heredera. Tu nieta, Mini Cari, viene pisando fuerte.

—¡Tiene toda la pinta! Es genial. Es la más presumida del mundo. Le encanta ir de tiendas, algo que a mis hijas las horrorizó, y es muy simpática y lista. Vive obsesionada con ponerse cremas y, en cuanto miro para otro lado, ya se está maquillando. Mis otros nietos también me divierten. Carlos y Santi, los dos hijos mayores de Carla, son muy futboleros, mientras que Beltrán, el pequeño, es muy gracioso. Pedrito, el hijo de Cari, es muy cariñoso. Lo más importante es que se llevan bien entre ellos.

—¿Un sueño por cumplir?

—En estas fiestas siempre pido mucha salud y trabajo. ¡Y poder seguir viajando!

La primera entrevista de mini Cari

—¿De qué te encargas el día de Nochebuena?

—De coger mis regalos antes de que alguien me los quite.

—¿Te has portado bien?

—¡Sí!

—¿Qué les vas a pedir a los Reyes Magos?

—Otro perro y una hermanita.

—¿Qué quieres ser de mayor?

—Maquilladora e influencer.

—Un deseo para dos mil veintidós.

—Que no haya coronavirus.

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Caritina, la fuerza de la fe

—¿Cuál es el balance que haces de este año?

—Pese a que ha habido momentos duros, ha sido maravilloso. Solo puedo dar gracias a Dios por tener a mi familia, a mis amigos, mi trabajo… ¡Por todo!

—¿Cómo afectó la pandemia a tu negocio, el catering Six Sens? 

—Ha sido tremendo ver cómo tu sustento y el de tus trabajadores se va al traste, pero estas situaciones tan complicadas te hacen parar y pensar en cosas que no hacíamos hasta ahora. El delivery nos ha salvado este año y medio.

—Eres muy creyente. En estos tiempos de incertidumbre, ¿te has refugiado en la fe?

—Desde que descubrí el amor de Dios me he refugiado en él. Es lo que le da sentido a todo lo que hago desde que me levanto hasta que me acuesto.

—¿Cuándo encuentras tiempo para rezar? 

—Aunque lo mejor para rezar sea recogerse un poco, se puede hacer en cualquier momento, en el coche cuando llevas a los niños, mientras montas una barra o… ¡mientras haces croquetas!

—Tu hija, Mini Cari, participa por primera vez en una sesión de fotos. Quiere ser maquilladora o influencer. ¿Cómo la defines? 

—¡Ella cada día quiere ser una cosa distinta! Es un terremoto, superalegre y con una personalidad impresionante. Tiene mucho carácter, pero luego es buena y muy cariñosa. Siempre está pendiente de todos los demás.

—Ha pedido una hermanita para Reyes…

—Me temo que, de momento, tendrá que conformarse con otras cosas.

“Mi nieta, Mini Cari, es la más presumida del mundo. Le encanta ir de tiendas, algo que a mis hijas las horrorizó, y vive obsesionada con ponerse cremas”

—El año pasado, además de a tu tío, también despediste a tu abuela paterna, Nena Perojo, que este año hubiera cumplido cien años. ¿Te contó su vida? 

—¡Mi abuela Nena era una genia! No era muy dada a hablar de su vida. Lo que más me gustaba era cocinar con ella. Es impresionante la mano que tenía. Adoraba a mis hijos y eso que la veían mucho menos de lo que me hubiese gustado que lo hicieran.

—¿Cuáles son tus próximos proyectos?

—Para el año que viene quiero montar una línea llamada ‘La Despensa de Cari’ de productos gourmet elaborados por nosotros o por otros proveedores.

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Carla Goyanes, más allá de los focos

—¿Cómo vives estas fechas?

—Con mucha ilusión, aunque echando de menos a los que ya no están. Yo me suelo ocupar de la decoración. Este año, por segunda vez, la cena de Nochebuena será en mi casa. Estamos pensando en hacerla en el jardín. ¡Con calentadores!

—Se han cumplido diez años de tu boda con tu marido, Jorge Benguría. ¿Cómo lo has celebrado?

—No hemos podido hacer ningún viaje, porque no queríamos dejar a los niños solos con nuestros padres por precaución. Estamos teniendo mucho cuidado, aunque este año ha sido el de la esperanza gracias a la vacuna. Yo aún no le he regalado nada, pero él, sí. Queda pendiente la celebración.

—¿Qué te ha regalado?

—Unos pendientes y un anillo de Suarez, que me encantaban desde hace tiempo. ¡Un auténtico detallazo!

—¿Cuál es la receta para seguir unidos?

—Truco no hay. Tener ganas y, cuando hay diferencias, saber solucionarlas, llegar a acuerdos… y quererse por encima de todo.

“Mi hermana, Myriam, no va a olvidar a su marido jamás. Siempre hemos estado muy unidas. Y, cuando pasó todo esto, ella se convirtió en mi prioridad”, cuenta Cari

—Te dedicas a la inmobiliaria. ¿En qué consiste tu trabajo?

—Trabajo en la empresa de mi familia. Con mucho esfuerzo y ganas nos está yendo muy bien. Afortunadamente, la crisis no nos ha afectado mucho por el tipo de propiedad que comercializamos y la zona de Madrid donde nos movemos.

—Parecías enfocada al mundo de la moda y la fama. ¿Por qué diste un paso atrás?

—Cuando estudiaba, tuve la oportunidad de hacer moda, publicidad, pero yo sabía que a la larga no me veía ahí y sí ejerciendo en el mundo de lo que me había formado: los negocios. Hay gente que piensa que me sigo dedicando a eso, pero la verdad es que llevo dieciocho años en el sector inmobiliario. ¡Y feliz!

—Tienes tres hijos, ¿te has quedado con ganas de la niña?

—Esa página ya está cerrada. No hay más bebés, porque compaginarlo con trabajo y dedicarles el tiempo que merecen es difícil. Estoy encantada con mis chicos. Carlos tiene un don especial para los amigos; Santi es muy divertido y un poco actor, y Beltrán…, ¡el juguete de la casa!

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Almudena, ‘La vie est belle’

—Almudena, vives en París, ¿a qué te dedicas allí?

—Tras estudiar Estilismo y Dirección Creativa en el instituto Marangoni, he fundado una marca con unos amigos mexicanos que se podrá comprar a partir de marzo. Van a ser accesorios y una blusa de hombre y mujer. La idea es seguir creando más prendas. Será elegante pero extravagante a la vez. Haremos una gran fiesta para el lanzamiento.

—¿Vendrás a pasar la Navidad con tu familia?

—Sí, voy a pasar la Nochebuena en Madrid y la Nochevieja, en Careyes, con mi padre y mi hermano.

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—Tu padre, Manuel Lapique, es el gran desconocido de la familia.

—Sí, él ve las cámaras y huye. No le gusta salir. Tiene una inmobiliaria y una vida muy discreta.

—¿Qué has aprendido de tu tía, Cari?

—Siempre me ha dado muy buenos consejos. Tiene una vitalidad que ya quisiera para mí. ¡Es un referente para mí! Este año cumple setenta, pero nadie lo diría.

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