Daniel Grao, sobre sus 20 años de carrera: 'Ser padre me ayuda a encarar cualquier personaje'

La nueva serie, 'HIT', se estrenará el lunes en RTVE

Por Marina Ortiz Cortés

Hace casi 20 años que Daniel Grao comenzó su carrera profesional, pasó de pequeños papeles en series diarias a grandes ficciones como El Comisario o Sin tetas no hay paraíso. Le hemos visto también en cine en Los ojos de Julia, Palmeras en la Nieve o Julieta y ha completado todos los palos en el teatro. Y parece que es ahora cuando está en su mejor momento, a los 44 años, con una familia, un premio de la Unión de Actores de 2011 y un currículo envidiable que le permite jugar con todas las posibilidades. El próximo lunes estrena HIT, una de las nuevas apuestas de RTVE en esta temporada, después de que la pandemia retrasara el rodaje y, por tanto, su aparición en la parrilla televisiva. 

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Cuéntanos, primero, sobre HIT, ¿qué te atrajo de este proyecto?

Me atrajo sobre todo su temática, me parece que es una serie muy, muy atrevida a la hora de explorar temas sociales que atañen a la juventud. Pone en el punto de mira a todo el sistema educativo y por ende a todo el sistema, yo diría, cultural por lo menos de nuestro país y creo que del primer mundo. Pone en duda ciertos valores. Pone en duda si sirve hoy por hoy para algo una escuela en la que te den información, te enseñen, te den datos, y no te hagan crecer como persona ni aumenten tu nivel de consciencia… Y se tratan temas como la adicción a la pornografía, la adicción a las drogas, el bullying, la agresividad, la autolesión… problemas alimenticios como anorexia, bulimia… liderazgo, abusos sexuales… Y de una forma muy, muy sincera y gracias a mi personaje, HIT, que es un personaje sin filtro, un poco el House (Hugh Laurie) de la educación, muy controvertido por sus maneras pero muy honesto, muy sincero, muy descarnado, pues mediante este personaje la serie no tiene filtros y no están tratados estos temas entre algodones sino de forma muy atrevida y muy descarada.

¿Cómo es tu personaje? ¿Cómo te has preparado para él?

No ha habido una preparación muy diferente a la preparación para otros personajes, aunque sí que es verdad que tiene un tono diferente a otros personajes que he hecho. Y me he sentido muy libre, para mí ha sido vital ser un poco HIT en el rodaje, como actor. Es decir, no sentirse limitado en romper las reglas cuando le parece bien, incluso aunque a veces pueda ser un poco políticamente incorrecto. Y me he dado cuenta de que rodándola me posé un poquito en el personaje pero necesito ser un poco así como actor para HIT. Me refiero a tener un poco la libertad de cambiar textos; de decir que esto no lo voy a hacer así, lo voy a hacer de esta manera; de sentirme libre propiniendo y yo creo que es uno de los proyectos en los que más libertad he sentido. Desde el principio, Joaquín Oristrell, en mis primeras propuestas y cambios incluso de texto o planteamientos de secuencia me dijo 'mira, eres tan HIT que haz lo que te dé la gana porque me encanta, porque creo que has entendido muy bien el personaje'. Y creo que va de la mano un poco, el comportamiento que tengo como actor rodando HIT y el propio HIT, no creo que sea casual.

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¿Te ha ayudado tu vida familiar a la hora de trabajar con los chavales?

Mis hijos tienen 7 y 11 años, todavía no están en las problemáticas de la adolescencia. Y además concretamente aquí hablamos de, dentro de toda la problemática de la adolescencia, de nueve chavales concretos con un comportamiento muy concreto, muy al límite. Con bandalismo, han quemado coches, han puesto la vida de adultos en juego, son problemas con drogas… problemas graves en la mayoría. Pero siempre ser padre… yo siento que ser padre me ayuda a encarar cualquier personaje, creo que te da una capa más, como cualquier otra vivencia en la vida. Al final uno trabaja con su propio instrumento, que es uno mismo, con sus vivencias y también con su imaginación, no hace falta que hayas vivido todo lo que tus personajes, faltaría más, pero bueno, justamente la relación padre e hijo para este personaje sí que me ayuda.

Perdida ha sido también todo un éxito, ¿qué recuerdo te llevas de ese rodaje?

Bueno, de Perdida me llevo muy buen recuerdo en todos los sentidos. Lo primero que me viene a la cabeza es el equipo humano, tanto español como colombiano, la verdad es que fue una vivencia muy muy intensa el pasar cuatro meses rodando fuera de casa, yo es la primera vez que he pasado tanto tiempo seguido. Cosa que bueno, tiene su pequeña dificultad pero también te ayuda para trabajar porque etsás solo a eso, de alguna manera aislado, casi preso como estaba mi personaje... Entonces ayudaba mucho emocionalmente para encarar todas esas secuencias. Y lugeo, viendo el resultado final muy orgulloso de lo que hemos hecho, deseando, como ya he oído por ahí, que vaya extendiéndose Perdida más allá de España y creo que le va a ir muy bien en su carrera internacional.

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Los últimos años has estado especialmente ocupado, ¿cómo te organizas para no volverte loco ni cuando tienes la agenda llena ni cuando llegan periodos de más tranquilidad?

Sí, afortunadamente llevo mucho tiempo muy ocupado, lo cual a mí me viene muy bien. Amo mi profesión, soy adicto a mi trabajo, y me encanta estar muy ocupado. Es verdad que justo en el último año se han precipitado tanto los proyectos, casi solapado, que sí que en algún momento me ha faltado un pequeño respiro para tener más tiempo para preparar los guiones y demás. Sobre todo Perdida, El año de la furia (la película) y HIT, fueron muy seguidos, con viajes de por medio y casi estar preparando uno mientras finalizaba el rodaje del anterior, eso sí que fue un poquito más estresante. Pero bueno yo soy feliz, muy feliz trabajando, y afortunadamente trabajo en proyectos que me apetece hacer con gente que me apetece y... que no falte.

¿Resulta más gratificante hacer series o cine?

Yo no hago mucha diferencia entre trabajar en cine o trabajar en televisión, lo que cambia es el producto final que va a saborear el espectador, que hoy en día también está muy diluida esa separación entre cine y televisión. Pero para mí como intérprete no varía nada, yo tengo que estar mirando a los ojos de mi compañero... o no. Y haciendo mi escena, sea tomada con el tipo de cámara que sea tomada y se vaya a ver donde se vaya a ver después, no creo que haya mucha diferencia. Especialmente, en mi caso, he hecho unas series que nada tienen que envidiar al cine, ¿no? Me viene a la cabeza Gigantes, con Enrique Urbizu, no sé dónde está la diferencia entre rodar eso y rodar Julieta con Pedro Almodóvar. Obviamente está en el material creativo, en los directores… pero para mí como intérprete no hay mucha diferencia.

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Hace casi veinte años que empezaste tu carrera, ¿qué dirías que ha cambiado de tu vida desde entonces? ¿Qué le dirías a tu "yo" de entonces?

A mi yo de entonces le diría "tranquilo, que vas por buen camino", todo se andará y todo llegará. Bueno, sí que viví un primer periodo más de incertidumbre, como todos, de "¿Pero me podré dedicar a esto?", "¿Creceré como actor?", "¿Lo haré bien?", "¿Me seguirán llamando?"... Afortunadamente, así está siendo. El balance que hago de estos casi 20 años es que he ido creciendo casi a la par como persona y como actor. En mi profesión me miro mucho como ser, creo que es el espejo en el que me miro. Y más allá de qué pase con los proyectos, qué pasa como actor está muy vinculado a qué pasa conmigo, con mi persona. Y es, más o menos, ir a la par con el crecimiento actoral y personal.

¿Qué papel consideras que ha sido el que más te ha marcado de tu carrera?

No puedo elegir un papel mejor que otro porque es como elegir entre tus hijos (casi). Pero si hay un papel que me marcó de una manera muy profunda fue un papel que hice en teatro, que fue La piedra oscura como Rafael Rodríguez Rapún, el apodado ‘Tres erres’, que fue -pese a haber tenido alguna novia- amante de Lorca. Destinatario de alguno de los sonetos del Amor oscuro, fue secretario de La Barraca, que era la compañía teatral de Lorca. Tuve la suerte de que vinieron a ver la obra las sobrinas de mi personaje, porque fue un personaje que existió, y pasaron cosas muy mágicas con ese proyecto. Realmente era un personaje que en una obra de función rompía a llorar tres o cuatro veces y pasaba momentos emocionales muy intensos, y muchos compañeros me preguntaban ‘¿pero y cada noche esto?’. Pero con ese personaje sentía una verdadera posesión, no tenía que hacer gran cosa, el material escrito por Alberto Conejero es tan exquisito y la dirección de Pablo Messiez tan brillante y encima tenía al mejor compañero que podía tener enfrente que era Nacho Sánchez… y era esa veces en la que todo es perfecto. Lo que se dice, cómo se hace, con quién y entonces simplemente había que apartarse para que todo fluyera y fue un proyecto precioso.

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Tuviste un papel internacional en Una casa de locos (L'Auberge espagnole), que se ha convertido en un clásico para todo joven universitario que se vaya de Erasmus, y más recientemente trabajaste con el director inglés Michael Radford aunque estuvo envuelto en polémica, ¿te gustaría volver a participar en una producción internacional?

Me encantaría trabajar en más producciones internacionales. Al final a mí me gusta contar historias y contar las mejores historias, con los personajes más diferentes y mejores posibles. Me parece que en ese sentido estamos en un buen momento, tanto cuando se trabaja desde aquí y mediante las plataformas se pueden ver nuestros trabajos en cualquier parte del mundo tanto como que eso signifique que te inviten a participar en una producción extranjera, me encantaría que eso vaya a más.

Ya trabajaste con Pedro Almodóvar en Julieta, que es uno de nuestros directores más internacionales, y más recientemente con Julio Medem, ¿con qué cineasta te gustaría trabajar?

No soy fetichista a la hora de elegir con quién me gustaría trabajar, veo películas o veo trabajos (me pasa con directores y actores que me deslumbran) y pienso cómo sería trabajar con esta persona, me encantaría. El otro día al revisar La gran belleza o la última de Xavier Dolan, pero no hay tanto una figura en concreto sino formas de trabajar y de repente te apetece formar parte de ese universo. Es una cosa que me ocurrió tanto con Julio Medem como con Almodóvar. Me he criado con las películas de ambos y ha sido un honor formar parte de sus universos.