Kiko Rivera, un presente marcado por su duro pasado: 'No puedo ir solo a ningún sitio'

El hijo de Isabel Pantoja sigue aportando detalles de las consecuencias que ha tenido en su vida su problema con las drogas

Por Gtresonline

Ha sido sin duda la revelación más importante dentro de la primera edición de Gran Hermano Dúo. La confesión a corazón abierto de Kiko Rivera, hablando de su grave problema con las drogas, marcaba el arranque del 'reality' convirtiendo al hijo de Isabel Pantoja y a su esposa, Irene Rosales, en dos concursantes clave del concurso. Un refuerzo que ha recibido todo tipo de reacciones por parte de sus compañeros, desde el apoyo incondicional de Yleina al duro enfrenamiento del DJ con Sofía Suescun. A pesar de la dificultad de Kiko para abrir su corazón, dada la relevancia del tema en cuestión, el intérprete de Quítate el top, ha seguido ahondando en su testimonio de vida con algunos de sus contrincantes en la casa, aportando detalles acerca de sus complicados años cerca de este grave problema.

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Nuevamente, el artista ponía en relieve la importancia de la figura de su mujer a su lado en este trance que ha durado años: "Irene tiene el cielo ganado. Por mucho que haga o que diga no podré agradecérselo, pero quiero ser la persona perfecta para ella. Si alguien se lo merece en la vida es ella".  Una entrega y dedicación que el cantante quiere poner de manifiesto en cada una de las ocasiones en las que ha vuelto a hablar del tema: "Antes, económicamente, vivía muy bien… y ahí fue. Justo al empezar con Irene vino la mala época y me vine abajo. Pero en los peores momentos ha estado ella".

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Tras esta nueva declaración de amor, Kiko seguía profundizando en los detalles de su etapa más oscura tratando de salir del problema. Un tiempo que ahora queda lejos gracias a su recuperación, pero que sigue recordando con inquietud: "He tenido que estar muchos meses encerrado en mi casa. De mi casa al colegio de las niñas, de ahí a mi casa. De mi casa al médico y luego del médico a mi casa. Siempre con mi madre, mis tres amigos y mi gente… Esa fue mi cura".

Una rehabilitación que Kiko ha querido llevar a cabo de la manera más discreta posible, tratando de evitar en todo momento la presión mediática: "No fui a un centro porque tenía miedo de que, si iba, se iba a armar la marimorena". Unas precauciones que, lejos de haber dejado de tomar, sigue a rajatabla también en su presente: "Yo no puedo ir solo a ningún sitio solo. No me dejan. Estoy muy bien porque he salido de ahí, pero necesito apoyo". Un apoyo moral y económico que durante sus peores momentos también ha tenido un nombre propio: Isabel Pantoja. "En el tiempo que no he estado trabajando me ha ayudado mi madre económicamente. Ha sido muy duro", reconocía el joven. Una dureza que, gracias al amor de sus incondicionales, ha llegado a su fin : "Ahora viene una época para disfrutar de la vida, que no la he disfrutado".