A las afueras de Bruselas, los invernaderos de Laeken los mandó construir en 1873 Leopoldo II, apodado el “rey constructor”, encargando la obra al prestigioso arquitecto Alphonse Balat, quien se inspiraría en los del Palacio de Cristal de Londres y causarían gran admiración en la época por la novedosa utilización del metal y el vidrio.
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El complejo, que da la apariencia de una pequeña ciudad de cristal implantada en el ondulado paisaje de Valonia, está considerado como uno de los principales monumentos del siglo XIX en Bélgica. Sus pabellones monumentales, cúpulas de cristal, amplias arcadas y calles cubiertas. inspiraron la nueva arquitectura belga de la época, y su influencia se extendió, con el Art Nouveau, por todo el mundo.