En bici (eléctrica) por el Priorat, para un ‘wine tour’ por la Costa Daurada en familia

¿Te gustaría vivir una experiencia así con los tuyos? ¿Te apetece saborear un paisaje único desde el sillín de una confortable bicicleta? ¿Y recalar luego en un coqueto hotel boutique donde relajarte con las vistas de un mar de vides mientras paladeas una copa de vino? Si has susurrado un sí a todos estos interrogantes has encontrado tu destino en esta comarca de la Costa Daurada. Ahora toma nota de los secretos para disfrutar del mejor cicloturismo entre viñas del mundo.

by David Revelles

Parece un espejismo, una hermosa ilusión, pero lo mejor de todo es que es real. A solo 30 minutos del mar, el Priorat, en la Costa Daurada, atesora viñas y bodegas donde nacen caldos de prestigio mundial, excelsas montañas como la Sierra del Monsant y pueblecitos encantadores como la Vilella Baixa o Falset. ¿Cómo disfrutar al máximo de semejante paisaje modelado por el hombre y la Naturaleza? Cada vez son más los que tienen clara la respuesta: subidos en una bicicleta eléctrica. Ejercicio físico al aire libre, sí, pero con el plus del confort que aseguran estas joyas de dos ruedas, aliadas perfectas para familias con niños o para aquellos que, sobre todo cuando llegan las cuestas (y en el Priorat, territorio abrupto por excelencia, de esas hay unas cuantas) prefieren disfrutar del camino sin agobios.

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Para iniciarse en esta innovadora fórmula de aproximarse al Priorat, una de las mejores propuestas es la que propone, desde el pueblecito de Gratallops, la empresa Ebiketours.cat (ebiketours.cat) y el Celler Cal Batllet. Ya sea a en una bici de montaña o de paseo -esta experiencia es apta para niños mayores de 10 años, aunque los más pequeños pueden disfrutar también del paisaje gracias a sillas adaptadas a las bicicletas-, el viticultor y experto conocedor del territorio Marc Ripoll propone un wine tour único entre las viñas del pueblo, cuna de los grandes vinos del Priorat.

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Este recorrido aproxima las historias, nombres propios y bodegas míticas que han convertido la DO Priorat en un referente mundial: Álvaro Palacios, Clos de l’Obac, Mas Martinet, Clos Figueras, Mas Igneus, Trossos del Priorat... Tras la excursión –unas 2 horas- nada como descansar en la frescura de la centenaria cava de Cal Batllet antes de realizar una cata de tres de los deliciosos caldos que alumbran sus barricas.

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Pedalear por el paisaje del Priorat tiene un aliciente más: abre el apetito, la excusa perfecta para aproximarse a su gastronomía. El restaurante Cellers de Gratallops, en el cogollo histórico del pueblo, es uno de esos ineludibles, no solo por su fusión de tradición culinaria y vanguardia, sino también por su ambiente relajado y moderno. A un paso, el restaurante El Piró, es la gran referencia para aquellos que quieran saborear la cocina tradicional de la comarca. Otros gourmet temples: en Porrera, La Cooperativa (restaurantlacooperativa.com), mientras que en Poboleda, la joya es el restaurante Els Brots (brotsrestaurant.com), con Pieter Truyts a la batuta de sus fogones.

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El Priorat atesora una cincuentena de bodegas visitables enmarcadas en las DO Priorat y Montsant, un patrimonio que trasciende la mera producción del vino para convertir su visita en un viaje sensitivo y cultural. Gratallops, kilómetro cero espiritual y génesis de lo que representa desde hace décadas el universo vinícola del Priorat, es también el mejor enclave para visitar estos iconos para los enólogos. El Celler Cecilio (cellercecilio.com), en activo desde 1942, es uno de los clásicos. Claro está, a lomos de la bicicleta por la carretera que conecta Gratallops y la Vilella Baixa, el vanguardismo arquitectónico del Celler Buil&Giné (builgine.com) hará poner un pie a tierra y, por qué no, alojarse en alguna de sus habitaciones hoteleras donde la cultura vinícola y el paisaje del Priorat son la seña de identidad. Y de alojamientos especiales, ninguno tan sugerente como Cal Llop (cal-llop.com), un delicioso hotel boutique situado en Gratallops donde relajarse con la mirada perdida sobre los viñedos tras una jornada de pedaleo es un placer indescriptible.

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Tras un desayuno energético, nada como poner rumbo al encanto medieval de Siurana, último reducto del dominio sarraceno en los contornos. Pedalear por la T-3225 antes de llegar a este pueblo de cuento encaramado en un risco es la antesala a un conjunto histórico donde grandes y pequeños rememorarán historias increíbles de bellas nobles moriscas, caballeros y asedios. Ahí están las ruinas del castillo árabe coronando el pueblo o las vertiginosas vistas del risco conocido como El Salto de la Reina Mora para demostrarlo. Según la leyenda, fue justo desde ahí desde donde saltó con su caballo blanco la hermosa reina mora Abdelazia, quien prefirió acabar así con su vida antes que verse sometida al ejército cristiano que sitiaba la fortaleza.

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Uno de los tesoros del Priorat, que brinda un broche de oro a cualquier recorrido en bici por la comarca, son los restos de la Cartuja de Escaladei, el primer asentamiento de los monjes cartujos en la Península Ibérica. Fueron estos eremitas, en el siglo XII, los primeros en introducir el trabajo de la viña en el Priorat y su mimo, acunadas por el silencio de este lugar mágico a los pies del Montsant.

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