Mary Curzon, la americana que reinó la India

Por hola.com

La Baronesa Curzon de Kedleston (1870-1906) ha pasado a la Historia por ser Virreina de la India desde 1899 hasta 1905 y, por ello, por convertirse en la primera mujer estadounidense que ocupó un puesto institucional internacional a la altura de una Jefatura de Estado. Mujer de sofisticación extrema y de belleza imponente, llegó a ser descrita como “diamante incrustado en oro” o como “rosa entre rosas”, la baronesa Curzon fue igualmente una mujer comprometida con las causas sociales y con el progreso, como prueba la admiración y el respeto que despertó en tierras indias. En estas líneas repasamos su biografía.

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La futura Lady Curzon nace el 27 de mayo de 1870 con el nombre de Mary Victoria Leiter en Chicago (Estados Unidos), siendo la hija de Levi Leiter (1834-1904) y Mary Theresa Carver (1844-1913). Su padre, de origen suizo, tras comenzar su carrera como un simple dependiente de una tienda de alimentos desecados, llegaría a convertirse en uno de los grandes hombres de negocios norteamericanos del siglo XIX por sus inversiones inmobiliarias y, sobre todo, por ser el cofundador de los grandes almacenes Marshall & Field Company –los cuales existieron hasta el año 2005 cuando fueron adquiridos por la firma Macy’s-. Mary Theresa, si bien se dedicaba a ser maestra de escuela por vocación, era hija de Benjamin Carver, un rico banquero de Utica, en Nueva York. La familia de Mary era pues extremadamente adinerada pero, no obstante, escasamente reconocida socialmente. Por esta razón la familia Leiter decidió trasladarse a vivir a Washington D.C, donde se encontraba lo más granado de la sociedad estadounidense. Allí adquirirían una espectacular casa en una de las calles más elitistas de la ciudad. Poco a poco los Leiter, en especial la matriarca de la familia, comenzaron a introducirse en la sociedad washingtoniana –el llamado Círculo de Dupont- y a ampliar su red de contactos. En definitiva pasaron de ser unos nuevos ricos llegados de Illinois para convertirse en una de las familias más importantes de Washington.

Siendo Mary Victoria la primogénita de los Leiter –tendrían otras dos hijas, Nancy y Margaret, y un vástago, que heredaría el imperio, Joseph-, era indispensable que la joven entrara por todo lo grande en la alta sociedad americana. Los padres pensaron en que la mejor forma de promocionar a su joven y bellísima hija era que posara en todo su esplendor para uno de los mejores retratistas de la época, el pintor francés Alexandre Cabanel (1823-1889). Los Leiter, sin escatimar gastos, pusieron rumbo a París, lugar en el que se elaboró el retrato. De vuelta en los Estados Unidos, la pintura sería exhibida ante la crème de la crème de la capital, que quedó fascinada por las elegantes facciones de la joven e igualmente por su porte aristocrático. Todo apuntaba a que los candidatos a comprometerse en matrimonio con la heredera de los Leiter serían incontables, como así en efecto fue. Sin embargo, la muy exigente Mary Theresa prácticamente rechazó sistemáticamente a todos los solteros de oro americanos, quizás por su falta de pedigrí. Preocupada por el destino de su hija, finalmente decidió organizar un viaje a Londres en el que la joven sería introducida en los ambientes más refinados de la capital del Támesis.

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Sería en este viaje a la capital británica en el que la joven Mary conocería a su futuro marido, Lord George Curzon (1859-1925). Según las crónicas, el flechazo habría sido instantáneo por ambas partes y, una vez que el Marqués cumplía todos los requisitos de abolengo a los que los padres de Mary aspiraban, la boda fue anunciada casi de inmediato. Era Lord Curzon el hijo mayor del 4º Barón Scarsdale (1831-1916), de antiquísima sangre normanda, y educado en los más exclusivos centros educativos de Inglaterra, entre ellos Eton o Balliol. Por lo demás, su incipiente carrera política en el Parlamento no era más que uno de sus muchos atractivos. El enlace de Mary y George se celebraría en 1895 en la iglesia episcopal de San Juan, en el centro de Washington. La novia aportaría como dote una cifra entre los tres y los cinco millones de dólares, una cantidad astronómica para la época. Tras la boda los recién casados se instalarían en Londres.

Allí pasaría Lady Mary los mejores años de su vida, debido a su enamoramiento y a la excelente posición social de la que disfrutaban tanto su marido como ella misma. Pronto los Curzon ampliarían la familia con el nacimiento de Mary Irene (1896-1966) –quien heredaría la Baronía de Ravensdale y tendría un apasionado romance con el mítico pianista de origen polaco Arthur Rubinstein (1887-1982)-, Cynthia (1898-1933) –quien casaría con el controvertido político fascista británico Osward Mosley (1896-1980)- y más tarde Alexandra (1903-1955), conocida familiarmente como Baba, quien se convertiría en una de las mujeres más famosas de la sociedad londinense y protagonista de no pocas polémicas relacionadas con su turbulenta vida sentimental. Una de las grandes frustraciones de Lady Mary sería, no obstante, el no poder haber dado a su marido su deseado heredero varón.

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La vida en la metrópolis llegaría en cualquier caso a su fin a comienzos de 1899, cuando Lord Curzon es nombrado Virrey de la India, un cargo de gran importancia que convertía de la noche a la mañana a Lady Mary en la máxima autoridad de un país que en aquellos años contaba con una población cercana a los 240 millones de personas. En definitiva nunca una ciudadana americana había llegado tan alto hasta ese momento. La Baronesa se convirtió pues en una celebridad tanto dentro como fuera del Imperio Británico.

No sería la estancia en la India un camino de rosas para los Curzon. La difícil relación de la autoridad metropolitana con diversas tribus, como los Mahsud o los Waziri, dificultó la gestión por parte del Barón, que sobre todo se centró en optimizar el ejército indio y en intentar que la administración local tuviera una cierta autonomía. Por su parte, la Virreina puso las bases para una mejora de los servicios sanitarios de la India, poniendo especial énfasis en que las mujeres de ese país tuvieran también acceso a los médicos, hasta entonces solo disponibles para los hombres. Como muestra de agradecimiento, uno de los grandes hospitales de Bangalore lleva el nombre de Lady Curzon. No sería su único logro en tierras indias. Asimismo la Virreina, conmocionada por las escenas de pobreza y necesidad extrema que tuvo que presenciar, se desvivió por los más desfavorecidos.

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La Virreina no dejaría de lado tampoco su pasión por las reuniones sociales. Poco menos que legendaria es la fiesta que los Curzon organizaron en Delhi para celebrar la coronación del rey Eduardo VII (1841-1910). Lady Mary apareció en la fastuosa velada vestida con un espectacular traje, creado por la casa de alta costura parisina Worth of Paris, que ha pasado a la historia como “El vestido pavo real”, una vez que estaba compuesto casi enteramente de plumas naturales, cada una de ellas decorada con una esmeralda y combinado con una tiara y un collar de diamantes que levantó la admiración de todos los presentes. Este vestido, que hoy en día se puede contemplar en el museo que los Curzon poseen en su finca de Kedleston Hall, sería el último gran momento de Lady Mary en India. Pronto su salud comenzaría a deteriorarse a pasos agigantados a causa del clima y de una infección devenida tras un aborto natural.

En agosto de 1905, tras una serie de graves problemas con la jerarquía militar india, Lord Curzon decide dimitir de su puesto de Virrey y regresar a Inglaterra. El viaje de vuelta a la metrópolis debilita enormemente a Lady Mary, quien ya nunca más se recuperara enteramente. Menos de un año después la Baronesa, con apenas 36 años, morirá en la casa familiar de Carlton House Terrace, en la capital británica. Destrozado, su marido ordenó crear una capilla en honor de su desgraciada esposa en la Iglesia de Todos los Santos de Kedleston, donde se colocó una bellísima tumba con una efigie que recuerda al Taj Mahal. El Barón casaría en segundas nupcias en 1917 con Grace Elvina Hinds (1879-1958), también nacida en los Estados Unidos e igualmente muy adinerada. Lord Curzon moriría en marzo de 1925 de una hemorragia de vejiga. Su último deseo fue ser enterrado al lado de su primera esposa, su amada Lady Mary.