Padres felices jugando con su bebé©AdobeStock

Neurociencia

¿Sabes cómo estimular el neurodesarrollo de tu bebé? Es más fácil de lo que crees

El cerebro del bebé goza de un sinfín de posibilidades que se van a ir haciendo realidad dependiendo de las circunstancias que lo rodeen. Los padres pueden hacer mucho, y de una manera muy sencilla, para favorecer ese neurodesarrollo.

“Si nos lo proponemos, somos los escultores de nuestro cerebro”, comenta la Dra. Conchita Fernández Zurita citando a Ramón y Cajal. Ella es neuropediatra en la Unidad de Trastornos de Aprendizaje de San Juan de Dios (UTAE) en Barcelona y en el Centro de Estimulación Precoz Magroc, de Tarrasa.

La neurociencia habla de la plasticidad neuronal porque en el bebé no solo importa la genética. Así, en la formación de redes y circuitos cerebrales tienen un gran peso tanto el ambiente como las experiencias vividas por el pequeño, que “son capaces de cambiar cómo se forma su cerebro”, destaca.

El periodo de mayor plasticidad cerebral

Los primeros seis años de vida del niño son claves en esa plasticidad neuronal. Por tanto, es una etapa en la que hay que procurar que el pequeño reciba la estimulación suficiente.

Porque en el neurodesarrollo hay una serie de ‘ventanas de oportunidad’, que son “un tiempo limitado en que es posible estimular al máximo una determinada área neuronal para influir en la creación de interconexiones”, destaca la experta.

Pero no es una tarea que recaiga únicamente en padres y educadores. Así, para la Dra. Fernández Zurita también los primeros años de infancia son una gran oportunidad para el propio niño: “Creo que lo más importante es enseñarles, con nuestro ejemplo, a saber cómo hacerse a sí mismos a lo largo de toda su vida. Demostrarles que su cerebro es maleable y somos responsables de su cuidado toda la vida”.

Padres haciendo cosquillas a hijo pequeño©AdobeStock

Los estímulos más importantes a cada edad

Dependiendo de la edad del bebé hay que estimular más unas áreas que otras, tal como recomienda la neuropediatra.

 “En los primeros tres años, el niño desarrolla más la parte motriz, que le va a permitir ser autónomo y también le permite hablar”, comenta. “Y de los tres a los seis años desarrollan el lenguaje (que es mucho más que el habla)”, aclara.

No obstante, su recomendación es no centrarse en tareas concretas para estimular al niño, sino en procurar realizar las actividades centrándose en él. adaptándose a su edad. Y siempre desde el afecto. El niño necesita contacto físico y que los padres tengan un acompañamiento cariñoso en sus hábitos de vida diaria, “sin necesidad de grandes experiencias ni estímulos aparte”, advierte.

Pero si hay un ambitene propicio en el que el niño va creciendo este es el universo lúdico. “El juego es básico; según la edad será más motriz; después con más lenguaje y por encima de los tres años es simbólico, pero el juego lo tiene todo”, subraya. Es, pues, un modo de que el niño esté en situación de aprender. Además, “cuando el juego es compartido, el niño aprende a socializar y a leer las intenciones de otras personas”, añade.

El contacto físico como necesidad para el neurodesarrollo

Lo primero que necesita un bebé es tener contacto físico; es una “necesidad física y emocional”. Y no solo es clave para su afectividad y para que se sienta seguro, sino “para que se pueda desarrollar bien a nivel motor, cognitivo y psicológico”, apunta la Dra. Conchita Fernández Zurita.

Hay evidencia científica de la importancia del contacto piel con piel en recién nacidos, sean o no prematuros. Con este método, denominado Madre Canguro, los bebés tienen “una mayor ganancia de peso, menor número de infecciones, mejor regulación de la temperatura, mayor duración de la lactancia materna, menor tiempo de hospitalización y se favorece el vínculo madre-hijo, entre otros”.

Pero todas estas ventajas no desaparecen en las primeras semanas de vida. El bebé sigue necesitando de ese contacto físico, de una atención cercana y amorosa que le ayudará, tal como apunta la experta en su neurodesarrollo.

El neurodesarrollo en las rutinas habituales del día a día

Ya sabemos que para estimular el neurodesarrollo no hacen falta tareas concretas sino la presencia afectuosa de los padres y su implicación activa en el día a día del bebé. Las rutinas cotidianas son un buen momento para fomentar esa conexión que ayudará al niño a desarrollarse mejor. Estos son los consejos de la neuropediatra:

  • Hacer juegos en común. “Dependiendo del momento, quizá usando más las piernas, como correr, saltar, chutar la pelota... O las extremidades superiores, como dibujar, enhebrar cuentas para hacer collares, etc.”.
  • Fomentar el contacto con otros niños. “Para un niño, estar con otro niño es uno de los estímulos más potentes que hay para aprender”.
  • Dejarlos solos a ratos. Es cierto que hay que jugar mucho con los hijos, pero “también dejarles a ellos solos para que exploren y descubran por sí mismos con libertad”.
  • Ayudarles a saber descansar. “No todo es estímulo, acompañarles para irse a la cama a dormir tranquilos es básico para un buen neurodesarrollo”, reflexiona la Dra. Conchita Fernández Zurita.