Un vestido perfecto
Pilar y Beatriz se habían conocido ocho años antes, cuando las vistió a ella, a su madre y a su hermana para la boda de esta. "Siempre nos reíamos pensando en cómo sería mi vestido si algún día me casase. Recuerdo decirle: '¡Beatriz, cuando yo me case quiero una cola larguísima!'. Finalmente, no fue tan larga. Prioricé la comodidad y además, mi iglesia no era muy grande, por lo que tampoco había mucho espacio para ella. Cuando decidimos casarnos, fue a la primera a la que llamé. Probé vestidos de otras marcas para ver más estilos y tener más ideas, pero sabía que con Beatriz iba a sentirme como en casa, y así fue".