Curiosidades

¿Crees que los gatos negros dan mala suerte? ¿Cuál es el origen de esta leyenda?

Durante la Edad Media surgió la creencia de que los gatos negros no solo daban mala suerte, sino que eran enviados del diablo para secuestrar y dañar a sus víctimas. Tristemente, aún hoy las supersticiones siguen afectando a estos felinos.

Por David Navarro

Si a veces crees que tu mascota se comporta de forma arbitraria y que no es suficientemente racional, conviene que tengas en cuenta que el ser humano integra en su comportamiento muchas modas y tendencias igualmente ilógicas, como por ejemplo el rechazo a los gatos negros: una moda cruel que se extendió desde la Edad Media, se perpetuó durante siglos y que persiste aun en nuestros días.

Cuando echamos la vista atrás y repasamos la triste historia de los gatos negos a lo largo de los siglos no podemos permanecer impasibles ante tal barbarie. Durante la Edad Media surgió la tendencia de pensar que los gatos negros eran diabolicos, actuando como sirvientes malvados de las brujas. Por tanto, aquel gato que nacía negro era exterminado como si fuera el mismo demonio.

Ailurofobia medieval

Existe una fobia únicamente referida a los gatos, se denomina ailurofobia y es el miedo injustificado a estos felinos. Quienes padencen esta condición no pueden soportar tener cerca a los gatos, padecen ataques de pánico y pueden sufrir desmayos. Aunque las fobias pueden ser intrínsecas a cualquier persona y desarrollarse sin un motivo justificado, durante la Edad media se provocó esta fobia en la mayoría de los ciudadano de europa, pero únicamente contra gatos negros, lo que incitó al exterminio de esto felinos.

Entre las creencias de la Europa de la Inquisición se creía que las brujas eran capaces de transformarse en gatos negros y que gracias a lo sigiloso de estos felinos conseguían colarse en cualquier casa para realizar secuestros de niños o embrujos de familias. La oscuridad de la piel del gato y la brillante claridad de sus ojos verdes producía un efecto hipnótico, trasluciendo su audacia y crueldad.

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La histeria colectiva se propagó entre los humanos, si un altísimo número de las personas padecía de ailurofobia, por creer y autoconvencerse que son animales satánicos, y estas personas sufren desmayos y ataque de ansiedad, lo lógico para aquella época era pensar que estos síntomas los producía el gato de forma consciente, de forma que desarmando a los seres humanos les sería más fácil secuestrarlos o dañarlos.

Este hecho se suma a la personalidad misma de los gatos, que son animales independientes, tal vez algo ariscos y con cierta agresividad en sus garras cuando se les molesta. Los gatos negros no se diferencian de los de otros colores, sin embargo los negros hacían sobresalir estas características felinas y, ante cualquier conflicto, los rasgos propios de los gatos parecían no solo más graves, sino satánicos.

No hay que olvidar que cualquier comportamiento fuera de lo normal que pudiera ser entendido como una ofensa a la Inquisición o a los postulados morales de la época era castigado con la muerte. Cientos de miles de personas fueron condenadas por brujería entre los siglos XII y XVI, ahorcadas, quemadas y descuartizadas. Y la mayor crueldad fue volcada en mujeres y en gatos.

Durante esa época se imponían castigos ejemplares a los gatos negros por el mero hecho de tener ese color en su pelaje: se les metía en canastos de mimbre y se lanzaban decenas de flechas sobre ellos. Se les empalaba y asaba vivos. También se introduciría a varios gatos en bolsas de tela y se les lapidaba hasta la muerte. Estos actos demuestran la barbarie dirigida a estos animales inocentes.

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¿La peste negra fue obra del karma?

Aunque la creencia de que los gatos negros eran satánicos nació en el seno de la Inquisición, el pavor creció en la población, y no era extraño que cualquier persona tratara de acabar con la vida de estos gatos en cuanto les era posible, pues un intenso sentimiento de superstición asolaba Europa en esa época. 

A nivel popular las personas también consideraban que los gatos negros además contagiaban la tristeza y la mala suerte, ya no era una cuestión de que pudieran obrar con maldad sobre una víctima, sino que el mero hecho de cruzarse con un gato negro podría influir para siempre en la fortuna de los inocentes. Esta superstición se mantiene en nuestros días y se considera una de las más populares junto a la rotura de un espejo o cruzar por debajo de una escalera.

Este terror absoluto a los gatos negros hizo que todo aquel felino (no necesariamente negro) fuera masacrado durante la Edad Media. ¿La consecuencia? Se rompió el ciclo natural de contención de plagas. No hay que olvidar que la relación que mantienen los humanos con los gatos se inició hace miles de años, cuando en el antiguo Egipto los gatos descubrieron que las urbes humanas estaban atestadas de ratas y los humanos comprendieron que los gatos eran unos perfectos reguladores de estas colonias. Desde entonces los gatos y los humanos viven en perfecta armonía, apoyándose mutuamente. La Edad Media rompió este acuerdo.

Al mermar dramáticamente la colonia de gatos en Europa, las ratas empezaron a extenderse de forma exponencial, transmitiendo enfermedades y haciéndolas endémicas. De esta forma, una simple enfermedad que llegó desde Asia se convirtió en “la peste negra”, pues Europa no pudo evitar su propagación instantánea de lo que aún hoy se considera la pandemia más devastadora de la historia de la humanidad, pues se calcula que acabó con la vida de más de 200 millones de personas.

Hoy persiste el rechazo

Todavía hoy no se ha erradicado la superstición contra los gatos negros. Según datos de la Fundación Affinity, en España se abandonan del orden de los 33.000 gatos anualmente, y una gran cantidad de estos son negros. Además, en los refugios estos gatos son los que más dificultades tienen para encontrar un hogar.

Sobra decirlo, pero anatómicamente y bajo todo criterio científico, los gatos negros no se diferencian en absolutamente nada a los gatos de cualquier otro pelaje. Su única cualidad distintiva es el color de su pelo. Sin embargo, no podemos negar que su elegancia es absoluta, estos gatos mantienen una belleza palpable, y no solo eso: sino que traslucen la lucha y el sufrimiento de una estirpe de gatos que han sido perseguidos y masacrados durante siglos, razón de más para que su belleza no nos deje indiferentes.

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